En cierto lugar vivía un brahmán llamado Svabha-kripana, que tenia una olla llena de arroz que le habían dado de limosna y que le había sobrado de la comida. Colgó esta olla de un clavo de la pared, puso, su cama debajo y pasó la noche mirándola sin quitarle la vista de encima, pensando así:
–Esa olla está completamente llena de harina de arroz. Si sobreviene ahora una época de hambre podré sacarle cien monedas de plata. Con las monedas compraré un par de cabras. Como éstas crían cada seis meses, reuniré un rebaño. Después, con las cabras compraré vacas. Cuando las vacas hayan parido, venderé las terneras. Con las vacas compraré búfalas. Con las búfalas, yeguas. Cuando las yeguas hayan parido tendré muchos caballos. Con la venta de éstos reuniré gran cantidad de oro. Por el oro me darán una casa con cuatro salas. Entonces vendrá a mi casa un brahmán y me dará en matrimonio a su hija hermosa y bien dotada. Ella dará a luz un hijo. Al hijo le llamaré Somasarmán. Cuando tenga edad para saltar sobre mis rodillas cogeré un libro, me iré a la caballeriza y me pondré a estudiar. Entonces me verá Somasarmán y deseoso de mecerse sobre mis rodillas, dejará el regazo de su madre y vendrá hacia mí acercándose a los caballos. Yo, enfadado, gritaré a la brahmana: ¡Coge al niño! ¡Coge al niño! Pero ella, ocupada en las faenas, no oirá mis palabras. Yo me levantaré entonces y le daré un puntapié.
Tan embargado estaba en estos pensamientos, que dio un puntapié y rompió la olla, y él quedó todo blanco con la harina de arroz que había dentro y que le cayó encima.
Por eso digo yo:
El que hace sobre el porvenir proyectos irrealizables se queda blanco como el padre de Somasarmán.
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