sábado, 30 de marzo de 2019

Hazañas de Garci Pérez de Vargas

En la Puerta de Jerez, hasta la fecha en que fue derribada en 1864, existió una
lápida con unos versos en lengua latina, que traducidos en nuestro idioma
significaban:
Hércules me edificó,
Julio César me cercó
de muros y torres altas,
y el rey santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas.
¿Quién fue este Garci Pérez de Vargas, cuyo nombre mereció estar al lado de los
tres personajes fundamentales de la Historia de Sevilla, siendo el cuarto de ellos?
Garci Pérez de Vargas; estatua al pie del monumento a San Fernando en la Plaza
Nueva.
Garci Pérez de Vargas fue uno de los más grandes generales de la época de la
Reconquista: él y Pelay Correa fueron, como quien dice, el brazo derecho y el brazo
izquierdo del rey santo. Mientras Pelay Correa conducía los ejércitos por los campos
del sur de Extremadura y se apoderaba de los picachos de Sierra Morena y de los
castillos y atalayas árabes situados en todo el norte de Sevilla, Garci Pérez de Vargas
tuvo a su cargo la parte principal del asedio de la capital.
Se cuentan de él maravillosos actos de valentía. Durante lo más violento de los
combates que a diario se reñían alrededor de las murallas sevillanas, dijéronle a Garci
Pérez de Vargas que los moros tenían por más importante la puerta llamada por ellos
como «Puerta de los Barcos» situada en donde hoy es la calle Guadalquivir, esquina a
San Vicente, mirando hacia el río. Esta puerta era importantísima para la defensa de
Sevilla, pues al pie de sus murallas se extendían por la orilla del Guadalquivir los
muelles del puerto fluvial, por donde se abastecía la ciudad de productos que le
llegaban desde la Vega de Triana y desde Santiponce, que cruzaban en barca
aprovechando la protección de un fuego cruzado de flechas, entre la muralla y
torreones fuertes situados al otro lado del río.
Dijéronle también a Garci Pérez de Vargas que dicha puerta, aunque antes se
llamaba oficialmente «De los Barcos», en los últimos tiempos le habían puesto de
nombre «Wi-Alfat» encomendándola así a un célebre santón musulmán de este
apellido. A lo que Garci Pérez replicó:
—Pues el nombre de ese santón mahometano se lo cambiaremos por el nombre de
un santo cristiano.
Y metiendo espuelas a su caballo cruzó velozmente el terreno que separaba el
campamento de la Macarena, de la dicha puerta, es decir, recorrió a galope lo que hoy
es la Resolana y primer tramo de la calle Torneo, bajo una verdadera lluvia de flechas
y de piedras que rebotaban con ruido en su armadura y en la armadura de guerra de su
caballo. Nadie se había atrevido hasta entonces a tamaña osadía, y más cuanto que en
la puerta de Al-Menil o puerta de la Barqueta, había emplazados unos «pasadores»
que era como se llamaba a unas grandes ballestas que disparaban flechas o virotes de
hierro, capaces de atravesar el casco de un barco, y mucho más la armadura de un
caballero. Llegó Garci Pérez de Vargas junto a la «Puerta de los Barcos» y alzando su
espada a dos manos, golpeó reciamente contra el tablero de la puerta, gritando a
grandes voces:
—«Puerta de Wi-Alfat: de San Juan has de llamarte».
Y con el mismo valor con que se había acercado, se retiró dejando a los moros de
las murallas maravillados de su sorprendente valor.
Pasado el tiempo, y cuando Sevilla fue conquistada por san Fernando, cumplió
Garci Pérez de Vargas su palabra, poniéndole a la Puerta de Wi-Alfat el nombre de
Puerta de San Juan, y fundando en el barrio que hoy ocupan las calles Pizarro,
Mendigorria, Clavijo y Las Lumbreras, un barrio que se llamó de San Juan de Acre.

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