Después de escrito este capítulo hemos tenido la inmensa fortuna de encontrar un
papel de finales del siglo XVII escrito por el erudito sevillano don Manuel de la Cruz y
Ramírez de Mora y Valle, que dice textualmente:
«El día 30 de Marzo de 1781 ahorcaron en la Plaza de San Francisco a Diego
Corrientes, Natural de Utrera, por salteador de caminos (sin haver hecho ninguna
muerte) y resistencia a las Justicias. Fue traydo preso del Reyno de Portugal el
domingo 29 del mismo mes de Marzo. Fue descuartizado y puestos los quartos en los
caminos Públicos. Su cabeza se puso a la Puerta de Osario, de donde a los pocos días
fue llevada a enterrar en la bóveda de la Iglesia de San Roque, extramuros de dicha
Puerta».
Tras el hallazgo de este papel, y la indicación de que había sido depositado «en la
bóveda» y no en un nicho como se creía anteriormente, el autor de este libro acudió a
la iglesia de San Roque donde precisamente en estas fechas se estaban realizando
obras de limpieza de las bóvedas subterráneas, para dejarlas desocupadas de
escombros y restos, a fin de hacer en ellas el párroco un local para reuniones de la
juventud parroquial. En efecto, al hacerse la monda o limpieza de restos de la bóveda,
apareció una calavera, en buen estado, sin cuerpo alguno, y que tenía clavado un
garfio de hierro en lo alto del cráneo, como se solían colgar las cabezas de los
ajusticiados en siglos pasados.
La calavera de Diego Corrientes encontrada en la iglesia de San Roque.
Desafortunadamente, en la noche siguiente al hallazgo, unos muchachos
rompieron la valla de madera que se había puesto en la parte donde se realizaban las
obras de desescombro, y se llevaron la calavera, informándonos algunos vecinos del
barrio, que los mozalbetes la habían utilizado para jugar a la pelota, quedando
destruida. Así se perdió la única reliquia material que quedaba del famoso bandolero
Diego Corrientes, protagonista de romances y héroe popular del último tercio del
siglo XVIII.
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