A pocos kilómetros de la ciudad de Catacaos existe un
pueblecito llamado Narihualá. Este pueblo, según relatos
históricos y los restos encontrados, fue poblado por varias
tribus. En tiempo en que los tallanes poblaron esta ciudad,
vivían formando ayllus que se dedicaban al pastoreo
y la agricultura.
Al tener noticias de que el conquistador Francisco Pizarra
se encontraba cerca del pueblo, se llenaron de espanto,
y se enterraron vivos, con todas las riquezas que
poseían, a fin de que los españoles no se apoderaran de
ellas. También dicen que este pueblo tenía un grandioso
templo dedicado al culto del Sol, adornado con objetos
de gran valor. Entre estos objetos existía una campana de
oro; al descubrirla, los españoles se llenaron de admiración;
y aumentó más su codicia. Se arrojaron para capturar
la campana, pero ella se desplomó, y cayó al suelo,
hundiéndose; y no fue posible encontrarla a pesar de los
esfuerzos de los españoles. Hoy este pueblo tiene pocos
habitantes; y todavía existen paredes de casas antiguas. La
iglesia está construida sobre una lomita de tierra, a la cual
se ha denominado el Alto de Narihualá.
Cuentan los pobladores que el día de Viernes Santo1
sale un indiecito que lleva en la mano derecha un candil
encendido y en la izquierda una campana que al tocarla
hace gran ruido; y que este día es el apropiado para hacer
la búsqueda de los objetos enterrados.
Muchas veces han encontrado sepulcros rodeados de
objetos de oro, plata y huacos que contienen dentro gran
cantidad de perlas.
Está prohibido por el gobierno y las autoridades apoderarse
de estas riquezas, aplicando serios castigos a los
que desobedecen esta orden.
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