Las Cárites eran las encantadoras hijas de Zeus. Se solía pensar que eran tres y que fueron engendradas por el dios y la oceánide Eurínome (cf. p. 124).[25] El nombre de «Gracias» es la derivación castellana de la traducción latina (Gratiae) de la palabra griega (Charites). Como diosas de la gracia que encarnan todo lo que es bello y encantador y pueden conceder donaire y gracia (charis) a las obras de arte, de la naturaleza y de cualquier aspecto de la vida, aparecen muy a menudo en compañía de las Musas y de Afrodita. En la Ilíada, la diosa del amor lleva un manto eterno que ha sido tejido por las Cárites y en el poema que canta Demódoco en la Odisea, después de un baño, la diosa es ungida y vestida por ellas en su santuario de Chipre después de haber sido sorprendida en adulterio por Ares (cf. p. 270).[26] En el Himno homérico a Afrodita, son más afortunadas las circunstancias en que la bañan y la visten, justo antes de salir a seducir a Anquises.[27] Hesíodo señala que su morada en el Olimpo se encuentra debajo de la de las Musas,[28] que eran a menudo representadas cantando y bailando junto a ella. Safo las invoca en tres de los poemas que conservamos de ella, dos veces junto a las Musas; Píndaro se refiere a ellas muy frecuentemente como divinidades que derraman gracia sobre la poesía y sobre diversas situaciones de festejo de la vida.[29]
Aunque su número varía, se las representa en la mayoría de las ocasiones como un trío, de acuerdo con la autoridad de Hesíodo, que les da los nombres de Áglaya (Esplendor), Eufrósina (Alegría) y Talía (la de hermosas mejillas).[30] Como parecen sugerir estos nombres, estaban particularmente relacionadas con la gracia y el disfrute que surge de las reuniones y festividades que se celebran en sociedad. Píndaro señala que «ni siquiera los dioses pueden celebrar danzas y festejos sin la ayuda de las divinas Cárites».[31] En las manifestaciones artísticas y literarias se las suele representar como diosas que danzan en las reuniones de los dioses.[32] Sin embargo, es casi indiscutible que en origen eran diosas de la naturaleza encargadas de que las cosechas y las plantas florecieran con encanto. Este aspecto esencial de su naturaleza se recoge en los nombres que se les asigna en el culto que se les rendía en Atenas, en el que había dos Cárites y se las conocía como Auxo (Generadora de crecimiento) y Hegemona (la que conduce, es decir, la que hace que las plantas crezcan sobre la tierra).[33] Es muy común verlas en el arte, donde su apariencia atractiva y juvenil —en un primer momento cubiertas con vestiduras drapeadas, en imágenes posteriores, desnudas— era un tema muy celebrado. La manera de representarlas desde el Renacimiento, en donde se las muestra desnudas y con los brazos entrelazados, una de espaldas y dos de frente, es una derivación de un modelo de época helenística. Se menciona a dos Cárites en las narraciones más antiguas como parejas matrimoniales; en la Teogonía, Hefesto está casado con Áglaya, la más joven de las hermanas, y en la Ilíada, Hera promete a Pasítea, «una de las más jóvenes Cárites» —por lo que parece que son más de tres— a Hipno por haberla ayudado al inducir a Zeus al sueño (cf. p. 63).[34] El lugar de culto más antiguo de las Cárites era Orcómeno, en Beocia, en donde se las adoraba bajo la forma de unas piedras de las que se decía que habían caído del cielo en la época heroica.[35]
Las Horas o Estaciones son otro encantador grupo de diosas hermanas. Tienen algún parecido con las Cárites, pero mantienen una conexión más estrecha con los frutos de la tierra. Aunque se las llame en ocasiones Horas, la palabra no tiene nada que ver con su significado en ninguna lengua moderna, sino que su sentido es «tiempo» o «estación», y representan las estaciones del año. Esto está relacionado con el hecho de que su número sea variable, ya que los antiguos reconocían desde dos estaciones (verano e invierno) hasta las cuatro que acostumbramos a identificar en las regiones templadas hoy en día. En las representaciones aparecen muy frecuentemente como tres (primavera, verano, invierno) y suelen estar relacionadas con el crecimiento y la fertilidad vinculados con el ciclo del año; asimismo se ocupan de tareas morales y sociales como diosas que protegen el orden divino, que es fundamental para el florecimiento de la agricultura y la prosperidad en términos generales. Esto queda reflejado en los nombres con los que aparecen en la Teogonía: Eunomía, Dike y Eirene, es decir, Buena ley, Justicia y Paz.[36] Su relación con la agricultura, sin embargo, es básica en todas sus manifestaciones culturales, como puede inferirse de las invocaciones con las que se las adoraba en Atenas, en donde se las conocía por Talo y Carpo (la que produce el brote y la que produce el fruto, respectivamente).[37] Al igual que las Gracias, no son protagonistas de narraciones, pero aparecen como acompañantes de las grandes divinidades en calidad de encantadoras diosas menores, especialmente de Afrodita, y como bailarinas en las reuniones de los dioses. En el Himno homérico a Afrodita, se cuenta que fueron ellas las que vistieron a la diosa recién nacida cuando emergió del mar en Chipre, y que la adornaron con oro y joyas antes de llevarla al Olimpo para reunirse con el resto de los dioses.[38] Se les encarga una tarea concreta en la Ilíada como las guardianas de las puertas del Olimpo, responsables de abrir y cerrar las barreras de nubes, idea que puede haber surgido por estar asociadas con el cambio del clima.[39] Hesíodo las clasifica como hijas de Zeus y Themis (cf. pp. 123-124)
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