Unos ignorantes dijeron un día a Mediún:
«¡Leila no es tan hermosa! En nuestra ciudad hay millares de mujeres que la
superan en belleza y en refinamiento».
Mediún respondió:
«La apariencia es una cántara. La belleza es el vino. Dios me ofrece vino bajo
esta apariencia. A vosotros os ofrece vinagre en la misma cántara para que
abandonéis el amor de las apariencias. La mano de Dios dispensa el veneno y la miel
en la misma cántara. La cántara es muy visible, pero, para los ciegos, el vino no
existe».
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