En una casa vivían dos mujeres: madre e hija. Esta era
muy alegre y simpática. Un joven de este pueblo de Pomacochas
se enamoró locamente de ella y todas las noches la
iba a visitar.
Una noche, precisamente del sábado, el joven fue a hacer
su acostumbrada visita, pero encontró que la casa estaba
sin luz. Al asomar a la puerta de la casita escuchó que la madre
decía a la hija: «Tráeme de cualquier parte un corazón
humano, que tengo mucha hambre. Si no lo traes, moriré».
La hija se puso en apuros y salió a cumplir la orden de
la madre. Entró en la cocina y pidió al cuy que le prestara
sus ojos; luego sacó los suyos y los envolvió en un
algodón; después de colocarse los ojos del cuy se bañó
en un mortero23 y se transformó en una lechuza. Visitó
todas las casas buscando una persona que estuviera
durmiendo boca arriba para sacarle el corazón. Solo el
compadre más querido de la bruja estaba en esa posición,
La hija regresó muy triste a contarle a su madre. Esta le
dijo: «Trae el corazón del compadre si no quieres verme
morir de hambre». La hija así lo hizo y después que su
madre devoró el corazón se dirigió a la cocina, devolvió
sus ojos al cuy y tomó los suyos. Pero cuando los
quiso acomodar no lo consiguió, pues los ojos estaban
tostados. El novio de la muchacha, que había visto y oído
todo lo ocurrido, entró a la cocina cuando la joven fue
en busca del compadre, tomó los ojos de ella y los quemó
revoleándolos en la ceniza caliente. De esta suerte, la
joven quedó ciega.
Era costumbre establecida en este pueblo que todos
concurrieran a misa los días domingos. Las personas que
no lo hacían eran multadas y arrestadas. El día siguiente
de los sucesos narrados, que era domingo, todos asistieron
a misa menos la vieja y su hija. El alcalde del pueblo
las mandó llamar y la vieja ofreció obedecer «tan pronto
como llegara su hija de la chacra». El novio se dio cuenta
de la mentira y contó al alcalde lo que había visto la noche
anterior. Este mandó quemar inmediatamente gran
cantidad de leña en la plaza y luego ordenó que ataran
tanto a la madre como a la hija, de pies y manos, y las
arrojaran a las llamas. Así lo hicieron, y las brujas fueron
quemadas vivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario