Una mula dijo un día a un camello:
«¡Oh, amigo mío! Tú andas sin tropezar nunca. Tanto a la subida como a la
bajada e incluso en lo llano, nunca te veo dar un mal paso. Entonces, ¿cómo es que
yo tropiezo cada dos pasos y caigo a tierra? ¿No puedes enseñarme a caminar como
tú?».
El camello respondió:
«Mi vista es mejor que la tuya y, además, mira mi estatura; incluso en un lugar
escarpado, puedo distinguir en mi camino el obstáculo más lejano. Reconozco así
cada lugar en donde pongo mis pezuñas y por eso no tropiezo. Pero tú, por el
contrario, miras sólo muy cerca delante de ti».
¿Puede compararse a un ciego con el que tiene buena vista?
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