Un esclavo se presentó ante su amo. Éste le dijo:
«¿Quién eres? ¿Vienes de Turquía o del Yemen? Dime la verdad: ¿Qué le ha
sucedido a mi esclavo? ¿No lo habrás matado?
—Si lo hubiera matado, respondió el esclavo, ¿estaría yo aquí en este
momento?».
El amo insistió:
«¿Dónde está mi esclavo?».
El esclavo respondió:
«Pero ¡si estoy aquí! ¡Me ves transfigurado por el favor divino!».
El amo replicó:
«¿Qué me cuentas? ¿Dónde está mi esclavo? ¡No te dejaré descansar hasta que
me hayas dicho la verdad!».
El esclavo dijo entonces:
«Si lo deseas, te contaré toda mi historia desde el día en que me compraste. Te
probaré así que sigo siendo el mismo, aunque mi apariencia haya cambiado. ¡Mi
exterior ha cambiado de color, pero mi interior nada tiene que ver con los colores!».
¡Los que reconocen el alma son indiferentes ante los colores y ante los números,
pues sus dos ojos han sido iluminados por una sola luz!
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