Dios ordenó un día a Moisés:
«¡Oh, Moisés! ¡Que no haya pecado en tu boca cuando te dirijas a mí para rezar!
—¡Pero, Señor! ¡No poseo tal boca!».
Dios respondió:
«Entonces, reza por boca de algún otro. ¡Porque es imposible que cometas un
pecado con una boca distinta de la tuya!».
¡Tú también, anda! ¡E intenta que, día y noche, haya bocas que recen en tu lugar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario