Erase un hombre que comía todas las noches golosinas invocando el nombre de
Dios. Un día, Satanás le dijo:
«¡Hombre sin dignidad, cállate! ¿Hasta cuándo repetirás el nombre de Dios? ¡Ya
ves que no te responde!».
Al hombre se le partió el corazón ante estas palabras y se durmió en ese estado de
espíritu. Tuvo entonces un sueño y vio a Elías que le decía:
«¿Por qué has dejado de repetir el nombre de Dios?».
El hombre respondió:
«¡Porque no he tenido ninguna respuesta y he temido que me haya echado de su
puerta!».
Elías dijo entonces:
Dios nos ha dicho: «Porque he aceptado tu plegaria es por lo que sigo
manteniéndote en esta preocupación».
Tu temor y tu amor son pretextos para conservar tu intimidad con Dios. El solo
hecho de que sigues rezando te anuncia que son aceptadas tus oraciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario