Pidió alguien a un bey que le prestase un caballo. El bey respondió:
«¡Con mucho gusto! Toma mi caballo blanco.
—¡No! ¡No! dijo el otro.
—¿Y eso por qué?
—Ese caballo es un animal extraño: marcha al revés, es decir, que, cuando se
desplaza, ¡su cola lo precede!
—¿Y qué? ¡No tienes más que volver su cola hacia tu casa!».
Puesto que el deseo es la cola de tu ego, tú progresas andando hacia atrás. Así que
vuelve esa cola hacia el apetito del otro mundo. Cuando el deseo del sueño o la
glotonería se debilitan, el deseo de tu razón se encuentra reforzado. Es como cortar
las ramas de un árbol. En su lugar rebrotan ramas más vigorosas. Vuelve, pues, la
cola de tu ego en esa dirección y llegará a su meta, ¡aunque sea andando hacia atrás!
Es verdad, sin embargo, que los caballos obedientes son más cómodos. No retroceden
cuando se les dice que avancen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario