sábado, 16 de marzo de 2019

Yum Chaac castiga a sus hijos (mito maya)

Noh Ku es el nombre en el idioma maya del Dios Mayor, pues Noh
significa grande o principal, y Ku significa dios. Formó la Tierra del
Mayab, ordenó a uno de sus lugartenientes de más jerarquía, a Yum
Chaac, que se encargara del agua, así del cielo como de la Tierra, para
repartirla equitativamente, teniendo cuidado con especialidad del riego
de las sementeras... Yum Chaac es el Señor de las Aguas, pues Yum
se traduce por Señor, y Chaac, por agua, aludiendo a la que cae de las
nubes.
Yum Chaac tenía entonces dos hijos, Noh Zayab, que viene a traducirse
por «Gran Corriente de Agua» y Xbulel, que significa «Inundación
», y la cual Xbulel era una guapa moza.
El príncipe Yaax Kin, mancebo el más hermoso del cielo, cuyo nombre
literalmente significa «el Sol Verde», que ha de entenderse por el
Sol Nuevo, o sea el hijo del Gran Sol, andaba tan enamorado de la bella
Xbulel que el noviazgo concluyó en matrimonio, y el matrimonio en
una hijita llamada Xhoné Ha, que es como si se dijera Agua Interior...
Así las cosas, ocurrió que Nok Ku ordenara a Yum Chaac que se
trasladara a la Tierra para la mejor atención en su encargo de distribuidor
de las aguas. Y aunque casados y amándose mucho, Yaax Kin
y Xbulel no podían estar juntos mucho tiempo, pues la muchacha bajó
con su padre a la Tierra para ayudarlo en las tareas, en compañía de su
hermano Noh Zayab. Por su parte el príncipe Yaax Kin tenía también
que ayudar a su padre el Gran Sol, de modo que los amantes esposos
sólo se veían pocas veces, cuando el mancebo lograba darse una breve
escapada a la Tierra. No podía, en consecuencia, vigilar de cerca a su
esposa ni atender eficientemente a la pequeña Xhoné Ha que, como es
natural, estaba con la madre.
Muy jóvenes eran los hermanos Noh Zayab y Xbulel, y de carácter
inquieto y alocado, y además desobedientes, de modo que dedicaban la
mayor parte de su tiempo más a divertirse y a jugar que a ayudar a su
padre en los trabajos de atender los campos y vigilar que no se secaran
las aguas de los cenotes y sartenejas, no obstante los refunfuños del
padre que los imprecaba con la voz de los truenos.
Un día amanecieron los cielos muy negros, nubarrones inmensos
como jamás se habían visto lo oscurecían todo, un viento húmedo se
había desencadenado soplando furiosamente y sacudiendo con frenesí
a los árboles como queriendo derribarlos. Rayaban los relámpagos el
espacio, y los truenos se sucedían cada vez más retumbantes... Todo
anunciaba una tempestad que seguramente sería la más violenta y hasta
Yum Chaac no las tenía todas consigo, a pesar de ser el Señor de las
Aguas, recomendando a sus hijos mucho cuidado y vigilancia...
Pero los mozos atendían más a sus inclinaciones que a otra cosa, y
al parecer poco les importaba que el cielo se derrumbase sobre la Tierra,
dándose como siempre al juego... Y así ocurrió que al fin las nubes
se abrieron y una violenta lluvia como jamás se había visto comenzó a
caer sobre la Tierra... Tan engolfados estaban Noh Zayab y Xbulel en
sus pasatiempos que no se dieron cuenta de las cosas sino cuando éstas
ya no tenían remedio... Habían descuidado el encauzamiento de las
aguas, y éstas, bajando enormes raudales de las nubes, habían inundado
la Tierra, causando la muerte a innumerables gentes y arrasándolo
todo.
Xbulel, al darse cuenta de la desgracia, se llenó de terror. Recordó
entonces que por dedicarse libremente al juego había dejado a su hijita
Xhoné Ha durmiendo junto al tronco de un árbol... Pero la descuidada
madre ni siquiera se había fijado en cuál árbol. Llena de dolor al suponer
el trágico fin de la niña, corrió al lugar en que poco más o menos
creyó que la había dejado, con la esperanza de llegar a tiempo para
salvarla... Pero fue en vano, pues no encontró ni a la niña ni acertó con
el árbol... Seguramente la impetuosa corriente de las aguas había arrastrado
a la infeliz chiquilla.
Cuando Yum Chaac supo las cosas, se irrito sobremanera atribuyendo
al descuido de sus hijos el siniestro y la desaparición de su nieta...
El príncipe Yaax Kin también se enojó hasta la ira por la pérdida de su
hija en tales condiciones, y hasta el abuelo de la pequeña Xhoné Ha, el
Gran Sol, a pesar de su prudencia, insinuó que los muchachos debían
ser fuertemente castigados y dejó el castigo al arbitrio de Yum Chaac,
ya que éste, como regulador de las aguas, era quien debía entenderse
con aquel asunto.
Y Yum Chaac castigó a sus hijos, duramente, como se merecía la
culpa. Amainada que fue la tempestad, y cuando la Tierra pudo mostrar
la desolación en que había quedado, regada de cadáveres, Yum Chaac
llamó a su presencia a sus hijos y les impuso la sentencia, condenando a
Noh Zayab a vivir desde entonces y para siempre bajo la corteza terrestre,
y ésa es la gran corriente interior de aguas que hay bajo el suelo de
esta Tierra, y la cual se arrastra gimiendo desde hace miles y miles de
años, y ello explica el hecho de que en cualquier punto en que la tierra
sea perforada indefectiblemente se da con un manto de agua, lo que es
el origen de los pozos... La pobre Xbulel fue condenada a sufrir eternamente
sobre la Tierra convirtiéndose en las inundaciones para que no
se le olvide la catástrofe que provocó su descuido, y quedó condenada
también a buscar el árbol bajo el cual abandonó a su hija.

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