Cuentan que después de la batalla de Ayacucho, los
españoles huyeron con todos sus tesoros. Y ya cerca de
Huanta, en el cerro de Rasuhuillca, no pudieron seguir
llevando tantos tesoros y antes que cayeran en manos de
sus enemigos prefirieron arrojarlos a una laguna que allí
había. Dicen que por aquella época las aguas de esa laguna
eran cristalinas, pero con tanto tesoro perdió el color de
sus aguas y se la llamó Yanacocha («pozo negro»). Junto
con todos los tesoros se arrojó un joven, que murió inmediatamente.
Ahora esa laguna tiene un color medio negruzco; está
rodeada por altos cerros. Dicen que desde que anochece
sale de la laguna un toro de oro amarrado también con
una cadena de oro. El toro trata de escaparse, pero no
puede, porque la cadena la sujeta una hermosa sirena de
cabellos de oro. Y a las doce de la noche, en medio de
la lucha del toro con la sirena, se oye una voz que dice:
«Ccollcci mascaypin cayman chayaramurccani, chaymi
preso cachcani, toropi ricurisca; cayccaya encantopi cani.
Orccoroychic, ccespiymanraccmi» («yo soy un joven que
vine a buscar este dinero pero estoy preso convertido en
toro, si sacan este encanto todavía me puedo salvar»).
Muchos van a sacar el tesoro pero apenas entran a la
laguna desaparecen para siempre en sus aguas negras.
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