miércoles, 6 de marzo de 2019

VIAJE

Un discípulo había acompañado a su maestro con ocasión de un viaje. Pues bien,
se encontraban en un país en el que el pan era cosa rara. Y el temor por la falta de
alimentos estaba omnipresente en el espíritu del discípulo ignorante. Su maestro,
lleno de lucidez, pronto descubrió esta obsesión. Le dijo:
«¿Por qué apenarte? ¡Te inquietas por tu pan y pierdes tanto tu confianza como la
paciencia! ¡Ah! No formas aún parte de los santos. ¡Porque ellos pueden subsistir sin
nueces ni pasas! El hambre es la parte de todos los servidores de Dios. Es un favor
que no recae en cualquier tonto o en cualquier mendigo. Abandona tus temores.
Como no formas parte de los elegidos, no es fácil que permanezcas en esta cocina sin
encontrar en ella algún alimento. Cuando se trata de llenar el vientre del común de los
mortales, siempre hay abundancia. Y cuando esta gente muere, ve el pan alejarse
diciendo: “¡Teníais miedo del hambre, pero mirad: os vais y yo me quedo aquí!”».
¡Oh, vosotros que os inquietáis por vuestra subsistencia, levantaos y venid a
serviros! Pero más vale tener confianza y no inquietarse, pues tu parte está tan
enamorada de ti como tú lo estás de ella. Sólo tiene caprichos porque conoce tu
impaciencia. Si fueras paciente, vendría ella a ofrecerse a ti. No hay verdadera
opulencia sin confianza.

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