Un joven que vivía en el fundo de San Luis tuvo noticia
de que en el caserío de Varaderillo, distante una legua
de dicho fundo, se celebraba una fiesta. Invitó a algunos
de sus amigos para que fueran a la fiesta, pero ninguno
aceptó. Entonces él se fue solo.
En el camino que une San Luis y Varaderillo hay un
arroyuelo, el que al decir de la gente tiene madre, y salen
de allí fantasmas, unas veces en forma de chanchos y otras
en la de toros negros, que persiguen a los transeúntes. Es
un sitio pesado.64
El joven regresó de la fiesta a altas horas de la noche.
Y al pasar por ese arroyuelo vio que venía a derramarse
junto a él un chorro de agua cristalina que salía del tronco
de un árbol de lupuna, que estaba al borde del camino;
al mismo tiempo oyó el llanto de una criatura y una voz
que de detrás de ese árbol le decía: «Coge a la criatura y
llévala».
El joven, asustado, echó a correr hasta su casa. Y cuando
se durmió, en sueños oyó nuevamente aquella voz del
camino, que le decía: «Fuiste un cobarde. Si hubieras hecho
lo que te dije, serías el hombre más afortunado del
mundo».
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