sábado, 23 de marzo de 2019

LA VISITA DE APOLONIO AL NORTE DE LA INDIA

La anécdota conservada de la vida de Apolonio contiene el relato de su visita al norte de la India. Se da una descripción precisa y detallada de las ciudades, los sitios y la gente; pero se pasa por alto completamente el significado de su visita.
Verdaderamente, Apolonio de Tiana fue conocido como un amante de los viajes distantes. Pero esto no explica en casi nada sus viajes. Cuando era joven, Apolonio escuchó de alguien, que sabía y coleccionaba cuentos extraños, acerca de la existencia de la Morada de la Hermandad. Él no le puso mucha atención a esto. Pero después, cuando supo más y tuvo más discernimiento, recordó lo que escuchó en su juventud y desde el fondo de su espíritu decidió visitar el norte de la India. Él tenía un amigo, un gran científico, quien había recibido muchos grados de iniciación. Y hacia él se dirigió Apolonio por consejo. El anciano se puso pensativo y prometió obtener información. Y así, luego de un año, llegó la respuesta. El anciano le dijo a Apolonio:
“Amigo mío, verdaderamente que la felicidad está contigo. Ellos me escribieron diciéndome que te puedes preparar para tu viaje. Mi amigo te encontrará en Cachemira. Considero que él te dará las direcciones necesarias. Así, pues, prepárate para el viaje.
El viaje de Apolonio fue largo. En su camino encontró mucha gente. Uno de los que encontró, suponiendo las intenciones de Apolonio, dijo, “Te puedo ser útil. Aquel a quien estás buscando Me es conocido. Te ruego que uses mi casa cuando llegues a Gandhara.” Y el extraño le dio a Apolonio un cofre.
Apolonio nunca supo el nombre del extraño. Al llegar a Taksila, Apolonio encontró la morada del extraño y aproximándose a la puerta la golpeó con el aldabón. La puerta se abrió y un joven hindú invitó a Apolonio a entrar. Allí fue que Apolonio recordó que no sabía el nombre del anfitrión que lo había invitado. El portero evidentemente estaba a la espera. Para explicar su presencia, Apolonio le mostró el cofre. El portero haciendo un ademán, dejó a Apolonio en una habitación donde había una mesa y dos sillones. Instantes después, la puerta se abrió y al cuarto entró un hombre alto, vestido con un caftán con una insignia de comandante de caballería. Dijo que era hermano del anfitrión y como si supiera el propósito de la visita de Apolonio, dijo, “Mi gente te acompañará mañana.”
A la mañana siguiente, en el patio, Apolonio vio algunos guerreros y
caballos. Ellos se pusieron en camino apurándose hacia las montañas del norte. Allí los guerreros dejaron a Apolonio.

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