Un día, un sufí vio una mesa vacía y, en un éxtasis, se puso a danzar y a desgarrar
sus vestidos gritando:
«¡Aquí está! ¡El alimento de todos los alimentos! ¡Helo aquí! ¡El remedio de
cualquier hambre!».
Llegaron entonces otros sufíes y se unieron a él, llenos de entusiasmo y de
emoción. Pasó un tonto que les dijo:
«¿Pero qué idiotez es ésta? ¡Hay ciertamente una mesa, pero ni siquiera hay pan
encima!».
El sufí le respondió:
«¡Oh aparición insensata! ¡Vete! ¡Si no conoces nada del amor, no importunes a
los que aman! ¡Pues el alimento del enamorado es el amor del pan sin pan! El fiel no
tiene existencia. Consigue ganancias sin tener capital. No es posible que coma un
niño que mama».
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