domingo, 24 de marzo de 2019

La madre de la viruela (San Martín)

HacepocomásomenossesentaycincoañosqueenRiojase
desarrolló, con carácter aterrador, la epidemia de la viruela;
las gentes morían como moscas.
Decían que la enfermedad se debía a una anciana de
singular aspecto, que tenía el rostro cubierto de surcos y
huellas, que vestía blusa y pollerón de india serrana, un
chai de colores, un sombrero de paja con ala ancha que
casi le ocultaba el rostro y zapatos de madera, zuecos. Era
la madre de la viruela.
TJn día, a la caída de la tarde, dos niñas hermanas, Petronila
y Manuela Ruiz, de siete y nueve años de edad respectivamente,
regresaban de una casa del vecindario y al pasar
por un pequeño puente que salvaba una acequia en la calle,
la menor miró atrás y vio venir a la madre de la viruela, avisó
a su hermana y la incitó a correr, pero esta no accedió, expresando
que no les haría daño. En pocos segundos la vieja
las alcanzó y luego de abrazar a la niña mayor, que se había
quedado un poco atrás, desapareció como por encanto.
Las niñas contaron a sus padres lo que Ies había ocurrido,
pero estos no le dieron importancia. Por la noche,
la niña que fue abrazada por la anciana enfermó con fiebre
alta; asimismo empezaron a brotarle los granos de la viruela;
en delirios decía ella que la anciana estaba a su lado,
cuidándola. Y a eso de las dos de la mañana, más o menos,
oyeron todos los de la casa un llanto triste de mujer en la
huerta. Los hermanos de la enferma trataron de descubrir
a la que así lloraba, sin conseguirlo; sin embargo, el llanto
continuaba en la huerta de esa casa y en las de otras donde
había enfermos de viruela.
La niña Manuela murió, pese a la esmerada curación y
cuidados que le prodigaron. Sus hermanos, ante este hecho,
intensificaron la búsqueda de la madre de la viruela.
Salían en altas horas de la noche, armados de revólveres y
escopetas, a las huertas y solares del pueblo para matarla.
En dos ocasiones lograron ver a la vieja, pero, cuando iban
a disparar, aquella desaparecía como humo.
Después de cierto tiempo desapareció la epidemia de
la viruela de Rioja. Unos viajeros, que venían de Moyobamba,
contaron haber encontrado, en las proximidades
de dicha ciudad, a la vieja madre de la viruela, quien al
verlos huyó al bosque. Luego la viruela arrasó también la
población de Moyobamba.

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