Cuenta la historia que hace muchos años el famoso
puerto del Callao se extendía hasta la isla de San Lorenzo,
pero que debido a un castigo mandado por Dios, se ha
reducido a lo que es.
Dicen que los negros festejaban a un dios desconocido,
danzando los bailes más inmorales, que causaban
escrúpulos entre los chalacos que los presenciaban. Quiso
Dios poner fin a esta fiesta escandalosa de los negros,
y como para borrar esta falta puso todo su vigor sobre
las aguas tranquilas del océano, haciendo que crecieran
enormemente las olas, y buscando terreno donde extenderse,
taparon inmensas áreas del puerto, trayendo el espanto
y terror de los negros. Estos corrieron a salvar sus
vidas, pero todo fue en vano. Nunca más el mar azotó
como aquel día.
Sin embargo, todos los años para Semana Santa el mar
se embravece, como recordando que en tiempos antiguos
estos terrenos no le pertenecían.
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