En la literatura épica, la actuación de los dioses es menos
precisa. El manifiesta una decidida intervención en los acontecimientos
de los mortales. Así, predice e instruye a Kirta
sobre el procedimiento para conseguir su deseo de hacerse
con una esposa, que la divinidad sanciona y otorga. Igualmente
concede a este rey y a Daniel la bendición eficaz ■de la
fecundidad, que se traduce en acto seguidamente. En estos
casos, la intervención de Baal es la de mero intercesor ante el
Dios supremo. Tenemos así confirmada, por una literatura
que se considera normalmente más tardía que la mitológica,
la supremacía incontrastada del dios El frente a Baal, y en un
campo, el de la fecundidad, donde podría esperarse la intervención
principal de éste. Dígase lo mismo en el caso de la
enfermedad de Kirta; es de nuevo El quien le cura, ante la
impotencia o reticencia de los demás dioses, incluido, por
tanto, Baal. Ambas divinidades, de todos modos, aparecen
como benévolas y favorables al hombre.
En cambio, las divinidades femeninas, Ashera y Anat,
desarrollan una actividad perturbadora del destino humano
en las epopeyas de Kirta y Aqhat. La primera, celosa de su
voto, parece ser la causante de la enfermedad del rey, que le
habría sido infiel. Pero, sobre todo, la segunda desarrolla
frente al hombre su característica violencia y, por encima
incluso de la voluntad del mismo dios supremo, acarrea la
muerte al héroe que se le enfrenta. Su actuación aparece así
en desacuerdo con la de su hermano Baal, al que secundaba
siempre en la literatura mitológica. No hay más remedio,
por tanto, que constatar una cierta desigualdad de concepción
en cuanto a la actuación de las diversas divinidades en
la literatura mitológica y en la épica, en las ‘historias' de los
dioses y en las de los hombres. En el ámbito del destino hu
mano, al margen, por tanto, de su caracterización naturalística,
los dioses manifiestan una mayor autonomía, menor
jerarquizad ón; cada uno retiene su propio papel frente al
hombre. Al menos por lo que se refiere a las divinidades
principales. Incluso el mismo Kothar mantiene su función
de dios artesano, pero al parecer sin dependencia de ninguna
otra divinidad. Los demás dioses o genios divinos que se
mencionan en estas epopeyas (Elish, Atiqat, Yatipán) desarrollan
una función subsidiaria.
En cuanto al contenido mitológico de los poemas menores,
su estado de deficiente conservación y su carácter más
episódico no permiten muchas generalizaciones. Los analizaremos
en su momento oportuno. Aquí sólo pretendíamos
destacar las díneas máximas de la concepción de la divinidad
que manifiesta la literatura ugarítica. A propósito de cada
poema nos detendremos más concretamente en la organización
y sentido del mito respectivo y, dentro del mismo, en la
función y figura de cada divinidad.
Por su parte los textos de la práctica litúrgica demuestran
un carácter estático a este respecto y no nos ilustran
sobre las relaciones de los dioses entre sí, más allá de la
jeraquización que puede suponer el orden de sus enumeraciones
o listas, divergentes a este respecto. Sólo en algún
caso aislado nos informan sobre la especial actuación de algún
dios secundario, como Horón en el ámbito de la magia.
Haremos referencia a tales datos al momento de presentar
los correspondientes textos.
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