Cuando andaba entre la gente Porunamínari -creador de la Tierra,
del agua y de todas las cosas, padre de las jinnátati5 y de los jéinari6-,
un mono se casó con una india llamada Foméyaba, quien siempre olía
muy bien, a las mejores flores... Foméyaba salió embarazada y desde
ese momento los otros monos y los rabipelados le tuvieron rabia.
Un día el marido le dijo:
-Vaya a casa de mi madre a rallar yuca para hacer cazabe. Pero al
llegar a la montaña ponga cuidado porque hay dos caminos. En uno va
a encontrarse un pedazo de cola de rabipelado y en el otro un rabo de
waca7. El primero conduce a casa del rabipelado, el segundo a la choza
de mi madre.
Pero el rabipelado había escuchado la conversación y salió corriendo
a cambiar las señales. De manera que Foméyaba se equivocó y fue
a dar donde la madre del rabipelado. Por el mal olor conoció el lugar,
mas cuando pudo regresar ya era tarde porque el animal le cerró el paso
y la agarró. Forcejearon un rato; después que el rabipelado abusó de
ella la dejó ir.
El marido usó flores, hierbas y bastante agua para quitarle el mal
olor a su mujer... No obstante siempre le quedó un poquito.
Los otros monos querían matarla para que no diera a luz. Hicieron
un largo viaje hasta donde ella estaba. En un descuido de su esposo la
descuartizaron. Sin embargo, la criatura de sus entrañas logró sobrevivir
aunque apenas tenía forma. Una araña del río la terminó de formar.
Como era varón lo llamó Pwácari. Era muy pequeñito y olía un poco a
rabipelado. Aprendió a hablar como la corriente del río cuando cae por
las chorreras. «Cum-cum», dice el agua; «cum-cum», dice el pwácari.
Estando más grandecito lo crió la raya.
Equivocadamente, la raya guardaba una cesta llena de camarones
rojos y creía que eran ajíes. Un día Pwácari se los comió.
-Ay, ay. ¿Quién me comería los ajíes?
-Eran camarones, los ajíes son diferentes -le dijo Pwácari.
Al rato le trajo un poco de ajíes. La raya al comerlos se picó, y para
calmarse, se tiró al río. Pwácari le tiró un flechazo y se lo pegó en el
rabo. Ese es el origen de la espina que llevan las rayas debajo de la cola.
En aquella época los animales se transformaban en otros y así Pwácari
se transformó en culebra, para llegar donde su abuelo, porque su
padre había muerto de tristeza. El abuelo la cogió y le cayó a correazos,
pero de inmediato Pwácari se descubrió como su nieto.
El abuelo y el nieto vivieron un tiempo juntos. Una vez el abuelo le
dijo:
-Kll ONltt clui/n ulemprc se me mete un mato8 muy grande y gordo.
Yo lo qulNlcru tomur. Como estoy viejo no me es fácil. Tú si lo puedes
hucer. Cuando lo veas aparecer, fléchalo.
El abuelo salió. Al rato entró el mato. Pwácari se encaramó en el
techo y desde allí lo flechó por la cabeza. El lagarto se revolvió de un
lado para otro, partió la flecha y huyó con la punta encajada.
Al rato el viejo regresó. Pwácari le notó una puntilla metida por detrás
de la cabeza. Se parecía a la de su flecha.
-Yo me convertí en mato para probar tu valor y puntería. Ahora sí
debes ir a vengar a tu madre, a matar a los monos.
Pasó el tiempo. A los monos había llegado la fama de Pwácari, pero
no lo conocían. Se lo imaginaban muy grande.
Un día los monos elaboraban una canoa en la playa del río. La aldea
estaba sola con su cacique. A él se presentó Pwácari.
-Déjeme ayudarlo con la chícura9 a sembrar mientras sus monos
hacen la canoa.
El cacique accedió y Pwácari con la misma canoa lo mató. Luego,
en la tarde, fue donde los zamuros y les pidió una cesta de temaris10.
Se la llevó a los monos quienes quedaron con ganas de comer más.
Pwácari les señaló dónde había un árbol cargadito. Allí se fueron. Pwácari
aprovechó para transformarle la canoa en caribes y babas11. Como
había muchos temaris la noche sorprendió a los monos encaramados.
Pwácari hizo una laguna alrededor del árbol y les lanzó los caribes y las
babas. Comprendieron el engaño -el cual no podía ser sino de su único
enemigo, Pwácari- cuando a uno de ellos se le cayó un fruto sobre el
agua y por el ruido entendieron el peligro.
Pwácari se disponía a flecharlos cuando en eso llegó el corú-corú12:
-Déjame que yo te los flecho -le dijo.
Mas la primera flecha sólo sirvió de puente y un grupo de monos
se escapó. Pwácari, lleno de enojo, le dio un duro golpe en la cabeza
al corú-corú, tan duro que se la pegó contra el pecho... Por eso el corúcorú
tiene la cabeza gacha.
Pwácari flechaba a los monos y éstos al caer se los repartían los
caribes y las babas. Lo mismo le sucedía a quienes, desesperados, se
lanzaban para escapar de la venganza.
Cuando a Pwácari se le acabaron las flechas se fue. A pesar de ello
no acabaron las calamidades para los monos. A uno que guindaba de
una rama muy cerca del agua, una baba le arrancó el rabo y las nalgas...
De ése se engendraron las perezosas13. Otro mono le dijo a una baba:
-Llévame hasta la orilla.
La baba aceptó con la intención de comérselo apenas tuviera lugar.
El mono no era tonto y sospechaba las ganas de la baba. Al rato, como
tenía mucho calor, se lo expresó.
Apenas pasaron cerca de una rama, cuando el mono saltó y la baba
escasamente pudo arrancarle el rabo...
De él se formaron los que llaman monos chocotes porque no tienen
cola. Ésta es la razón por la cual todos los monos respetan al mono pwácari,
pese a ser el más pequeño de todos ellos.
5 Mujeres en lengua baré. (N. del C.)
6 Hombres. (N. del C.)
7 Pajaro de la región
8 Lagarto. (TV. del C.)
9 Instrumento largo y punzante para introducir las semillas en la tierra. (N. del C.)
10 Frutos de un árbol de la región. (TV. del C.)
11 Reptil parecido al cocodrilo, pero mucho más pequeño. (TV. del C.)
12 Ave pequeña de la zona. (TV. del C.)
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