sábado, 16 de marzo de 2019

El origen de la garza blanca (mito inca)

En la región del río Ucayali, donde viven los indios chamas, hay la
costumbre de obligar a los niños pequeños a tragar su saliva cuando
sienten pasar sobre sus poblados la garza blanca, a la que reconocen por
su grito o canto característico. Ellos creen que haciendo esto los niños
están libres de ahogarse o hacerse daño con las espinas del pescado. La
verdad es que los indios comen el pescado, aun el más espinoso, con
gran facilidad y saben evitar todo accidente que de sus espinas pudiera
sobrevenir.
Como explicación a esta facilidad y a aquella costumbre, jamás eludida,
cuentan la siguiente leyenda:
A orillas de un pequeño arroyuelo, afluente del Ucayali, vivía una
modesta familia, compuesta por los padres y tres hijos pequeños: dos
niños y una preciosa niña.
La madre adoraba a su hijita, porque era muy buena y hacendosa. La
vestía siempre de blanco y la niña era siempre un modelo de limpieza y
buenos modales. Tan habilidosa era, que hasta sabía comer el pescado
diestramente, sin que nunca le hiciera daño una espina.
Sus dos hermanos estaban celosos del cariño de la madre. Llegaron
a odiar a la niña, en tal forma, que se pusieron de acuerdo para hacerla
desaparecer.
Fueron hasta un pueblo lejano a buscar un brujo, para que les dijera
el modo de deshacerse de ella. El brujo prometió ayudarlos y una noche
oscura se acercó a la casita, a la orilla del río. Mientras la niña dormía,
la convirtió en un ave tan blanca como sus vestidos, en una garza.
Desde entonces, estuvo condenada a vivir en las orillas de los ríos y
de las lagunas, alimentándose solamente con los pececillos que lograba
atrapar con su pico.

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