Bajaban en una canoa por el río Huallaga un señor y sus
dos hijas. Por las inclemencias del tiempo, el viaje era lento.
En un sitio llamado Achinamisa oyeron los gritos de
«Ajojojó... ajojojó... ajojojó...». Era un maquisapa («mono
de manos grandes») que gritaba saltando de rama en
rama. Los bogas que manejaban la canoa, al oír y ver a
este animal, se dirigieron al patrón diciéndole: «Patrón,
mal agüero, este condenado maquisapa se está burlando
de nosotros, porque no tardará en llover».
Y, a pesar de que el cielo en esa mañana estaba limpio,
con la consiguiente sorpresa del patrón y sus hijas, no tardó
en caer un aguacero tempestuoso.
«Ya ves, patrón», le dijeron los peones, «el maquisapa
nunca se equivoca al avisar que va a llover».
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