miércoles, 6 de marzo de 2019

EL HIJO DE MARÍA

Un día, Jesús, hijo de María, se dirigía corriendo hacia la montaña. Alguien se
puso a seguirlo gritando:
«¡Nadie te persigue! ¿Por qué corres así?».
Jesús, sólo preocupado por su huida, no respondió siquiera a la pregunta. Pero el
otro reiteró su llamada:
«¡En nombre de Dios! ¡Detente! Quisiera solamente saber lo que haces, pues,
aparentemente, no hay motivo de temor».
Jesús respondió:
«¡Huyo de un tonto! No te pongas en mi camino. ¡No retrases mi huida!».
El otro exclamó:
«¿Cómo? ¡Tú que posees el hálito santo! ¡Tú, que has curado a ciegos y a sordos,
Tú, que puedes resucitar a un cadáver soplando sobre él! ¡Tú, que haces un pájaro de
un puñado de barro! ¿Por qué ese temor?».
Jesús respondió:
«Es Dios quien ha creado mi alma y mi carne. Cuando invoco Su nombre, el
ciego y el sordo quedan curados. Cuando invoco Su nombre, la montaña se dispersa
como un almiar. Si murmuro Su nombre al oído de un cadáver, resucita. Una gota se
convierte en un océano por Su nombre. Le he invocado mil veces ante un tonto, pero
no ha habido resultado alguno».
El hombre insistió:
«¿Cómo es que el nombre de Dios, que influye en el sordo, el ciego y la montaña,
no tiene efecto sobre un tonto? Si la tontería es una enfermedad como las demás,
¿cómo es que no se le encuentra remedio?».
Jesús respondió:
«La tontería es una maldición de Dios mientras que la ceguera no lo es. Pues se
adquiere. Los males que se adquieren merecen piedad, pero la tontería es nuestra
enemiga».
¡Como Jesús, huye de los tontos! La conversación de los tontos hace disminuir tu
fe, igual que el aire hace evaporarse el agua. Si te sientas sobre rocas húmedas, se va
el calor de tu cuerpo y caes enfermo. El tonto enfría tu naturaleza. No creas que Jesús
huía por temor. Estaba protegido por Dios. No, sólo lo hizo para enseñanza tuya.

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