miércoles, 6 de marzo de 2019

DESEO

Una esclava, dominada por el deseo, había enseñado a un asno a hacer el amor
con ella y el animal había tomado gusto en ello. La esclava utilizaba una calabaza
para controlar los asaltos del asno. Es decir, que en el momento de la unión, aquella
perra encajaba la calabaza en el miembro del animal para no recibir sino la mitad de
él, pues, sin esta precaución, se habrían desgarrado su vagina y sus intestinos.
El ama de la esclava se extrañaba de ver que su asno se desmejoraba de día en
día. Ningún veterinario descubría el secreto de aquella enfermedad. Ahora bien, un
día, por una grieta de la puerta, vio a su esclava bajo el asno. A la vista de esto, quedó
presa de admiración y también de celos.
«¿Cómo es posible? ¡Yo merezco eso mucho más que ella! Después de todo ¿no
es mío el asno?».
El asno era maestro consumado en su tarea. La mesa estaba dispuesta y las velas
encendidas. El ama se hizo la inocente y llamó a la puerta.
«¿Vas a seguir mucho tiempo barriendo esta cuadra? ¡Vamos! ¡Abre!».
La esclava escondió apresuradamente sus avíos y abrió, con una escoba en la
mano. El ama le mandó entonces que fuera a la ciudad a hacer un recado. ¡En
realidad, la conversación fue más larga, pero preferimos abreviar estos comadreos!
Una perra había, pues, reemplazado a la otra. Ebria de deseo, cerró la puerta. ¡Por
fin sola! Su alegría llegó a su colmo cuando midió con una mirada el deseo del asno.
El deseo vuelve el corazón ciego y sordo. Incluso un asno seduce a una belleza.
El deseo enmascara la fealdad y de este modo es como coge en la trampa incluso a
los hombres sensatos. Si el deseo ha podido transformar un asno en hombre hermoso,
¡qué habría sucedido si hubiera habido un hombre hermoso en su lugar! El exceso de
comida es lo que alimenta el deseo. ¡Sé sobrio o cásate si quieres ser razonable!
En pleno éxtasis, la mujer atrajo el asno a ella. Pero su castigo no tardó en llegar.
Para satisfacer su deseo, había subido a la mesita que utilizaba su esclava. Cuando el
asno se acercó, ella alzó sus piernas. El miembro del asno era como un hierro caliente
al rojo blanco. Bien enseñado, el animal penetró en la mujer y la desgarró de golpe.
El establo quedó lleno de sangre. La mesita cayó por un lado y la mujer por el otro.
Una muerte vergonzosa engendra la vergüenza. ¿Has visto alguna vez a la víctima
de un asno? Escucha: Tu ego animal es como el asno, pero aún es peor encontrarse
debajo. Si tú mueres un día a causa de tu deseo, sabe que eres más bajo que esta
mujer. Su deseo le hizo sobreestimar su apetito y por eso fue por lo que la muerte la
atrapó por la garganta. No dejes que tus deseos te arrastren fuera del justo medio. El
deseo quiere poseer todo pero te impide tener nada. ¡Guárdate del deseo, oh, ansioso
e hijo de ansioso!
La esclava, por su parte, lloraba por las calles.
«¡Oh, ama mía! ¡Quisiste alejar a la verdadera maestra! No quisiste que te
iniciara. Y has muerto por ignorancia. Adoptaste mis prácticas, pero no te atreviste a
informarte mejor. ¡Oh, mujer idiota! ¡No viste sino la apariencia y no pensaste en el
continente! ¡Viste bien el miembro reluciente del asno, pero habrías debido ver
también la calabaza! ¡El amor del asno te excitó tanto que te volviste ciega por él!».
Muchos hombres, con una caña en la mano, se creen Moisés o Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario