miércoles, 6 de marzo de 2019

CIEGO

Un día, un hombre fue a visitar a un sheij que era pobre y ciego. Quedó muy
asombrado al encontrar en su casa un ejemplar del Corán. Se preguntó:
«Este hombre es ciego y no puede leer. ¿Qué puede hacer con el Corán? Si le
hago esta pregunta será una falta de respeto».
Ahora bien, sucedió que el sheij le ofreció hospitalidad para unos días. Una
noche, nuestro hombre fue despertado por una voz que recitaba el Corán. Al
levantarse, descubrió al ciego, con los ojos en el libro, recitando el Corán. Le dijo:
«¿Cómo consigues leer? Veo tu mirada que se desplaza en cada línea que pasa.
¿Las ves realmente?».
El ciego respondió:
«¡Oh, tú, que ignoras todo del cuerpo! ¿Por qué te extraña que Dios pueda
permitir una cosa así? Yo he pedido ayuda a Dios para poder leer el Corán, pues
tengo mala memoria. Por eso es por lo que, cada vez que abro el Corán, ¡veo en él!».

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