Un niño estaba encargado de tocar el tambor para espantar a los cuervos que
venían a picotear las semillas. Las semillas estaban protegidas de las aves por el
sonido de su tambor. Pues bien, un día, el sultán Mahmud llegó con todo su ejército y
millares de soldados invadieron el pueblo. El mismo sultán marchaba a la cabeza,
encaramado en un camello que llevaba dos grandes tambores. Cuando vio que este
camello penetraba en su campo, el niño tocó su tambor para expulsarlo. Un hombre
sensato le dijo:
«¡Qué ridículo es tu tambor comparado con los enormes tambores que lleva el
camello! ¡Pierdes el tiempo haciendo ruido porque ese camello ya está acostumbrado
a otros sonidos!».
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