jueves, 14 de marzo de 2019

Mitología egipcia: La isla Encantada

Los egiptólogos llaman normalmente a este relato El marinero náufrago, pero el
antiguo escriba pone realmente el énfasis más sobre la localización exótica de la isla
misteriosa y sobre la criatura sobrenatural que allí vive. La fuente de esta aventura es
un papiro del Museo de Moscú que data del Imperio Medio, era clásica de la
literatura egipcia. (Data probablemente de algún momento del siglo XIX a. de C.) Es
significativo que este período de la civilización egipcia presenciara la expansión del
poder faraónico en Nubia, al sur de la frontera granítica de Asuán. Hubo por entonces
una intensificación del control sobre la minas de oro, con la construcción de
fortalezas macizas alrededor de la Segunda Catarata del Nilo. Además, había cierto
espíritu de exploración que implicaba el envío de agentes reales al Sudán para
estudiar las rutas lucrativas de comercio.
Al principio de La isla Encantada, un enviado anónimo regresa de una misión
comercial exploratoria en Nubia. A partir de inscripciones históricas, como la
autobiografía del gobernador Harjuf (en torno al 2240 a. de C.) grabada en la fachada
de su tumba en Qubblet el-Hawa en Asuán, conocemos los bienes de lujo que se
buscaban para el faraón (incienso, ébano, colmillos de elefante y pieles de pantera).
El emisario se encuentra en un agudo estado de depresión, porque ha fracasado
rotundamente y está muy preocupado por cómo explicar que su barca esté vacía de
mercancías valiosas para el rey. Pero entonces, un hombre de su séquito —el
auténtico marinero náufrago del relato— lo insta a ver las cosas por el lado positivo.
La expedición no ha sufrido pérdidas humanas en route, y ahora está a salvo, fuera ya
de Nubia en el lado egipcio de la Primera Catarata. El marinero insiste en relatar al
emisario la historia de una aventura que le ocurrió una vez.
Formaba parte de una expedición con destino a las minas reales, empleando una
ruta que implicaba navegar por el mar Rojo. El barco era impresionante, de 60 metros
de largo y 40 metros de ancho. Sus compañeros (había 120 marineros) carecían de
miedo, siempre impasibles ante los elementos de la naturaleza y capaces de predecir
cuándo estallaría una tormenta. Pero un súbito chubasco produjo una ola de cuatro
metros de altura, de manera que —como dice el papiro—"murió el barco". Toda la
tripulación pereció en el mar a excepción de él mismo, que alcanzó la costa de una
isla.
Durante tres días se ocultó, aprovechando la protección que le brindaban los
árboles, hasta que la sed lo llevó a explorar el lugar. Y se encontró con que había
naufragado en un auténtico Jardín del Edén, rodeado de higos maduros, uvas,
legumbres, pepinos, y abundantes peces y aves salvajes. Habiendo comido hasta
excederse, encendió una hoguera y quemó una ofrenda para mostrar a los dioses su
gratitud por el hecho de haber sobrevivido. Obviamente el humo reveló su paradero,
porque los árboles pronto empezaron a desplomarse sobre el suelo y toda la isla
parecía estremecerse. Para su consternación, vio acercarse una gigantesca serpiente
de 16 metros de largo. Era una criatura de leyenda: cubierta de escamas de oro, tenía
cejas hechas de lapislázuli y llevaba, como un dios, una barba que le colgaba hasta un
metro.
La serpiente, que tenía el poder del habla humana, se encabritó y exigió una
explicación al marinero de cómo había llegado a la isla. La amenaza adjunta de que,
si no daba rápidamente la respuesta, escupiría fuego y reduciría al marinero a cenizas,
hizo que éste se volviese incoherente de terror. Entonces la serpiente se volvió más
benévola y llevó al marinero en sus fauces hasta su morada sin herirlo. Más seguro
ya, el marinero le relató la historia del naufragio (en un relato que repite casi palabra
por palabra la primera descripción, un rasgo común de la tradición oral o de los
antiguos narradores de cuentos). La serpiente dijo entonces al marinero que una
fuerza divina lo había arrastrado hasta la "isla del Ka". Esta expresión es difícil de
traducir, pues el "Ka" es la fuerza vital de una persona que nace al mismo tiempo que
el cuerpo físico, pero que sobrevive a la fuerza física como entidad espiritual. Un
egiptólogo ha sugerido que una interpretación podría ser la "isla Fantasma". Sin
embargo, dado que "Ka" es un poder mágico, capaz de hacer reales representaciones
inanimadas de, por ejemplo, pan, jarras de cerveza, incienso, vestidos de lino y
animales, probablemente, el significado que quería darle la serpiente era el de "isla
Encantada". Además, dijo al marinero que su permanencia en la isla duraría cuatro
meses, hasta que sus amigos pasasen por allí navegando y lo rescatasen, enfatizando
que llegaría a su casa y moriría en su propio pueblo. Téngase en cuenta que el
enterramiento en Egipto era de vital importancia, ya que sólo después de él podían
celebrarse los apropiados rituales funerarios. Y también le explicó la serpiente que la
experiencia de una calamidad podía compensarse por el sentimiento de alivio al
mejorar la situación.
En el siguiente episodio, la serpiente cuenta su propia historia dentro de la
estructura del relato del marinero, lo que a su vez es un nuevo entretenimiento para el
abatido emisario. Esta técnica de incluir un relato dentro de otro relato que suelen
usar los narradores de cuentos, y que aquí aparece en una forma simple procedente de
hace casi cuatro mil años, sirve por ejemplo también de base para algunas de las
tramas más elaboradas relatadas por la princesa Sherezade en los famosos cuentos de
Las mil y una noches. En la isla Encantada había originariamente setenta y cinco
serpientes, pero un día todas las otras murieron a causa de la caída de una estrella
(probable referencia a un meteorito) que acabó por abrasarlas. La serpiente
superviviente se quedó desolada, pero finalmente pudo vencer su dolor. Sin embargo,
al marinero le hace pensar en la felicidad de la vida familiar. Conmovido por su
relato, el marinero promete que a su regreso a Egipto proclamará la magnanimidad de
la serpiente con los extraños como él, y enviará a la isla un cargamento de bienes
exóticos, como aceite aromático y mirra. La serpiente, riéndose, le contesta que la isla
tiene más productos valiosos de los que el marinero vaya a ver jamás. Además, se
llama a sí misma "príncipe de Punt" —el país del que Egipto obtenía incienso, bienes
y productos del África Ecuatorial, situado en la región del río Atbara—, y, por otra
parte, una vez que el marinero se haya ido, la isla desaparecerá bajo las olas del mar
Rojo. (Por supuesto, por medio de esta inteligente argucia, el narrador se asegura de
que nadie podría ser tan prosaico como para comprobar los hechos del relato del
marinero.)
Cuatro meses más tarde, una barca con una tripulación compuesta por sus amigos
se acerca hasta la isla y el marinero hace señales desde un árbol en el que se
encuentra subido. La benevolente serpiente lo despide entonces con el regalo de un
cargamento de mirra, aceite, ungüento perfumado, pintura para ojos, colas de jirafa,
colmillos de elefante, galgos, monos y mandriles. En la orilla derecha de Tebas, si se
mira a los muros del templo de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahri y de la tumba en
roca del visir Rejmire, se pueden ver exactamente todos esos tipos de mercancías que
vienen desde los países meridionales a Egipto. Dos meses después, con el cambio del
mar Rojo al río Nilo anteriormente mencionado, el marinero llega a la residencia real
y entrega sus mercancías, siendo recompensado por el faraón con una dotación de
siervos y nombrado funcionario de palacio. La ironía del venturoso desenlace de la
aventura del marinero, en contraste con el sombrío fracaso del emisario al que le
cuenta su relato, contribuye a establecer un final burlón. El emisario utiliza una
analogía entre la futilidad del dar agua al amanecer a una oca a la que van a matar
algo más tarde y, en su propio caso, la desesperanza al ser animado brevemente antes
de enfrentarse con el faraón.
Para indicar que se ha llegado a la conclusión del relato, el papiro acaba con estas
palabras: "Ha ido de principio a fin, tal como aparece en el escrito, la obra del escriba
en dedos excelente; Imen-aa, hijo de Imeny, que viva muchos años; que prospere, que
tenga salud siempre."

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