La Tierra fue encontrada en las garras y en la boca de una rata almizclera.
Después comenzó a expandirse sobre la superficie del agua y
Na-na-bou-jou se sentó, día tras día, para observar su crecimiento.
Pero la Tierra crecía y crecía y Na-na-bou-jou ya no podía ver su
extensión. Entonces llamó a un lobo y lo mandó a correr alrededor de la
Tierra, de manera que se pudiera saber el tamaño que ésta iba cogiendo.
El lobo así lo hizo, se ausentaba un tiempo y regresaba, trayendo
noticias.
Después de unos meses, Na-na-bou-jou envió al lobo otra vez para
que corriera hasta donde llegaba la Tierra en su constante crecimiento.
El lobo estuvo corriendo por dos años y regresó sin que le hubiera
encontrado fin. Entonces Na-na-bou-jou lo mandó de nuevo, a que insistiera
con todas sus fuerzas, y el lobo no regresó jamás.
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