Le mostraron a Cristo una imagen de tierras lejanas. Sobre la palma de la mano y de los pies tenía unos ojos abiertos. Uno preguntó, “¿No es esto superstición? ¿Puede uno ver a través de las manos y las plantas de los pies?”
El Maestro dijo, “Verdaderamente nosotros aprendemos a ver por la mano y el pie. ¿Sabrá el holgazán la esencia de las cosas? ¿Cómo expresaremos nuestras conclusiones si no aplicáramos nuestras manos? Y por nuestros pies el espíritu pisa por la Tierra.”
Luego, el Maestro añadió, “Los Sabios nos dieron esta imagen para que recordáramos la naturaleza de las cosas.”
Y también añadió, “¿No son los ojos como heridas abiertas? Verdaderamente, verdaderamente, a través de las heridas abiertas llega la luz.”
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