Una mañana de San Juan, un joven que pasando por el monte vio un cáliz de oro. Como vio que
no había nadie vigilando lo cogió y salió corriendo, al rato una xana (legitima propietaria del cáliz)
salió corriendo tras el con la sana intención de recuperar su cáliz y ya puestos matar un poquito a
tan atrevido mozo. Cuando el hombre vio que le iba a alcanzar y que no podría escaparse grito
con todas sus fuerzas "!Ay, San Juan que es para ti!". Y la xana desapareció.
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