miércoles, 6 de marzo de 2019

DOS ÁNGELES

Dos ángeles puros, llamados Harût y Marût, habían sido condenados a
permanecer prisioneros en el fondo de un pozo, en pleno centro del universo. Eran
conocidos por su ciencia de la magia y esta reputación atraía a mucha gente. Ellos
negaban que quisieran enseñar la magia. A los que insistían, les decían: «Nosotros
sólo enseñamos la magia para probar a los hombres».
Los deseos son como perros dormidos. El bien o el mal que reside en ellos
permanece oculto. Aunque en apariencia estén tan inmóviles como troncos de leña,
las trompetas del deseo resuenan tan pronto como se despierta su interés. Cientos de
perros se despiertan así. Resurgen muchos deseos enterrados. Cada pelo de esos
perros se convierte en un diente. Sucede como la brasa que se frota con leña seca. No
siempre se les ve, porque no tienen piezas que cazar.
El enfermo ha perdido su apetito. Sólo tiene un deseo: recobrar la salud. ¡Pero si
le muestran una rebanada de pan o un fruto seco, se olvida inmediatamente de que
necesita seguir un régimen! Si tiene paciencia, la vista de este alimento le es útil, pues
lo hace fuerte. ¡Pero si no tiene paciencia, entonces, más vale que no lo vea!

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