miércoles, 27 de marzo de 2019

LA TORRE DE ALOS Deba, Gipuzkoa

Esta leyenda está basada en unos versos que se cantaban en la zona de Deba y que datan de principios del siglo XV. Los versos, recogidos por Araquistain en 1865, cuentan la historia de la torre de Alos. 



La torre de Alos era una importante casa solariega de Deba. Su dueño, Beltrán Pérez de Alos, se casó dos veces. De su primera mujer tuvo a una hija, hermosa y buena, a quien llamaron Uxue. 

Al quedar viudo, el señor de Alos volvió a casarse y, tal como a veces sucede en los cuentos de hadas, la nueva señora no quería a Uxue, pero nada dejaba traslucir en presencia de su marido. El padre adoraba a su hija, y era correspondido por ésta. 

Un día, Beltrán de Alos tuvo que partir a la guerra, y estuvo siete largos años lejos de su casa. A punto de regresar a sus tierras, recibió una carta de su mujer diciéndole que Uxue, la dulce paloma, había tenido un hijo ilegítimo, un hijo sin padre, y había llevado la deshonra a la torre de Alos. 

Con el corazón triste, Beltrán regresó a su hogar. Ya se divisaba la torre a lo lejos cuando el señor de Alos decidió hacer un alto en una posada. Estando allí, entraron dos hombres comentando las últimas noticias. 

—Parece que el señor de la torre vuelve de la guerra... —dijo uno. 

—Sí, ¡y buena sorpresa va a llevarse! —añadió el otro—. Dejó a dos y ahora hay tres en la casa. 

Beltrán no quiso oír más y se dispuso a salir de la posada, cuando escuchó de nuevo a los dos hombres. 

—Dicen que el niño es hijo de Uxue. 

—Eso dicen, pero el niño se parece más a la señora. 

Preocupado por lo que acababa de escuchar, Beltrán decidió averiguar la verdad y, simulándose muerto, hizo que sus hombres lo llevaran a la torre. Pronto se extendió la noticia, y el lugar se llenó de parientes y amigos que lloraban la pérdida de tan noble señor. 

En aquel entonces, era costumbre velar el cadáver durante la Gau-illa, la vela mortuoria, y los presentes, uno por uno, se acercaban al ataúd y decían lo que pensaban sobre el difunto en voz alta. 

Uxue se acercó cuando le llegó el turno y besó la frente de su padre, luego entonó unos versos en los que ponía en evidencia que el niño nacido en Alos era hijo de la mujer de su padre y de un primo de éste, apodado “Cuervo Negro”. 

Ya iba a abalanzarse el culpable contra Uxue para matarla y evitar así que continuase hablando cuando Beltrán de Alos, levantándose del ataúd, ante el estupor de todos, atravesó a “Cuervo Negro” con su espada y lo mató. 



Endechas de Don Beltrán de Alos (siglo XV) 

Etxe eder leiho gabe onetan, 

Ez naiz sartu zazpi urte aubetan, 

Eta zortzigarrenian 

Neretzat zorigaitzian 

Aita Beltranen iltzian 



Ama-andria nena nizaz 

Bi erdi egin zanian, 

Milla olio iII eta 

Ezkaratzian 

Zaspi zezen korritu ere 

Enparantzlan, 

Ni ere banenguen 

Lumatxo artian 

Eta nere ama-andria 

Urre gortiña artian. 

Gero Bidania guztian 

Bat zen erorik eta zororik 

Aita-jauna neriak aura 

Senartzat eman dit, 

Baña ez nuke trukatuko 

Obiagoagatik. 

Aitajauna neriak 

Niri eman zidan 

Imiñan dotia, 

Ama-andriak ere ixillik 

Bere partia 

Lenen gabian 

Begiak biotzak luen mendian, 

Baita berriz ere bigarrenian: 

Irugarrena igaró baño len 



Ondo poztu ziñan 

Alos-torria 

Eldu zalako neregan semia 



Alos-torria! Bai Alos-torria! 

Alos-torreko 

Eskallera luzia 

Alos-torrian 

nenguanian 

Goruetan 



Bela beltzak kua kua 

Leiuetan 

Andik jaiki eta 

Urre gozuazjo nuan 

Baña andik laster 

Berri gaiztuak jo ninduan. 

Zaldunak esan zion: 

—Ixil! ixil!, Ama dollorkumia 

Ez dela oh zure 

Esateria 

—Ixil, ixil zaldun odol 

Txarreko gastia, 

Ala ere gutxiago zan 

Zure eginpidia 

Aizpa ederrak or daude 

Ederrik eta galantik 

Aatz ederrak erastunez 

Beterik, 

Ez daukatela mantubetan 

Zulorik. 

Ala ere gutxiago 

Begietan negarrik 

Ama-andriari ere bal 

Poza dario: 

Nere biotzari bakarrik 

Mindura jario! 



Alta-ja una neria 

Gaztelan zanian, 

Ixil askorik jaio zan 

Alos-torrian semia. 



Eta ala-ere ixillagorik 

Dago bakian 

Azitzen Zarautz aldian 

Gure jatorriaren 

loitukerian; 

Ai! au mindura beltza, 

Ai! nire lotsa! 



Alabak negarra ta 

Aitak lurotza! 

Zeñek loitu zaitu zu, 

Alos-torria ? 

Ai! nere Aita maite, 

Aita maitia! 

lltzia ondo egin dezu 

Aita-jaun maitia! 

Siete años van que no entro 

en esta hermosa casa sin ventanas, 

y al octavo, 

para mi desgracia, entro 

a la muerte de mi padre Beltrán. 

Cuando me parió 

mi señora madre 

se sacrificaron 

ocho mil gallinas 

en la cocina, y se corrieron 

siete toros en la plaza. 

Me tenían 

entre plumas, 

y entre cortinas de oro 

estaba mi madre. 



El único loco maniático 

que hubo en Bidania, 

me lo dio mi padre 

luego por esposo. 

Pero no lo cambiaría 

por otro mejor. 

Mi señor padre 

me dio la dote en celemines; 

y también mi señora madre, 

a escondidas, su parte. 

La primera noche 

el corazón y los ojos 

cayeron bajo el sueño; 

también la segunda; 

antes de acabar la tercera, 

sin embargo, 

bien te alegraste, 

Torre de Alos, 

que engendré un hijo 

en mis entrañas. 

Torre de Alos! 

Ay, Torre de Alos! 

La larga escalera 

de la Torre de Alos! 

Cuando hilaba yo 

en la Torre de Alos 

crac, crac, crac 

graznaban los cuervos 

en tus ventanas. 

Al levantarme 

hilé con la rueca de oro; 

pero pronto me llegaron 

malas nuevas. 

Le dijo el caballero: 

—Calla!, madre traidora, 

que no has de 

decir eso. 

—Calla!, joven caballero, 

de mala sagre! 

Menor era tu obligación. 

Ahí están 

mis hermosas hermanas, 

lindas y bellas, 

sus dedos cubiertos 

de anillos: 

sin rotos 

en sus capas. 

Y menos aún, lágrimas 

en sus ojos. 

También su señora madre 

rebosa de alegría: 

Sólo mi corazón 

llora afligido!. 



Cuando mi señor padre 

estaba en Castilla 

bien en secreto nació 

una criatura 

en la Torre de Alos. 

Y en mayor secreto está 

todavía creciendo en paz 

por la parte de Zarauz, 

para deshonra 

de nuestro linaje. 

Ay, negra aflicción, 

deshonra mía! 

Que la hija llora, 

y su padre 

descansará bajo tierra! 

Quién te deshonró, 

Torre de Alos? 

Ay, padre mío, 

mi padre querido! 

Hiceste bien, muriendo, 

padre mío, tan amado! 

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