En euskera, las palabras birao o sakre designan la maldición, y también a un genio o diablo que se adueña de la persona que ha sido maldecida.Hasta no hace mucho, existía la creencia de que el birao introducía en el cuerpo del maldecido unos espíritus malignos, llamados gaiztoak.
La maldición puede realizarse mediante palabras, gestos o símbolos. Barandiaran dice que la frase “Ozpina erre bahindu” es una fórmula a la que temen los habitantes de Uharte-Hiri, en Behenafarroa.
La siguiente leyenda fue recogida por Barbier en su libro «Legèndes du Pays Basque», y Barandiaran también la menciona en su «Diccionario».
Hace mucho tiempo, en una época muy antigua, en un caserío de Mithirina, en Behenafarroa, estaban todos muy ocupados desgranando el maíz recogido aquel mismo día.
Al darse cuenta de que se había olvidado el rastrillo de dos dientes en el campo y de que lo necesitaba para dividir el maíz, el criado del caserío dijo:
—¡Diez céntimos a quien me traiga el rastrillo!
—¡Prepara el dinero! —exclamó rápidamente un moza que también servía en el caserío—. Yo misma iré a buscar tu rastrillo.
Y salió corriendo de la casa, No habían transcurrido ni cinco segundos cuando el criado sintió haber ofrecido aquel dinero, y pensó:
—¡Ojalá se la lleve el diablo!
En ese mismo instante se oyó un grito angustioso. Todos los de la casa salieron a ver cuál era la causa, y vieron, horrorizados, que la joven pasaba por encima del tejado llevada por algo o alguien que nadie podía ver.
Al pasar por encima del patio del caserío, la joven dejó caer el rastrillo.
—¡Ahí tienes el rastrillo! —le gritó al criado—. ¡A mí me lleva el diablo!
Después de los vecinos de Mithirina, los de Inhurria corrieron, tratando de alcanzar a la desafortunada muchacha, y corriendo llegaron hasta Larzabale sin aire en los pulmones, pero, allí, los vecinos de aquel pueblo siguieron detrás de la moza, y así de pueblo en pueblo, hasta más allá de Mendibe.
Al pasar por encima de la ermita de Salbatore, la joven gritó:
—¡Salbatore! ¡Salbatore! ¡Ayúdame!
Nada más decir estas palabras empezó a descender suavemente hasta tocar tierra. El diablo que la llevaba había desaparecido.
* * *
Existen varias leyendas en Euskal Herria sobre el tema de la maldición, y algunas se repiten, aunque varía el lugar y los hechos. Así por ejemplo:
Una muchacha pasaba las horas peinándose, y ayudaba poco —o, mejor dicho, nada— en las labores de la casa, por lo que un día, su madre, enfadada, la maldijo con estas palabras:
—¡Ojalá te lleven mil rayos!
Y la hija desapareció al instante.
Más tarde se mostró en figura de esqueleto a un pastor, a quien dijo que se encontraba cumpliendo la maldición de su madre.
* * *
Existe otra leyenda parecida a la anterior, en la que una joven tampoco ayudaba en el caserío y la madre le dijo:
—¡Ojalá te lleve Mari!
Y, en efecto, Mari se la llevó y la retuvo durante siete años cor ella, enseñándole a hilar y a tejer con hilos de oro. Pasado aquel tiempo, la dama Mari la dejó regresar a su casa, y cuando le preguntaror dónde había estado todo aquel tiempo, contestó:
—¡Cumpliendo el deseo de mi madre!
* * *
Otra joven había llevado las vacas a pastar y, al volver, se dio cuenta de que le faltaba la vaquilla roja. La madre la mandó a buscarla, pero ella no quiso ir, alegando que se encontraba muy cansada y que la vaquilla ya aparecería al día siguiente. La madre, enfadada, la maldijo diciendo:
—¡El diablo te lleve si no la traes!
La joven salió, entonces, en busca de la vaquilla, y al poco rato vio una que creyó era la suya. Se acercó con cuidado y, ¡zas!, la agarró por el rabo, pero la vaquilla, que era en realidad un genio maligno, salió corriendo, llevándose a la joven a una caverna, de donde nunca más salió.
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