Un idiota dijo un día a un pobre que pasaba:
«¡En esta ciudad nadie te conoce!».
El pobre respondió:
«¿Qué puede importar que los ciudadanos no me conozcan? Me basta con
conocerme yo mismo. Si se produjese lo contrario, mi sufrimiento sería mucho peor.
¡Soy un idiota, pero un idiota lleno de suerte y mi suerte socorre a mi inteligencia!».
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