Unos jóvenes fabricaban una canoa, en la selva, a
media hora de camino de su tambo. Y una mañana, concluida
la obra, cuando estaban pensando en la manera de
llevarla al río, oyeron a lo lejos un rumor como de una
gran manada de monos que se acercaba. Uno de ellos regresó
al tambo por su escopeta para cazarlos. Después de
un momento, cuando QI rumor de los monos parecía estar
más cerca, el otro vio llegar a su hermano con la escopeta
al hombro, quien, de cierta distancia, le hizo señas para
que lo siguiera. Iban caminando ya largo trecho por la
selva y el rumor seguía produciéndose delante de ellos,
a medida que avanzaban, cuando el joven reparó que los
árboles que lo rodeaban eran muy grandes y raros y nunca
los había visto por esos lugares.
De pronto, se dio cuenta de que los pies de su acompañante
eran desiguales: el pie izquierdo más pequeño y
con uñas'a manera de garras de tigre. El joven se paró
lleno de miedo. Aquel individuo fantástico, al notar que
el joven no lo seguía, también se detuvo y lo miró, sonriendo
malignamente; sus ojos tenían un brillo horrible.
El joven levantó la mano e hizo la señal de la cruz, implorando
a Dios que lo librara de tan terrible compañía;
cerró los ojos, y al abrirlos ya no encontró al Chullachaqui;
había desaparecido.
Oyó a lo lejos tiros de escopeta y se orientó por ellos
para regresar y encontró a su verdadero hermano, que
lo estaba buscando desde hacía mucho rato. El joven no
pudo hablar bien durante algunos días, tenía como atada
la lengua.
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