Q
uedan aún por tratar tres familias heroicas mayores: los Atlántidas, que descendían de las siete hijas de Atlas; los Asópidas, descendientes de las numerosas hijas del dios-río del Peloponeso Asopo, y, por último, la familia real arcadia. Como en el caso de los Pelópidas, las primeras dos familias tienen un interés especial en relación con el origen y el mundo ancestral de algunas de las figuras más importantes de la guerra de Troya. La familia de Helena en Esparta y la de Príamo y Paris en Troya están ambas incluidas en el mismo árbol genealógico a partir de dos ramas distintas de la familia de los Atlántidas (junto con los Pelópidas también, por línea femenina). Al menos en la tradición posterior a Homero, los dos guerreros mayores de la fuerza griega, Aquiles y Áyax, son primos por vía de una descendencia asópida común. Ambas familias eran muy numerosas, sin embargo, y habrá que dar a cada una un trato diferenciado y completo. Las hijas de Atlas, además, son importantes por derecho propio por su naturaleza común como Pléyades. La familia real arcadia, que desciende de Pelasgo, el primer hombre nacido de la tierra de esa montañosa región, era semejante en carácter a la familia real ateniense, ya que algunos de sus miembros desempeñaban un papel importante en la saga heroica y estaba estrechamente asociada con las leyendas locales.
Los Atlántidas
Atlas y sus siete hijas, las Pléyades
Atlas, un hijo del titán Jápeto (cf. p. 90) se las arregló para engendrar una familia numerosa: aunque su tarea era sostener los cielos, su esposa Pléyone le dio siete célebres hijas. Bajo su nombre común, las Pléyades se identificaban con el grupo de siete estrellas de ese nombre pertenecientes a la constelación del Toro; individualmente su importancia genealógica radica en ser las fundadoras de diversas ramas de una de las grandes familias de la mitología heroica: la familia de los Atlántidas. Todas, excepto una, tuvieron hijos con dioses; y una, Maya, llegó a ser la madre de uno de los dioses olímpicos. Aunque aquí nos detendremos en primer lugar en los linajes heroicos que surgieron de sus diversas relaciones, comenzaremos con los mitos asociados con ellas en su otra naturaleza, la de doncellas-estrellas.
En el folclore antiguo y el moderno, las estrellas que se reúnen en grupos por lo general se identifican con doncellas o con animales. Ambas ideas se solapan en el caso de las Pléyades en la Antigüedad, ya que los griegos creían que eran las hijas de Atlas —ya aparece así en Trabajos y días de Hesíodo—,[1] mientras que los romanos las llamaban los Septentriones, es decir, la yunta de siete bueyes. Las hijas de Atlas recibieron ese nombre griego antiguo (Pléyades) cuando fueron identificadas con el grupo de estrellas; y el nombre tradicional de su madre, Pléyone, era secundario, ya que surgió para que el nombre de Pléyades pudiera interpretarse como un patronímico. Los mitos astrales de las Pléyades se dividen en dos grupos: unos explican cómo las hijas de Atlas pasaron a habitar los cielos y los otros, la causa de que una de las Pléyades brille menos que el resto.
Dado que la constelación de Orión se levanta cuando las Pléyades se ponen, Orión parece perseguirlas a través del cielo. De acuerdo con esto, se explicaba que Orión se las había encontrado mientras atravesaban Beocia (su tierra natal, cf. p. 720) junto a su madre Pléyone y que se había lanzado a perseguirlas a fin de violar a Pléyone. La persecución se prolongó durante cinco (o siete) años, entonces Zeus se apiadó de las doncellas y las transfirió a los cielos, donde son las estrellas las que pasan a representar la persecución.[2] En otra narración, Orión sale para violar a las doncellas y entonces ellas elevan una plegaría a Zeus, quien las transforma en palomas (peleiades) y las asciende a las estrellas.[3]
Surgió una historia completamente diferente para explicar conjuntamente el origen de las Pléyades y de las Híades, otro grupo de estrellas de la constelación de Tauro, compuesto por cinco estrellas que perfilan la faz del Toro. Se sugiere aquí, mediante esta conexión con las Pléyades, que no eran éstas las únicas hijas de Atlas, sino que la familia comprendía además a otras cinco hermanas y a un hermano llamado Hiante. Cuando Hiante murió atacado por un león (o una serpiente o un jabalí) durante una cacería en Libia, cinco de sus hermanas quedaron tan desoladas que murieron de un colapso, lo que provocó la conmiseración de Zeus, quien las elevó a los cielos como las Híades. Cuando las otras siete hermanas murieron también al cabo del tiempo, Zeus las transfirió asimismo a la misma región celestial con el nombre de Pléyades. Las Híades reciben ese nombre a causa de su hermano y las demás hermanas, porque eran más (pleious) que las anteriores.[4]
Según otra narración recogida en un fragmento de Esquilo, Zeus elevó a las siete hijas de Atlas a los cielos porque se apiadó de la pena que sentían por su padre, cuya dolorosa tarea era sostener los cielos.[5] De acuerdo con la poeta helenística Moiro, las Pléyades habían sido palomas durante su vida terrenal y se ganaron el agradecimiento de Zeus porque le habían traído ambrosía desde las corrientes del Océano cuando era un niño.[6] Este tipo de historias puede llegar a confeccionarse a voluntad.
Aunque la tradición afirme que las Pléyades eran siete estrellas, era un número convencional, dado que hay más estrellas visibles y hay seis que son más brillantes que el resto. La razón de que una brille menos es la siguiente: la pléyade Mérope esconde su luz porque está avergonzada de ser la única de las hermanas que se casó con un mortal (con Sísifo, cf. infra).[7] En otra versión, una de las hermanas, Electra, estaba tan desolada ante la destrucción de Troya (a la que gobernaban sus descendientes, cf. infra) que se cubrió el rostro y quedó parcialmente visible desde entonces; en otra narración se separó del resto de las hermanas y se convirtió en un cometa, una idea inspirada por el hecho de que la cola de un cometa (es decir, «la estrella de pelo largo», en griego: aster kometes) se parece al pelo suelto de una mujer lamentándose.[8]
Para pasar al segundo aspecto de la mitología alrededor de las hijas de Atlas, su función genealógica como fundadoras de familias de héroes o como madres de notables hijos, hay que mencionar que dos de ellas son particularmente importantes: Electra, como progenitora del linaje real troyano, y Táigete, como progenitora del linaje real espartano. Otra hermana, Alcíone, tiene bastante importancia en el linaje heroico como ancestro de algunas notables figuras pertenecientes al ciclo tebano y al linaje real eubeo. Comenzaremos, sin embargo, por las demás hermanas, que requieren un acercamiento más breve. De las familias heroicas de Estérope y Mérope ya se ha tratado: los Pelópidas y el linaje real corintio; Maya era la madre de Hermes y Celeno no tuvo hijos célebres.[9]
Maya y su hijo divino, y las tres familias atlántidas menores
(i) Maya tenía reservado un destino excepcional: convertirse en la madre de un dios olímpico. Vivió escondida en una cueva del monte Cilene en Arcadia, donde Zeus la visitó en secreto durante la noche y la dejó encinta de Hermes. Dado que Hermes fue un niño precoz que partió para robar el ganado de Apolo el día siguiente de su venida al mundo y al segundo se marchó de casa para siempre, Maya no tuvo apenas oportunidades de dedicarse a sus cuidados como madre.[10] De acuerdo con la única leyenda que se conserva de ella, Zeus le pidió que criara a otro de sus hijos, al arcadio Arcas, ya que su madre, Calisto, había muerto prematuramente (cf. p. 697). Ya en las tradiciones antiguas Maya debió ser más que una simple mortal, y el Himno homérico a Hermes se refiere a ella como una ninfa. La Odisea sólo menciona que era la madre de Hermes y no dice nada sobre su origen.[11]
(ii) Si Maya tenía reservado el destino más elevado, el peor le tocó a Mérope, ya que fue la única de las hermanas que se unió a un mortal. Era la esposa de Sísifo, el fundador del linaje real corintio (cf. p. 578).[12] Fue la madre de Glauco y la abuela del gran Belerofonte.
(iii) De acuerdo con, al menos, una tradición, Estérope (o Astérope) y el dios de la guerra Ares engendraron a Enómao, rey de Pisa.[13] Como ya se ha señalado (cf. pp. 647-648), Enómao se convirtió en suegro de Pélope, quien se asentó en el Peloponeso al ganar a la vez a la hija del rey, Hipodamía, y parte del reino al ganar una competición de caballos que terminó fatalmente. De sus hijos con Hipodamía surge la importante familia de los Pelópidas, de la que forman parte Agamenón y Menelao. Al clasificar a Enómao como hijo de Estérope, resulta que las genealogías de los Atlántidas forman un marco común en el que se encuadran tanto el linaje de los Pelópidas como las familias reales espartana y troyana, en suma, todas las familias que desempeñan un papel significativo en la guerra de Troya. Dado que la tradición local de la tierra natal de Enómao afirma que su madre fue realmente una ninfa local epónima llamada Harpina (cf. p. 648), en algunas ocasiones se menciona a Estérope como esposa, y no como madre, de Enómao.[14] En todo caso, se decía de él que era hijo de Ares, lo que resulta apropiado para un hombre de carácter tan brutal.
(iv) Celeno despertó el deseo de Poseidón y le dio un hijo bastante oscuro llamado Lico, del que sólo se recuerda que su padre le llevó a las Islas de los Bienaventurados y le hizo inmortal.[15]
Se contaba que Eurípilo, un rey legendario de Cirene, en el norte de África, también era producto de esa misma relación.[16] Reinaba entonces en esa área cuando Apolo se llevó allí a la ninfa Cirene (cf. p. 213); y dado que había prometido ceder el reino a cualquiera que fuera capaz de abatir a un destructor león que asolaba la región, Cirene, después de darle caza, se quedó con el reino.[17] Se recordaba que Apolo se había enamorado de ella después de haberla visto combatir contra un león en Tesalia, el hogar de la ninfa. De acuerdo con Píndaro, el dios libio Tritón asumió la forma de Eurípilo cuando se presentó ante los Argonautas (cf. p. 516).[18]
(v) Alcíone se convirtió en amante de Poseidón, como Celeno, y le dio dos gemelos llamados Hirieo e Hiperes. Hirieo fue el fundador epónimo de la ciudad de Hiria en la Beocia oriental. Se casó con una ninfa llamada Clonia y tuvieron dos hijos de renombre: Lico y Nicteo, que se establecieron en Tebas y consiguieron una notable influencia y poder (cf. p. 399). Antíope, la hija de Nicteo, fue la madre de Ceto y Anfión, que gobernaron en Tebas durante un tiempo (cf. p. 402).[19] De acuerdo con una tradición distinta que presenta a Hirieo sin mujer ni hijos, tres dioses le visitaron y le entregaron a un niño, Orión, por medios poco convencionales (cf. p. 720). Los constructores míticos Trofonio y Agamedes construyeron para él una cámara del tesoro en Hiria, y cuando después intentaron robárselo, fueron capturados (cf. p. 717).
Hiperes, el otro hijo de Alcíone, fue el progenitor de la familia real más importante de Eubea. Su hija Aretusa tuvo relaciones con Poseidón junto al Eurico, los estrechos que separan Beocia de la isla de Eubea, de las que nació Abante, el primer rey epónimo de los Abantes de Eubea.[20] Se les menciona en la Ilíada como el pueblo al que comandaba el nieto de Abante, Elefénor, en la guerra de Troya. Eran un pueblo de guerreros veloces, de pelo largo y siempre prestos a atravesar las corazas de sus rivales con sus lanzas de fresno.[21] A Abante le sucedió en el trono su hijo Calcodonte, del que se contaba que lo había matado en combate Anfitrión, cuando pasó con un ejército a Beocia para obligar a los tebanos a pagarle tributo. Se podía ver su tumba en Téumeso, en Beocia, junto al camino que conducía de Tebas al paso más coro hacia Eubea, frente a Calcis.[22] De acuerdo con la Ilíada, Elefénor, el comandante de los eubeos en Troya, murió en combate a manos de Agénor, un hijo del noble troyano Antenor.[23] Antes de partir a la guerra, ofreció refugio a Acamante y a Demofonte, los dos hijos de Teseo, después de que Menesteo usurpara el trono de su padre (cf. p. 472). Eubea tenía un papel importante en la mitología heroica. Se contaba que lo había recalado en la isla durante su errancia como vaca (cf. p. 307), Heracles luchó su última batalla en la isla (cf. p. 373) y Nauplio encendió balizas falsas en ella para provocar el naufragio de los griegos que regresaban de Troya al término de la guerra (cf. p. 626).
A veces se menciona a Alcíone como madre de algunos hijos menos importantes, como Antas, al que se nombra como fundador epónimo de Antedón en Beocia y de Antea en Aquea,[24] y una hija, Etusa, que engendró de Apolo a Eleuter, el fundador epónimo de Eleuteras.[25]
La historia de la familia real troyana
(vi) La familia real troyana descendía de Electra a través de su hijo Dárdano. Ella le dio dos hijos a Zeus: Dárdano y Jasión (o Eetión), que nacieron en la isla de Samotracia, en la punta nororiental del Egeo.[26] Cuando Jasión (o Eetión) se hizo adulto, Zeus le castigo tirándole un rayo por presumir de mantener relaciones amorosas con la diosa Deméter, o por cometer un acto sacrílego contra ella (cf. p. 188). Apenado por el destino de su hermano, Dárdano decidió abandonar la isla y marcharse a un lugar próximo del continente. Como aún no se habían inventado las barcas, improviso una balsa y se hizo a la mar.[27] Otra tradición señala que se marchó de la isla para escapar del gran diluvio.[28] Llegó al punto más cercano de la costa asiática, a la Tróade en la punta noroccidental de Asia Menor. Teucro, el rey de la región, le ofreció su hospitalidad y le entregó a su hija Badea como esposa junto con parte del reino. Teucro era hijo de Escamandro, el dios del río principal de la Tróade (cf. p. 80), que le había engendrado de una ninfa del monte Ida.[29]
De acuerdo con una versión alternativa que se hizo muy popular en época helenística, Teucro era de origen griego y procedía de Creta. En tal caso, había cruzado el mar hasta llegar a Asia junto a su padre Escamandro y algunos cretenses más. Dado que un oráculo les había señalado que debían asentarse en aquel lugar en el que fueran atacados de noche por los «nacidos de la tierra», se asentaron en la Tróade después de que unos ratones royeran los correajes de sus armas y las cuerdas de sus arcos mientras acampaban de noche. Teucro entonces dio al río de esa zona el nombre de su padre. Este mito explicaba el origen del culto a Apolo Smintheus («del ratón»). La Ilíada menciona que el dios recibía honores bajo esa advocación en un altar en Ténedos, en la costa de la Tróade.[30] Hay incluso una tradición ateniense que sugiere que Teucro era un emigrante del Ática.[31]
Troya, en cuanto a la geografía de esa tierra, era realmente el nombre de esa tierra, mientras que Ilión (Ilium en latín) era el de la ciudad, pero se emplea Troya para ambos en sentido extenso. La Tróade (Troas) es otro nombre que recibe la región de Troya.
Dado que Teucro no tuvo descendientes masculinos, Dárdano heredó todo el territorio después de la muerte del rey y lo llamó Dardania en su honor. Fundó un asentamiento en el monte Ida, en la costa oriental de la llanura troyana. Aunque la Ilíada le otorga un único hijo, Erictonio, desde el Catálogo atribuido a Hesíodo en adelante las fuentes añaden un segundo hijo, Ilo (un doblete insignificante del Ilo que fue el fundador epónimo de Ilión, cf. infra).[32] Después de acceder al trono, Erictonio marchó hacia la llanura troyana desde las montañas, en donde —como señala la Ilíada— pastoreó sus 3.000 yeguas por los prados y se convirtió en el más rico de los mortales.[33] Se casó con Astíoque, hija de Simoente, el dios del segundo río más importante de la Tróade, y tuvieron un hijo, Tros, el epónimo de la tierra de Troya. Tros sucedió a su padre en el trono y se casó con Calírroe, hija de Escamandro, quien le dio tres hijos: Ilo, Asáraco y Ganímedes.[34]
Ganímedes pasó muy poco tiempo en su tierra natal, ya que, debido a su belleza, Zeus lo raptó de joven y se lo llevó al Olimpo para que sirviera allí como copero de los dioses. Su destino se cuenta en la Ilíada, que indica que los dioses se lo llevaron para que viviera junto a ellos como escanciador de vino de Zeus porque su belleza era excepcional, era el más bello de los mortales.[35] Según otra fuente antigua, el Himno homérico a Afrodita, Zeus provocó que un torbellino se lo llevara a los cielos, para desdicha de su padre, que no sabía adonde había sido llevado. Zeus se apiadó de Tros, no obstante, y mandó a Hermes para que le comunicara que Ganímedes viviría junto a los dioses como inmortal y le entregó unos cuantos caballos divinos para compensarle por la pérdida.[36] Estos caballos se convirtieron después en una fuente de problemas, como sucede en la mayoría de las ocasiones con los regalos divinos, ya que Heracles se quiso hacer con ellos (cf. p. 362). Otra tradición sugiere que Zeus le dio una vid de oro a Tros (o a su nieto Laomedonte) como compensación por el rapto de su hijo (cf. p. 609).[37]
En el que se ha convertido en el relato más célebre del rapto, Zeus mandó un águila (su animal favorito) o se transformó él mismo en un águila para llevárselo.[38] La primera de las versiones es la que se implanta en las fuentes helenísticas; en las representaciones artísticas más antiguas de los vasos de figuras rojas el propio Zeus aparece raptando a Ganímedes con su forma habitual. Aunque siempre se señala que Ganímedes fue llevado a los cielos por su belleza, no se apunta que Zeus se lo llevara para convertirlo en su amante. Desde época clásica en adelante, sin embargo, se considera que el motivo del rapto era ése, como mencionan Teognis y Píndaro.[39] Cabe señalar que la palabra «catamita» (catamitus en latín) deriva de la forma latina del nombre de Ganímedes.
Ilo, el mayor de los tres hijos de Tros, heredó el trono y fundó la ciudad de Ilión (a menudo llamada Troya en sentido extenso), que se convirtió en sede del reino de los reyes de Troya desde ese momento en adelante. El otro hermano, Asáraco, es el fundador de la rama junior de la familia real troyana, que tenía sus reales fuera de la ciudad en el monte Ida. Capis, hijo de Asáraco, fue el padre de Anquises, que excitó la pasión de Afrodita y juntos engendraron al gran Eneas (cf. pp. 269-270).[40]
Según una historia que parece estar elaborada a imitación de la leyenda de fundación de Tebas, Ilo eligió el lugar de la fundación siguiendo los pasos de una vaca. Visitó la vecina Frigia en algún momento de su reinado y ganó una competición de lucha en unos juegos locales organizados por el rey. Junto al tradicional premio de 50 siervos jóvenes de ambos sexos, el rey le entregó una vaca moteada a instancias de un oráculo y le dijo que fundara una ciudad en el primer lugar en el que la vaca se tumbara. Él marchó detrás de la vaca hasta que se detuvo en la colina de Frigia, la colina de Ate, que se levanta sobre la llanura troyana, y escogió el lugar para fundar la nueva ciudad de Ilión.[41] Según otra versión, Apolo le dio el oráculo a Ilo, que conducía su ganado a la vecina Misia, y le indicó que debía fundar una nueva ciudad en el lugar en el que una de sus vacas se cayera al suelo.[42] Después de observar la señal dada, elevó una plegaria a Zeus para que se lo confirmara. Cuando a la mañana siguiente salió de su tienda, se encontró con una efigie de madera (xoanon) de Palas Atenea que había caído de los cielos durante la noche y estaba delante de él sobre la tierra.[43] Esta estatua, conocida como el Paladio (Palladium en latín) se convertiría en un talismán protector para Ilión. Ilo entonces construyó un templo magnífico para Atenea que sirviera de morada para la imagen, que permaneció allí hasta que Odiseo la robó en los últimos momentos de la guerra de Troya para que los troyanos quedaran sin protección (cf. p. 607). En la Ilíada se menciona que la tumba de Ilo era una estela en la llanura troyana.[44]
Ilo y su esposa Eurídice, hija de Adrasto, tuvieron un único hijo, Laomedonte, que heredó el trono.[45] Laomedonte tuvo muchos hijos e hijas, de los que sólo tres son realmente importantes: Títono, Príamo y Hesíone. Títono se hizo célebre como amante de Eos, la diosa de la aurora (cf. p. 86) y como el padre de Memnón (cf. p. 604). Laomedonte fue un gobernante poderoso, pero también muy arrogante que provocó que la calamidad cayera sobre él y sobre su pueblo a causa de dos deshonestos actos de ingratitud: uno a Apolo y Poseidón y otro a Heracles. Los dos dioses se vieron obligados a servirle durante un año por haberse rebelado contra Zeus; o, en otras fuentes, se pusieron voluntariamente a sus órdenes para poner a prueba su presunción. Mientras estuvieron sometidos a él, construyeron la muralla de Ilión con grandes muros a cambio de una paga acordada previamente. Cuando terminaron su trabajo, Laomedonte se negó a pagarlos y además los trató de manera insultante: los amenazó con venderlos como esclavos y cortarles las orejas. Para castigar al rey, Apolo mandó una peste contra sus tierras, mientras que Poseidón provocó una inundación e hizo que un terrible monstruo marino devorara a los habitantes de la región.[46] La irrupción del monstruo originó la sucesión de acontecimientos que condujeron a Laomedonte a su segundo acto de ingratitud. Los troyanos supieron por los oráculos que se librarían del monstruo si el rey le entregaba a su hija Hesíone, de modo que él la encadenó a una roca en la costa. Entonces Heracles la vio mientras cruzaba las costas de Troya en dirección a la tierra de las Amazonas (o mientras acompañaba a los Argonautas a la Cólquide). Como ya se ha contado, él prometió salvar a Hesíone a cambio de los caballos divinos que se le habían entregado a Tros como compensación por el rapto de Ganímedes. Una vez salvada la doncella, reclamó su paga, pero Laomedonte se negó a entregarle los caballos (o intentó engañarle y darle caballos mortales). Heracles se fue y regresó con un gran ejército de aliados que saquearon Troya por vez primera en su historia, dando muerte a Laomedonte y a todos sus hijos con la excepción de Príamo, el más joven (cf. p. 364). Entregó a Hesíone a Telamón, rey de Salamina, que había combatido a su lado como aliado, y permitió a la joven que eligiera a uno de los cautivos, al que ella quisiera. Entonces ella, quitándose el velo de la cabeza, rescató al único de sus hermanos que continuaba con vida. En origen se llamaba Podarces, pero a partir de entonces recibió el nombre de Príamo porque ella le «compró» así (como si su nombre se derivara del verbo griego «comprar»: priamai).[47] Para las aventuras de Heracles en Troya, cf. pp. 362-365.
Príamo se quedó entonces con el trono de Troya, que ocupó hasta que lo mataron durante la toma de la ciudad en la guerra de Troya (cf. pp. 584 y ss. y 612 y ss.). De acuerdo con el retrato que de él hace Homero, Príamo es un anciano noble y piadoso que se muestra, en contraste con sus predecesores, como un individuo sencillo. Sus apariciones más significativas son su conversación con Helena y las ancianas troyanas en las murallas de la ciudad en el canto tercero y en el último canto, cuando se presenta en la tienda de Aquiles para pedirle que le devuelva el cadáver de su hijo Héctor.[48]
La antigua familia real espartana
(vii) La familia real espartana descendía de la atlántida Táigete, que engendró de Zeus a Lacedemón, el héroe epónimo de la provincia del Peloponeso de ese mismo nombre.[49]
La provincia suroriental del Peloponeso, que limitaba con Arcadia y la Argólide por el norte y con Mesenia por el oeste era conocida como Lacedemonia, al igual que recibía ese mismo nombre su ciudad principal. Esparta era un nombre alternativo con el que se llamaba la ciudad y que tenía ecos poéticos y patrióticos. Con el tiempo también el territorio entero pasó a denominarse Esparta. Laconia (o Lacónica. Cf. ge Lakonike en griego) era como los latinos llamaban a Lacedemonia.
Táigete era el epónimo de Taigeto, la alta línea de montañas que separaba Laconia de Mesenia. El único mito que se conserva de ella, recogido en el capítulo VIII, en el que se cuenta que ofreció la cierva cerinitia a la diosa Ártemis después de que ésta evitara que Zeus la violara (cf. pp. 342-343), no concuerda demasiado bien con la tradición corriente que la convierte en fundadora de un linaje real por medio de un hijo que tuvo con Zeus. Su hijo Lacedemón se casó con Esparta, la epónima de la ciudad principal de esa tierra, que era hija de Eurotas, epónimo del río principal de la región, y nieta de (o bisnieta) de Lélege, el primer rey nacido de la propia tierra. Lacedemón y Esparta tuvieron una hija, Eurídice, que se convirtió en la esposa de Acrisio, rey de Argos (cf. p. 317) y un hijo, Amiclas, que fue el fundador epónimo de Amiclas (Amyklai), una antigua ciudad en la ribera del Eurotas, a unos cuatro kilómetros al sureste de Esparta. A Amiclas le sucedió en el trono su hijo Cinortas (o Cinortes), bien directamente o bien después de la muerte de su hermano mayor Árgalo. Jacinto, el favorito laconio de Apolo, que murió joven (cf. p. 217), es el único miembro de la familia que realmente tiene interés como figura mitológica. Su origen está en el culto prehelénico, no en la mitología heroica, y entró en el linaje real como hijo de Amiclas, sin duda porque la ciudad de Amiclas (Amyklai) era su más importante centro ritual.[50]
A Cinortas le sucedió su hijo Ébalo, que es también un personaje bastante oscuro, pero con los hijos de Ébalo ya entramos en el terreno de los mitos mayores. Ébalo tuvo tres, su presunto heredero, Tindáreo (con el que ya nos hemos encontrado como protector de los jóvenes Agamenón y Menelao, cf. p. 654, y como padre putativo de Helena, cf. p. 567), Hipocoonte e Icario. Hipocoonte, que en algunas versiones es hijo ilegítimo, tuvo una gran familia de 12 o 20 hijos, y se hizo con el trono con el apoyo de éstos, expulsando a Tindáreo al exilio.[51] En una versión de la leyenda, expulsó también a Icario junto a su hermano, y ambos tuvieron que pedir asilo en la corte de Testio (cf. p. 537) en Pleurón, en Etolia. Ellos le devolvieron el favor de su hospitalidad ayudándole en una guerra por cuestiones de fronteras que hizo que éste extendiera su poder por la vecina Acarnania (donde Icario ejerció de gobernante local de acuerdo con una tradición).[52] Según otra versión, Icario ayudó a Hipocoonte a expulsar a Tindáreo y permaneció después en Esparta. Según esta última narración, Tindáreo vivió muy cerca de su tierra natal durante su exilio, ya que buscó refugio en Pelene, en Laconia, o junto a Afareo, rey de Mesenia.[53] Hipocoonte y sus hijos, finalmente, se buscaron su propia ruina al enfadar a Heracles, que organizó una expedición contra Esparta y los mató a todos (cf. pp. 367-368). El héroe victorioso, a continuación, hizo llamar a Tindáreo para que regresara, y se suele contar que Icario vivió junto a él en Esparta después de que Tindáreo recuperara el trono.
Icario, el menor de los tres hermanos, se casó con una ninfa llamada Peribea (o una mujer con ese mismo nombre), que le dio varios hijos, de los que la más importante es Penélope, la futura esposa de Odiseo.[54] No es extraño descubrir que los mitos más memorables acerca de Icario estén relacionados con Penélope y su casamiento. En una versión, como ya hemos visto, Tindáreo intercedió a favor de Odiseo ante su hermano Icario, devolviéndole así el favor que aquél le había hecho al indicarle cómo evitarse problemas con los pretendientes de Helena (cf. p. 570); en otra versión es el padre de Odiseo, Laertes, el que intercede a favor de su hijo.[55] Una leyenda aún más pintoresca sugiere que Icario preparó una carrera por las calles de Esparta para que los pretendientes de Penélope compitieran por ella, de ahí el nombre que recibía la calle de Afetais (Salida), que fue donde Odiseo derrotó al resto de los pretendientes dejándolos detrás.[56] Según otra leyenda local, que sirve para explicar el origen de la estatua de Aidos (la Vergüenza, o Modestia, personificada) en el camino que salía de Esparta hacia el norte, Icario estaba afligido porque su amada hija fuera a vivir lejos de él en Ítaca e intentó convencer a Odiseo de que se quedara a vivir en Laconia. Odiseo rechazó la propuesta, entonces Icario pidió a Penélope que se quedara con él e incluso llegó a marchar detrás de la pareja en su carro cuando partieron en dirección a Ítaca. Odiseo, finalmente, perdió la paciencia y le dijo a Penélope que ella debía decidirse a marchar con él por voluntad propia o, si no, volver a casa con su padre. Dudando de si pronunciarse o no, se tapó con su velo e Icario adivinó entonces qué quería decirle y dejó que se marchara, entonces levantó una estatua a Aidos en ese lugar en recuerdo de la acción de su hija.[57]
Tindáreo se casó con Leda, hija de su antiguo huésped Testio, y llegó a presidir una familia mixta compuesta por hijos suyos e hijos que había tenido Zeus con su esposa. Helena, como hemos visto (cf. p. 567) era una de las hijas que Leda había tenido con Zeus, o quizá una hija adoptiva producto de la relación de Zeus con Némesis. Leda, asimismo, engendró tres hijas legítimas de su esposo: Clitemnestra, que se convertiría en esposa de Agamenón, Timandra, que se casó con Équemo, un rey arcadio al que se recuerda por ser quien retrasó el retorno de los Heraclidas (cf. p. 379), y Filónoe, de la que sólo se sabe que Ártemis la convirtió en inmortal.[58] No había acuerdo acerca del origen de Cástor y Polideuces (Pólux en latín), los dos hijos de Leda. La Odisea menciona que ambos eran hijos de Zeus, mientras que el Catálogo atribuido a Hesíodo afirma que son hijos de Tindáreo.[59] De acuerdo con Píndaro y la tradición posterior usual, su paternidad era mixta, ya que Leda había engendrado a Cástor de Tindáreo y a Polideuces de Zeus en la misma noche.[60] Los gemelos fueron conocidos como los Dioscuros («Hijos de Zeus», Dioscuri en latín) a lo largo de toda la Antigüedad.
De acuerdo con una narración que se puede rastrear hasta Estesícoro, Tindáreo ofendió una vez a Afrodita al olvidarse de ella mientras estaba realizando sacrificios a todos los dioses. Ella se vengó dándole hijas (Clitemnestra, Timandra y Helena, su hija putativa) que abandonarían a sus maridos por otros hombres. Helena se fugó con Paris, Clitemnestra tuvo una relación amorosa con Egisto que tendría consecuencias fatales para su esposo (cf. pp. 654-655) y Timandra abandonó a Équemo por Fileo (presumiblemente el hijo de Augías que tenía ese nombre, cf. p. 344).[61]
Cuando Helena creció y se convirtió en la más bella mujer en toda la Hélade, atrajo pretendientes de todas partes de Grecia. A través de un proceso de selección que ya ha sido descrito (cf. p. 569), Tindáreo (o sus hijos, o la propia Helena) eligió a Menelao, hijo de Atreo, como esposo. Menelao, que era de origen pelópida, no tenía reino propio, pero gozaba del apoyo de su hermano Agamenón, el rico y poderoso rey de Micenas. Vivía ya en Esparta por razones explicadas en pp. 653-654 y entonces se quedó a vivir en la corte de Tindáreo junto a su prometida. Cuando la temprana muerte de los Dioscuros (muertos antes de la guerra de Troya, cf. infra) dejó a Tindáreo sin descendencia masculina, adoptó como sucesor a su yerno Menelao y el linaje atlántida perdió el cetro real. El reino permaneció bajo dominio pelópida durante dos generaciones, de Menelao a su sobrino Orestes, que se convirtió en rey de Esparta y de su Argólide natal, y de él a Tisámeno, hijo de Orestes. Finalmente los Heraclidas derrocaron a Tisámeno (cf. p. 665), pues reclamaban Esparta por la idea de que Heracles había puesto a Tindáreo en el trono debido a sus campañas bélicas contra Hipocoonte. De hecho, en una versión, Heracles cuenta explícitamente a Tindáreo que le deja el trono confiando en que se lo transmita a sus descendientes.
Los Dioscuros y su enfrentamiento con los hijos de Afareo
Dentro de esta rama de la familia de los Atlántidas, sólo queda por tratar a los Dioscuros. Desde su nacimiento ambos hermanos eran inseparables y cuando crecieron se convirtieron en los dos héroes más importantes de Grecia durante el período inmediatamente anterior a la guerra de Troya, pero como resultado de una pelea con sus primos mesemos, fueron asesinados antes de que pudieran ocupar el trono de Esparta o combatir en la guerra de Troya. Cástor era célebre por su habilidad con los caballos y Polideuces por su coraje como púgil.[62] Al igual que la mayoría de los héroes principales de su generación navegaron con los Argonautas y participaron en la caza del jabalí de Calidón. En el transcurso de la primera de ambas aventuras, Polideuces se sirvió de sus habilidades pugilísticas contra Ámico, el boxeador asesino (cf. p. 504).[63] Una referencia a Polideuces conservada en un poema de Alcmán del que quedan fragmentos sugiere que hubo además una tradición antigua en la que los Dioscuros ayudaron a Heracles en su campaña contra Hipocoonte.[64] Del mismo modo que aparecen como ayudantes en estas hazañas, los gemelos fueron los protagonistas en tres leyendas propias: rescataron a la joven Helena del Ática después de que la raptara Teseo (cf. p. 472), raptaron a Hilera y a Febe, dos princesas mesenias, y se vieron envueltos en un conflicto mortal con Ida y Linceo, dos príncipes mesemos.
Idas y Linceo, conocidos como los Afarétidas, eran los dos hijos de Afareo, que gobernaba en Mesenia junto a su hermano Leucipo (cf. p. 549). En la que seguramente sea la versión más antigua de la historia, se enfrentaron con los Dioscuros a causa de un ganado. De acuerdo con la versión entera de la historia, la de Apolodoro, los dos pares de hermanos se habían juntado para robar ganado de Arcadia, mas el problema comenzó cuando se le confió a Idas el reparto del botín. Cortó una vaca en cuatro partes y propuso que la mitad del botín fuera para el primero que se comiera su parte y el resto para el segundo que se la comiera antes. A continuación devoró su parte y la de su hermano antes de que nadie pudiera reaccionar. Reclamó para sí todo el ganado como resultado de esta argucia y se lo llevó a Mesenia con la ayuda de su hermano. Pero los Dioscuros no iban a permitir que les robaran su parte y se lanzaron en su persecución. Cuando llegaron a Mesenia, se apoderaron de todo el ganado que habían robado de Arcadia y de unas cuantas cabezas más y prepararon una emboscada para Idas y Linceo; para la conclusión de la historia, vid. infra.[65] Parte de esta historia aparecía en las Ciprias. El resumen que nos ha llegado no es muy esclarecedor, sin embargo, y se limita a afirmar que se produjo una lucha cuando los Dioscuros fueron descubiertos en el momento de robar el ganado de Idas y Linceo.[66] Píndaro afirma que la disputa surgió a causa del ganado, pero apenas da más información.[67] Aunque es muy posible que la versión que aparecía en la épica arcaica sea la misma que transmite Apolodoro, la historia de la trampa de Idas y los hechos posteriores, no podemos afirmarlo con seguridad.
En otra versión de la historia, el problema surge cuando los Dioscuros raptaron a Hilera y a Febe, las hijas de Leucipo, dos princesas mesenias que estaban prometidas a Idas y a Linceo. Algunas versiones sugieren que los Dioscuros estuvieron invitados a la boda donde las hermanas iban a contraer matrimonio con Idas y Linceo y aprovecharon el momento para llevárselas consigo.[68] Según la versión de Téocrito, Idas y Linceo persiguieron a los Dioscuros y se enfrentaron con ellos después de que raptaran a sus novias. Linceo acusó a los gemelos de haber sobornado a Leucipo para quedarse con sus hijas, aunque se las había prometido a ellos, a cambio de ganado y muías.[69] La historia tiene distintas variaciones en las demás versiones. Hay una versión en la que Idas y Linceo reprochan a los Dioscuros por no haber pagado una cantidad a Leucipo a cambio de sus hijas. Los gemelos entonces entregaron al rey algunas cabezas de ganado que provenían de los rebaños del padre de sus acusadores, hecho que desencadenó el fatal conflicto entre los dos pares de hermanos.[70
Aunque las versiones que conservamos son helenísticas y de origen tardío, la historia del rapto era ya conocida en el siglo VI a.C., ya que estaba representada en el trono de Amiclas[71] y en otras obras de arte de ese período. Aunque la historia del rapto aparecía ya en la épica arcaica, no parece que los términos fueran los mismos, dado que no podemos asegurar que las hermanas estuvieran prometidas a Idas y Linceo, ya que en la Ilíada se dice que Idas está casado con Marpesa (cf. p. 214). Polideuces tomó a Febe como esposa y Cástor a Hilera. Aunque algunas fuentes afirman que cada matrimonio engendró a un hijo, no hay acuerdo sobre sus nombres y ninguno de los mencionados resulta especialmente significativo.[72] Bajo la advocación de Leucípidas, se rendía culto a Hilera y a Febe como diosas menores en su santuario de Esparta, donde servían unas sacerdotisas vírgenes a las que también se les daba el nombre de Leucípidas.[73]
Aunque varían las narraciones sobre el combate entre los dos grupos de hermanos, generalmente coinciden en que Cástor y los dos hijos de Afareo perecieron y que Polideuces fue separado de la compañía de los mortales. Píndaro y Apolodoro dan versiones semejantes que probablemente estén basadas en las antiguas versiones épicas de las Ciprias. Cuando los Dioscuros intentaron tender una emboscada a los hijos de Afareo en Mesenia, la sobrehumana agudeza de la vista de Linceo desbarató sus planes: Linceo escaló las cumbres del Taigeto, entre Laconia y Mesenia, para inspeccionar desde allí todo el Peloponeso. Vio entonces a los gemelos escondidos en Mesenia dentro de un roble hueco, para lo que se sirvió aparentemente de sus poderes mágicos para poder ver a través del tronco. Este dato de la historia, que aparece en Píndaro, mas no en Apolodoro, lo mencionan también las Ciprias. Después de lanzarse a la carrera junto a su hermano, llegaron al árbol e Idas infligió una herida mortal a Cástor. A continuación, Polideuces hizo huir a los dos hermanos y les persiguió hasta que se refugiaron en la tumba de su padre Afareo. Aunque intentaron repelerlo arrancando la estela mortuoria de su padre y arrojándosela al pecho, Polideuces no cesó su ataque y mató a Linceo de una lanzada. Finalmente, Zeus lanzó un rayo contra Idas poniendo fin al combate.[74]
En esta historia Polideuces aparece como hijo de Zeus, mientras que Cástor es un hijo mortal de Tindáreo. En la versión de Píndaro, Polideuces vuelve al lugar donde estaba su hermano y se lo encuentra moribundo. Ruega entonces a Zeus que le permita morir con él, Zeus le responde ofreciéndole dos posibilidades: o disfrutar de la inmortalidad en el Olimpo debido a su procedencia divina, o compartir la inmortalidad con su hermano y alternar la mitad de su vida en el mundo subterráneo y la otra mitad junto a los dioses en el Olimpo. Polideuces escogió esta última sin un atisbo de duda. En la versión de Apolodoro, en la que Cástor muere a manos de Idas al momento, Polideuces cae a tierra golpeado por una piedra que le arroja Linceo antes de que este último caiga muerto. Zeus se lleva a Polideuces a los cielos y mata a Idas con un rayo, pero aquí Polideuces rechaza la inmortalidad mientras su hermano Cástor esté muerto. Zeus entonces resuelve que los dos hermanos compartan la inmortalidad y vivan en días alternos entre los dioses y entre los mortales. Estos hechos sucedieron inmediatamente antes de que las fuerzas griegas se embarcaran rumbo a Troya. De acuerdo con las Ciprias, los Dioscuros hospedaron a Paris cuando llegó a Laconia y se vieron envueltos en la disputa con Idas y Linceo poco tiempo después, en la época del rapto de Helena.[75] Esto explicaría, por supuesto, por qué no evitaron que Paris escapara con ella.
Algunos autores modifican el relato anterior y sugieren que fue Linceo el que mató a Cástor, no Idas, o que Polideuces fue quien mató a Idas, y no Zeus, pero las diferencias son mínimas y no de fondo.[76] Higino cuenta que Idas y Linceo tomaron las armas para recuperar a las hijas de Leucipo cuando los Dioscuros se las llevaron consigo. Después de que Linceo muriera a manos de Cástor en el combate posterior, Idas depuso las armas y sólo atendió a los funerales por su hermano, pero esto provocó otro motivo de enfrentamiento, ya que Cástor le previno de que no levantara un monumento en honor de Linceo, ya que había muerto con deshonra. La cólera de Idas le llevó a desenvainar su espada y clavarla en el muslo de Cástor, herida que resultaría mortal. En otra versión, transmitida en la misma fuente, mató a Cástor haciendo que el monumento se derrumbara sobre él. Al enterarse de lo que había sucedido con Cástor, Polideuces corrió hacia allí, dio muerte a Idas en combate singular y rogó a los dioses que le permitieran compartir la inmortalidad con su hermano.[77] En una versión excepcional, la transmitida por Teócrito, en la que los dos gemelos sobreviven, Cástor propone que sean él y Linceo, los hermanos menores, los que combatan para evitar un derramamiento de sangre innecesario. Cuando Linceo pierde dos de sus dedos en el combate y se le cae la espada, corre en dirección a su hermano, que se encuentra junto a la tumba de Afareo. Cástor le persigue a la carrera y lo mata atravesándolo con su espada. Idas, entonces, reacciona, agarra la estela que hay en la tumba de su padre y, cuando va a arrojársela a Cástor, Zeus lo mata con un rayo. Cástor sobrevive, como Polideuces, que sólo ha sido un espectador de la batalla.[78] Para otras historias asociadas con Idas, cf. pp. 214-215.
En la mitología astral se sugiere que los Dioscuros ascendieron a los cielos para convertirse en la constelación de los Gemelos (Géminis), ya que Zeus quería conmemorar así su amor fraternal.[79] Se le honraba como dioses en su Esparta natal y se fueron haciendo cada vez más populares en todo el mundo griego como protectores a los que pedir ayuda en momentos de peligro, especialmente en el mar. En relación con esto, se les identificaba a menudo con los Cabiros o dioses de Samotracia (cf. p. 293). Se manifestaban en el fuego de san Telmo, una descarga eléctrica que se produce alrededor de los mástiles de los barcos durante las tormentas. Como el poeta lírico arcaico Alceo expresa: «Cuando saltáis sobre lo alto del navío / y surgís entre las jarcias fulgurantes / trayendo una luz en la noche terrible / al negro bajel».[80] El culto de los Dioscuros entró en Roma en época relativamente antigua. Según la tradición romana, se levantó un templo en su honor en el Foro en el 484 a.C., en cumplimiento de un voto de Aulo Postumio en la batalla del lago Regilo. Se decía que los Gemelos se habían aparecido durante la batalla (circa 496) y habían ayudado a los romanos a vencer a los latinos dirigiendo una carga de caballería.[81] En Roma, por alguna razón Cástor se hizo más popular que su hermano y a menudo se llamaba a los hermanos Castores.
Los Asópidas
La familia de los Asópidas estaba compuesta por los descendientes del dios río de Peloponeso Asopo, cuyas aguas fluían hacia el mar en la costa norte de la península, al oeste de Corinto. Asopo y su esposa Métope, hija del río Ladón, tuvieron numerosas hijas, que fueron raptadas por Zeus y por otros dioses, quienes se las llevaron a diferentes lugares de la geografía griega, donde fundaron linajes locales con los hijos que engendraron de ellos o simplemente cumplieron su función como epónimas locales. Aunque la familia era realmente extensa, su principal interés proviene de la rama de la que surgen Aquiles y el gran Áyax. Como los más valientes y poderosos guerreros griegos en Troya, Aquiles y Áyax forman una pareja natural semejante a la de Agamenón y Menelao, razón por la cual se les terminó considerando primos, aunque la Ilíada no aporte ningún dato a este respecto y lo normal sea que no se les otorgue parentesco alguno por provenir ambos de lugares muy distantes. Cuando se les considera primos se dice de ellos que eran nietos de Éaco, rey de Egina, y bisnietos de la asópida Egina, a la que Zeus raptó y llevó a la isla que tiene ese nombre. Se contaba que sus padres Telamón y Peleo habían sido expulsados de Egina por cometer un crimen en el seno de sus familias y que ambos se habían exiliado a lugares distintos: Peleo a Tesalia, en el norte; Telamón a Salamina, frente a la costa del Ática, lugares de nacimiento de Aquiles y Áyax, entre los que media una distancia considerable. (Vid. Tabla 18). Al menos desde un punto de vista formal, la genealogía de Aquiles permaneció invariable desde la Ilíada, en la que se traza una línea que va de Peleo a Éaco y a Zeus.[82] No obstante, parece verosímil que tanto Éaco como Peleo fueran ambos tesalios de nacimiento y que a Éaco lo trasladaran a Egina después cuando se comenzó a concebir una genealogía común para Áyax y Aquiles. El mito del rapto de Egina suministró un modelo para numerosas historias en las que las hijas de Asopo son llevadas a tierras lejanas por uno u otro dios. Con el curso del tiempo se configuró una numerosa genealogía familiar, aunque la mayoría de sus miembros no sean más que epónimos en la mayoría de los casos inventados para la ocasión y no despierten mucho interés. Nos centraremos en la rama de la familia que surge de Egina antes de tratar brevemente el resto de las ramas.
Egina, hija de Asopo, y su hijo Éaco
Zeus se enamoró de Egina después de verla junto a las corrientes de su padre Asopo en la tierra de Sición, al norte del Peloponeso. La raptó entonces y se la llevó en dirección este, dejaron atrás Corinto y cruzaron el mar hasta llegar a una isla en el golfo Sarónico entre Argos y el Ática. Cuando se percató de su desaparición, su padre Asopo partió en su busca. Llegó a Corinto y preguntó allí a su rey, Sísifo, que desde la atalaya de su ciudadela en Acrocorinto podía ver kilómetros alrededor. Sísifo había visto el rapto y confió su secreto al dios-río a cambio de que hiciera brotar un manantial de agua en el Acrocorinto. Mas el negocio no le salió tan redondo a Sísifo, ya que Zeus no iba a permitir que su indiscreción quedara impune (cf. p. 559). Tampoco Asopo logró nada a partir de esa información, ya que cuando intentó recuperar a su hija, Zeus le arrojó rayos hasta hacerle huir a sus corrientes. A consecuencia de ello, al menos eso contaban, desde entonces se podía recoger carbón en el río Asopo (aunque hoy en día no haya ningún rastro de carbón).[83]
Al llegar a la isla de Egina, a la que antes de ese momento se conocía como Enone o Enopia, Zeus dejó allí a Egina como amante y dio su nombre a la isla en su honor. Ella le dio un solo hijo, Éaco, que cuando creció se convirtió en el primer rey de la isla.[84] Mas no había nadie sobre quien gobernar, ya porque la isla estuviera desierta antes de la llegada de su madre, ya porque Hera hubiera provocado la muerte de sus habitantes después de enterarse de que su esposo tuviera una relación de amor con Egina. En esta última versión, la diosa provocó una plaga terrible mandando una serpiente para que envenenara sus reservas de agua.[85] Éaco rogó a su padre que le concediera un pueblo que le aliviara de su soledad y que le diera súbditos sobre los que gobernar. Zeus se lo concedió e hizo que las hormigas (myrmekes) del lugar se convirtieran en seres humanos. Esta historia explica el nombre de los mirmidones, el pueblo tesalio al que gobernaba Peleo y al que su hijo Aquiles comandaba en Troya. Tenemos, entonces, que considerar que Peleo se llevó a parte del «pueblo-hormiga» con él cuando marchó al exilio.[86]
Éaco era un hombre incomparablemente piadoso y justo. Cuando toda Grecia estaba sumida en una terrible hambruna a causa de la muerte de Estínfalo (cf. p. 706), o quizá de Androgeo (cf. p. 445), un oráculo señaló que sólo Éaco sería capaz de librar a la tierra de su esterilidad si elevaba plegarias a los dioses (o sólo a Zeus) de parte de todos los griegos.[87] Siempre que surgía una disputa, se podía confiar en que Éaco encontraría una solución justa, como cuando arbitró entre Esciro y Niso que estaban enfrentados por la sucesión del trono de Mégara (cf. p. 450).[88] Incluso se decía que había ejercido de árbitro en disputas entre dioses,[89] aunque no se hayan conservado ejemplos de ello. En reconocimiento de sus excepcionales virtudes, a su muerte se le designó como uno de los jueces del Hades o como su portero (cf. p. 177).[90]
Peleo y Telamón marchan al exilio por matar a su hermanastro Foco
Por todas sus elevadas tareas, Éaco se desentendió de las cuestiones familiares y sus hijos terminaron por alejarse de él. Se casó con Endeide, hija de Quirón (o Escirón), que le dio dos hijos legítimos: Peleo y Telamón; pero además tuvo un hijo fuera del matrimonio con la nereida Psámate.[91] Cuando se encontró acosada por un mortal, la ninfa marina intentó escapar convirtiéndose en una foca (phoke), pero se agarró a ella con tanta fuerza que al final logró dejarla embarazada de Foco, al que crió como un miembro más de su familia.[92] Estaba especialmente contento con Foco y mostraba tantas deferencias hacia él que su esposa y sus hijos legítimos comenzaron a sentirse cada vez más molestos. Animados por su madre, finalmente Peleo y Telamón se conjuraron para dar muerte al intruso. Las fuentes varían sobre quién le dio el golpe mortal o si lo hicieron a la vez, aunque por lo general se señala que conspiraron juntos para matarlo. De acuerdo con la tradición más extendida, uno u otro mató a Foco arrojándole un disco a la cabeza en un momento en que los tres entrenaban juntos. En otras versiones de la leyenda, se cuenta que lo mataron porque sentían celos de sus dotes atléticas, o sencillamente que la muerte fue accidental. Fuera cual fuera el curso de los acontecimientos, Éaco expulsó al exilio a Telamón y a Peleo cuando se enteró de la muerte de Foco y jamás permitió que volvieran a pisar suelo egineta.[93]
Como ya se ha señalado, Aquiles dice en la Ilíada que él es hijo de Peleo y nieto de Éaco, pero la épica homérica da menos información sobre Áyax, y no se dice nada sobre la ascendencia de su padre Telamón. No se sugiere que ambos sean parientes, y aunque el sobrenombre de Eácidas se aplica frecuentemente a Aquiles y a Peleo,[94] Áyax no lo recibe nunca, tampoco su hermanastro Teucro. Por tanto, no hay razón alguna para suponer que Áyax y Aquiles, ni sus respectivos padres, provinieran de una familia común. Por otra parte, no se puede saber a partir de qué momento surgió ese vínculo. Píndaro es el primer autor que señala explícitamente que Telamón era hijo de Éaco, aunque se han conservado unos versos de un poema épico arcaico, el Alcmaionis, del que se puede inferir que Telamón y Peleo eran hermanos porque se dice que se unieron para dar muerte a Foco.[95] Aunque Homero señala que el abuelo de Aquiles, Éaco, era hijo de Zeus, no se menciona el nombre de su madre. Como se ha visto antes, se consideraba que Peleo y Éaco eran plenamente tesalios y, si esto es así, puede que la madre de Éaco fuera una hija del Asopo de Tesalia, que desembocaba en el golfo de Malia en la región en la que se encontraba el reino de Peleo.[96]
De acuerdo con una tradición local de Egina, Telamón regresó a la isla con la esperanza de que su padre le permitiera quedarse, pero Éaco le impidió poner el pie en la isla, por lo que se vio obligado a levantar un montículo sobre el mar para poder hablar desde él (lo que refleja un rasgo de la topografía local).[97] Otra tradición local, transmitida por Pausanias, sugiere que Éaco había rodeado la isla de arrecifes debajo de la superficie del agua para protegerla de sus enemigos.[98] De acuerdo con otra leyenda recogida por Píndaro, Apolo y Poseidón pidieron ayuda a Éaco mientras estaban construyendo las murallas de Troya (cf. pp. 673-674), ya que, según apunta un escolio, las murallas de la ciudad hubieran sido absolutamente impenetrables si sólo hubieran intervenido en su construcción manos divinas (cf. p. 673). Después de terminar la construcción, tres serpientes intentaron escalar a las almenas, dos de ellas cayeron y murieron, mientras que una logró acceder a ellas. Apolo interpretó esta señal y profetizó que Troya caería por la parte de la muralla construida por Éaco. No obstante, los descendientes de Éaco desempeñarían un papel fundamental en la toma de la ciudad en dos ocasiones diferentes.[99]
Al igual que un héroe corintio homónimo, Foco era uno de los epónimos de la provincia de Fócide, en la Grecia central, y se decía que había permanecido allí el tiempo previo a su muerte (cf. p. 725). Según Píndaro y algunas fuentes tardías, Meneceo, el padre de Patroclo, el amigo de Aquiles, era un hijo de Egina y de su segundo marido, Áctor, hijo de Mirmidón. El Catálogo atribuido a Hesíodo sugiere incluso que Meneceo era el cuarto hijo de Éaco.[100]
Telamón se convierte en rey de Salamina y engendra a Áyax y a Teucro
Telamón se quedó cerca de su lugar de nacimiento, pues su morada se encontraba en la isla de Salamina, cerca del norte, en la costa frente al Ática. Salamina estaba entonces bajo el reinado de otro asópida llamado Cicreo, hijo de Poseidón y Salamina, hija de Asopo (cf. p. 689) y, por tanto, era familia de Telamón. La pareja no tenía hijos varones, de modo que le ofreció a su hija Glauce y lo adoptaron como heredero. Telamón sucedió a su suegro en el trono, pero en un momento se volvió a casar, tomando como nueva esposa a Peribea (o Eribea), hija de Alcatoo, rey de Mégara. La pareja engendró sólo un hijo legítimo, el poderoso Áyax (o Ayante).[101]
Píndaro cuenta que Heracles recaló en Salamina para reclutar a Telamón como compañero de armas en su campaña contra Troya y que pidió a su padre Zeus que le diera a su aliado un hijo valiente y fuerte. Entonces Zeus mandó un águila en señal de asentimiento y Heracles anunció a Telamón que engendraría un hijo excepcional y que su nombre debería ser Áyax a causa del águila (aietos).[102] Como convenía al padre de semejante hijo, Telamón fue uno de los guerreros más importantes de su tiempo. Navegó con los Argonautas, participó en la caza del jabalí de Calidón,[103] y, en algunas tradiciones, acompañó a Heracles al país de las Amazonas (cf. p. 347). Se le recuerda principalmente por haber sido el más destacado aliado de Heracles durante la primera toma de Troya (cf. p. 363). En recompensa por su colaboración, Heracles le ofreció como concubina a Hesíone, la hija de Laomedonte, el rey derrocado. Ella le dio otro hijo sobresaliente, Teucro, que acompañó a Áyax en la segunda expedición griega contra Troya, la más importante. Después de su excepcional labor en Troya, Áyax se suicidó en los momentos finales de la guerra (cf. pp. 605 y ss.) y Telamón mandó a Teucro al destierro por regresar a casa sin su hermano (cf. p. 738). Eurísaces, el hijo que Áyax y su concubina Tecmesa habían engendrado en Troya, estaba por tanto destinado a convertirse en el sucesor de Telamón en el trono de Salamina.[104] Los atenienses afirmaban que él y su hermano Fileo habían cedido la isla a Atenas y se habían marchado a vivir al Ática.[105]
Peleo en Tesalia: su matrimonio divino y su hijo Aquiles
En su exilio Peleo se marchó más lejos de su tierra natal que su hermano, llegando hasta Ftía, al sur de Tesalia, donde lo purificó Euritio (o Eurito), el gobernante de esas tierras. El fundador del linaje que reinaba en Ftía había sido Mirmidón, hijo de Zeus y Eurimedusa, que era el epónimo de ese pueblo, los mirmidones. Mirmidón había contraído matrimonio con Pisídice, una de las hijas de Eolo (cf. p. 534), que le había dado dos hijos, uno de ellos Áctor, el padre de Euritio. Otra versión sugiere que fue el propio Áctor quien recibió a Peleo en Tesalia. Dado que Euritio no tenía descendencia masculina, invitó a Peleo a quedarse en su reino y le ofreció a su hija Antígona como esposa y un tercio de la tierra. Antígona sólo le dio una hija, Polidora.[106] La Ilíada se refiere a Polidora como hija de Peleo y menciona que se casó con Boros, hijo de Perieres, pero tuvo un hijo llamado Menestio con el dios-río local Esperqueo. Menestio fue uno de los lugartenientes de Aquiles en Troya.[107] La historia del matrimonio de Peleo con Antígona y la purificación de Euritio probablemente se remonta a la épica arcaica dado que ya la conoce Ferécides.[108] Los acontecimientos siguieron más o menos el mismo curso en la versión alternativa en la que Áctor recibe a Peleo, hijo de Mirmidón. En este caso, se casó con una hija de Áctor a la que se llama Polimele o Eurídice.[109]
Junto con otros héroes importantes de esa época, Peleo y su anfitrión fueron invitados a Etolia a tomar parte en la caza del jabalí de Calidón. En ella Peleo mató por accidente a Euritio en un lance y se vio obligado a marchar al exilio de nuevo. Buscó refugio en una región de Tesalia más al norte, en Yolcos, donde lo purificó Acasto, el hijo y sucesor de Pelias.[110] Durante su estancia en la corte de Yolcos (o quizá durante una anterior visita, dado que los juegos en cuestión debieron haber tenido lugar antes de la caza del jabalí), compitió en los espléndidos juegos funerales que organizó Acasto después de la muerte de su padre. A los pintores de vasos del Ática les gustaba retratar a Peleo en lucha con la gran heroína Atalanta, haciendo contrastar su oscuro cuerpo con la pálida piel de su oponente. Se decía que había vencido ella. En otra versión, peleó con éxito contra Hipalcimo, uno de los numerosos hijos de Pélope, o con Jasón.[111]
Los hechos se torcieron cuando Astidamía (o Hipólita), la esposa de Acasto, se enamoró de Peleo e intentó seducirlo para tener un encuentro en secreto. Ella se enfadó tanto con su negativa que contó a su esposo que Peleo había intentado seducirla o violarla. Como suele pasar en este tipo de historias (cf. p. 693), Acasto confió en ella, pero no podía ejercer violencia contra un huésped. Invitó entonces a Peleo a unirse en una montería en el Pelión con la intención de exponerle a un peligro. Peleo tuvo mucha suerte en la cacería y en la competición logró matar a más bestias que sus compañeros. Intentaron hurtarle unas cuantas piezas, pero él había tenido la precaución de cortarles la lengua y podía evitar el fraude sólo con enseñarlas. Cuando se quedó dormido después de tanto esfuerzo, Acasto lo dejó abandonado en la montaña, quitándole la espada y exponiéndolo a los centauros y bestias salvajes que merodeaban por aquellos parajes. Su espada era un arma divina que le había fabricado Hefesto, y que Acasto escondió bajo un montón de estiércol. Peleo, cuando se despertó, se puso a buscarla, pero lo rodeó un grupo de centauros que lo hubieran matado si no hubiera intercedido por él el noble centauro Quirón, que además le ayudó a recuperar su espada.[112] Según otra versión de la leyenda, los dioses se habían quedado tan admirados por la resistencia de Peleo a los intentos de Astidamía por seducirlo que le dieron entonces la espada mágica, diciéndole a Hermes que se la entregara para permitirle luchar contra los centauros (o simplemente contra las bestias salvajes, theria) que pondrían su vida en peligro.[113] Hay otra versión en la que es Acasto el que comunica a Peleo su intención de dejarlo abandonado, diciendo que mediante esa prueba se revelaría si era o no culpable de violación.[114]
A menudo se dice que Peleo regresó a Yolcos para vengarse. Según Píndaro, tomó la ciudad él solo sin necesidad de ejército.[115] De acuerdo con Apolodoro, que seguramente tiene como fuente a Ferécides, organizó un ejército con ese fin, con la ayuda de Jasón y de los Dioscuros. Después de dar muerte a Astidamía, la desmembró e hizo que el ejército entrara en la ciudad a través de sus restos.[116] Algunas fuentes señalan que también mató a Acasto. Se recoge una versión de esta historia en el Catálogo atribuido a Hesíodo, ya que uno de los fragmentos que han llegado a nosotros dice que llevó a Ftía parte del tesoro de Yolcos (evidentemente después de saquear la ciudad).[117] En otras versiones, Acasto y su familia permanecieron en Yolcos, y él o sus hijos con el tiempo atacaron o expulsaron a Peleo cuando el anciano rey no podía defenderse después de que su hijo Aquiles hubiera marchado a Troya (cf. p. 633).
Durante el siguiente período de su vida, Peleo regresó a Ftía para ocupar el trono después de la muerte de su suegro y contrajo matrimonio con la diosa Tetis. Esto implica que su primera esposa, Antígona, había muerto en algún momento. Apolodoro lo explica diciendo que Astidamía la había inducido a suicidarse para vengarse de Peleo, enviándole un mensaje en el que le decía que estaba intentando repudiarla para contraer matrimonio con Estérope, la hija de Acasto.[118]
Para las circunstancias del matrimonio de Peleo con Tetis y la breve y desdichada unión, cf. pp. 93 y ss. Según la versión más conocida, ella le dio un hijo único, Aquiles, antes de abandonarlo y regresar junto a sus hermanas, las Nereidas, en el mar, ya que, al revés que Harmonía, consideraba que su matrimonio con un mortal era un yugo y una indignidad insufribles.[119] En algunas versiones, sin embargo, Aquiles no es el primer y único hijo de la pareja, ya que ella le había dado más hijos a Peleo, pero los había hecho perecer intentando volverlos inmortales (cf. pp. 95-96).[120] Después de abandonar a Peleo, él confió al joven Aquiles a su antiguo salvador, el centauro Quirón, que le educó en el monte Pelión. La juventud y educación de Aquiles ha sido objeto de estudio en relación con la guerra de Troya (cf. pp. 591 y ss.). Peleo vivió muchos años, para las historias sobre sus últimos años y su muerte, cf. pp. 632-633.
Asópidas menores
El resto de la familia Asópida no necesita un tratamiento en profundidad. Después de la que proviene de Egina, la siguiente rama es, sin duda, la que está relacionada con Salamina, la otra isla del golfo Sarónico con cierta importancia. Salamina, hija de Asopo, fue llevada a esa isla por Poseidón y allí le dio un hijo, Cicreo, que se convirtió en el primer gobernante de la isla. Ganó el trono —o sólo gran gloria— al matar a una descomunal serpiente que devastaba el territorio.[121] De acuerdo con otra tradición diferente, él crio a la serpiente y se la llevó de allí un tal Euríloco, que se marchó al continente, a Eleusis, en donde la serpiente se convirtió en sirviente de Deméter.[122] Se decía que Cicreo se había aparecido a los barcos atenienses bajo la apariencia de una serpiente durante la batalla de Salamina contra los persas.[123] Tal y como hemos visto, Cicreo acogió con agasajo a Telamón, le entregó por esposa a su hija Glauce y lo adoptó como sucesor, ya que no tenía herederos. No obstante, Ferécides suministra otra versión diferente en la que telamón es el nieto de Cicreo, e hijo de Glauce y un tal Acteo (seguramente distinto del suegro de Cécrope).[124] Sin duda esto refleja una tradición antigua en la que Telamón era oriundo de Salamina.
Otra isla a la que se le concede el epíteto de Asópida es Corcira (Cercha, la moderna Corfú), en el mar Jonio en el noroeste de Grecia. Corcira adquirió cierto renombre por su identificación con la isla homérica de los feacios, que visitó Odiseo (cf. p. 641) y aparecía también en el mito argonáutico (cf. p. 514). En la Odisea, los feacios son un exótico pueblo que está muy unido a los dioses, y su isla, Esqueria, se encuentra en los confines del mar, tan lejos que apenas reciben visitantes mortales. Por ello, Alcínoo, el rey de la isla, no podía tener una genealogía heroica convencional en la narración homérica. En la Odisea se cuenta que era un hijo de Nausítoo (Navegante veloz), que había llevado a los feacios a tan lejana isla para evitar que los Cíclopes los saquearan,[125] y estaba casado con Arete (Virtud), que aparentemente es su hermana en el texto original del poema.[126] Un pasaje que es seguramente posterior a la época de Homero la convierte en su sobrina y explica que Nausítoo era hijo de Poseidón y Peribea, la hija mayor de Eurimedonte, rey de los Gigantes, y que Arete era la hija de otro hijo de Nausítoo, un tal Alexénor al que dio muerte Apolo en su morada nada más casarse.[127] Esto es imaginación, al igual que las genealogías de Platón sobre los reyes de la Atlántida. Sin embargo, y al hilo de esto, cuando la tierra de Alcínoo terminó por ser identificada con un lugar real frente a las costas griegas, tanto él como su familia entraron de lleno en la genealogía heroica de los Asópidas. De acuerdo con la tradición posterior, Cercira, hija de Asopo, fue raptada por Poseidón y llevada a la isla que posteriormente llevaría su nombre. Allí le dio un hijo, Féax, que dio su nombre a los feacios (ya identificados con los habitantes primordiales, de Corcira). Alción aparece como hijo de Féax y su esposa es Arete, que en la versión homérica aparece como su hermana.[128] Aunque Helánico es la fuente más antigua para esta rama del linaje de los Asópidas, es bastante posible que esto ya se encontrara en el Catálogo atribuido a Hesíodo, ya que se sabe que el poema hacía mención de las relaciones familiares de Alcínoo, algo que había sido imposible si no se le hubiera dotado de una genealogía heroica en toda regla.[129] Dado que Corcira era una colonia corintia, es tentador suponer que el mito de Cercira surgió en Corinto a imitación de las historias que se contaban sobre Egina y Salamina. Cuando compuso sus Argonáuticas, parece que Apolonio tuvo problemas con la discrepancia que existe entre la genealogía homérica de Alcínoo y las posteriores, ya que afirma que Nausítoo era el predecesor de Alción en el trono de los feacios en Corcira, mientras que Poseidón se llevó a Cercira a Corcira Nigra, una isla insignificante en medio del Adriático.[130]
Se fueron añadiendo asópidas con el paso del tiempo, de modo que la familia de Asopo terminó siendo muy numerosa, con doce o veinte hijas. Diodoro habla de doce y añade a las anteriormente mencionadas a: Pirene, epónima de la fuente con ese nombre en Corinto; Cleone, epónima de Cleonas en la Argólide; Tebe, epónima de Tebas (en algunas fuentes considerada la esposa de Anfión, cf. p. 403); Tanagra, epónima de Tanagra en Beocia; Tespia, epónima de Tespias, al oeste de Tebas; Ornia, epónima de Ornias en la Argólide; Calcis, epónima de la ciudad de Eubea que lleva ese nombre; Asopis (desconocida) y Sinope (cf. infra).[131] Otra asópida conocida es Harpina, la madre de Enómao en la tradición local de Elis (cf. p. 648).[132]
De todas ellas sólo Pirene y Sinope tienen interés propio. Pirene, que también aparece como hija del dios-río Aqueloo o de Ébalo, rey de Esparta, fue amante de Poseidón y le dio dos hijos, Leques y Cencrias, epónimos de Lequeia y Cencrias, los dos puertos de Corinto al oeste y al este del istmo respectivamente.[133] De acuerdo con una tradición local recogida por Pausanias, que sigue sin duda un modelo estándar y es de origen tardío, Pirene lloró tan amargamente por la muerte de Cencrias a manos de Ártemis que se convirtió en la célebre fuente corintia que lleva su nombre.[134] Aún son visibles en Corinto los restos de la impresionante construcción que albergaba la fuente. Como epónima de la colonia griega de Sinope en la costa norte de Asia Menor, Sinope fue la Asópida que llegó más lejos. La raptó Zeus y la llevó al lugar que ocuparía la futura ciudad (un puerto comercial célebre por ser el lugar de nacimiento de Diógenes el Cínico) e intentó ganarse su amor prometiéndole que le daría lo que más deseaba. Ella fue más lista de lo que él pensaba y le dijo que lo que deseaba era seguir siendo virgen. A continuación, hizo lo mismo con Apolo y con el dios-río local Halis. De acuerdo con otra versión, fue Apolo quien se la llevó hasta allí y le dio un hijo, Siró, que dio su nombre a los sirios del interior.[135]
La primera mujer mencionada como hija de Asopo es Antíope, que aparece en la Odisea con ese nombre;[136] pero, como hemos visto (cf. p. 399), la tradición posterior le dio una genealogía completamente distinta. Seguramente fue una hija del Asopo que fluye por el sur de Beocia, en lugar del Asopo del Peloponeso, lo que explicaría mejor otros epónimos beocios como Tebas, Tanagra y Platea (cf. p. 195). Los mitógrafos parecen obviar esta distinción, sin embargo, ya que todas las hijas de Asopo aparecen como hermanas, algo que se manifiesta en Píndaro y Baquílides, quienes afirman que Egina (específicamente relacionada con el Asopo del Peloponeso) y Tebe, la epónima beocia, son hermanas del mismo padre.[137]
La familia real arcadia
Pelasgo, el primer rey de Arcadia
Al igual que los atenienses, los arcadios tenían la creencia, parcialmente justificada, de que eran un pueblo autóctono que había habitado esa tierra desde los tiempos más antiguos sin haber pasado por mezclas con pueblos extranjeros. De hecho, les gustaba afirmar que eran los más antiguos pobladores de Grecia, una raza de «pre-selenios» que habían vivido en el escarpado corazón del Peloponeso antes de que la luna (Selene) apareciera por vez primera en el cielo.[138] Su héroe ancestral y primer rey era Pelasgo, que nació de la propia tierra en el comienzo de la historia, tan antiguo como Deucalión, o incluso anterior, quizá el primer hombre. Aunque Pausanias duda de que fuera realmente el primer hombre que vivió en Arcadia (¿sobre quién hubiera reinado en ese caso?), cita unos versos del poeta épico Asio que le señalan como el ancestro de la raza humana: «La negra tierra dio a Pelasgo, semejante a los dioses, en las montañas de altos árboles para que surgiera la raza de los mortales».[139] Pelasgo es el epónimo de los pelasgos, el pueblo considerado habitante aborigen (prehelénico) de Grecia. Según la mitología arcadia, él había dado su nombre a ese pueblo, que lo mantuvo hasta que su bisnieto Arcas los llamó arcadios a partir de su propio nombre.[140] Como Cécrope en Atenas, es más una especie de Adán local que un personaje de leyenda, aunque se le atribuyan diversos hechos como héroe cultural en la tradición posterior.
Pausanias se hace eco de un esquema un tanto artificial en el que se cuenta que Pelasgo había introducido los primeros rudimentos de la civilización en Arcadia, permitiendo que sus sucesores mejoraran sus innovaciones y desarrollaran un modo de vida completamente humano. Pelasgo inventó las cabañas y las vestimentas de piel de oveja para proteger a su gente de las inclemencias del tiempo, dejando en manos de Licaón y de Arcas enseñarlos a construir poblaciones y a tejer prendas con lana. Pelasgo enseñó a los arcadios a alimentarse de bellotas y no de hojas, hierbas o raíces, que podían ser venenosas, dejando en manos de Arcas la introducción del pan y el cultivo de cereales.[141] Las bellotas formaron parte de la dieta de los arcadios hasta muy tarde, de ahí el apelativo de «comedores de bellotas» que se les daba tradicionalmente.
Como se ha explicado, los argivos intentaron introducir a Pelasgo en su genealogía real, haciéndole hijo de Níobe, hija de Foroneo (cf. p. 306).[142] A aquel Pelasgo al que recibió Deméter en Argos en época temprana (cf. p. 185), que estaba sepultado en el santuario de Deméter Pelasgia,[143] se le identificaba con este Pelasgo nacido de la tierra o se le hacía un miembro de la familia real argiva nacido posteriormente (un hijo de Triópas o de Agénor).[144] En las Suplicantes de Esquilo, Argos está bajo el reinado de Pelasgo, hijo de Palectón, cuando llega allí Dánao. Palectón, nacido de la tierra («el que lleva desde antiguo en la tierra», es decir, el indígena), cuyo nombre no aparece en ninguna otra fuente, parece ser una invención.[145] En las genealogías de Tesalia aparece un Pelasgo (quizá más de uno) como padre de diversos epónimos locales. Dado que el área alrededor de Larisa recibía el nombre de Pelasgiótide, no resulta sorprendente que este Pelasgo aparezca como hijo de Larisa, la epónima de la ciudad, bien de Poseidón o de Hemón.[146]
Licaón y sus cincuenta hijos
Pelasgo contrajo matrimonio con la ninfa Cilene (o con la oceánide Melibea, o una tal Deyanira), que le dio un solo hijo, su heredero y sucesor Licaón.[147] Como se puede inferir de su nombre, Licaón estaba estrechamente vinculado con el monte Licaón, en el sudoeste de Arcadia. Era un fundador mítico del antiguo culto de Zeus Lykaios, que se celebraba en la cima de la montaña. Enfrente del altar, que consistía en un montículo de tierra, había dos pilares y sobre ellos dos águilas doradas que miraban al sol naciente. Se decía que Licaón había sido también el fundador de Licosura, que se encontraba bajo la montaña y era considerada como la ciudad más antigua del mundo, y de la fiesta de Zeus Lykaios, la más antigua de su clase.[148] Esa clase de culto de Zeus celebrado en la montaña, muy importante en todo Grecia, fue especialmente significativo en Arcadia, ya que dotaba de un centro unitario a la población de esa tierra, diseminada en un sinfín de comunidades aisladas.
Licaón tuvo cincuenta hijos de diferentes mujeres, y también una célebre hija, Calisto, la madre del héroe epónimo de Arcadia. Como se puede observar en el catálogo de nombres que transmite Apolodoro, la mayoría de los hijos de Licaón son epónimos de diferentes ciudades arcadias.[149] Dado que todos ellos (excepto uno, que no tuvo hijos), murieron jóvenes a manos de Zeus, ninguno sobrevivió para engendrar progenie propia, por lo que todos los miembros de la familia real arcadia son descendientes de Calisto y de su hijo Arcas. La caída de la casa de Licaón se produjo a causa de un sacrilegio: el rey o sus hijos intentaron ofrecer carne humana a Zeus. Aunque lo más seguro es que fuera el propio Licaón el que cometió tal trasgresión, son los hijos quienes en la mayoría de las fuentes cargan con tal crimen, aparentemente porque no entraba en los cabales de los autores más tardíos que el piadoso fundador del principal culto de Zeus en Arcadia pudiera haber cometido una acción de esa clase. De acuerdo con ello, Apolodoro explica que los hijos de Licaón sobresalían a todos sus contemporáneos en arrogancia e impiedad, algo que se hizo evidente cuando Zeus los visitó bajo el aspecto de un viajero pobre para demostrar si su reputación era realmente tan mala como se decía. Ellos lo invitaron a su palacio para que gozara de su hospitalidad, pero mezclaron las entrañas de un niño con la carne de los sacrificios y se la sirvieron conjuntamente. Horrorizado por su acción (instigada por el hermano mayor Ménalo), Zeus tiró la mesa y mató a los hijos y al padre arrojándoles rayos, dejando a salvo sólo al hermano pequeño, Níctimo, ya que Gea (la Tierra) había intercedido por él.[150]
Níctimo sobrevivió y heredó el trono según esta versión, y en la narración pseudo-histórica que lleva a cabo Pausanias acerca de la historia temprana de Arcadia se dice que fue el sucesor de Licaón. Sin embargo, esto no es importante, ya que tampoco tuvo hijos, por lo que le sucedió Arcas en el trono. Pausanias cuenta que Níctimo era el mayor de los hijos de Licaón, por eso heredó (en su versión racionalista no cabe que Zeus destruyera a la familia), mientras que Apolodoro le convierte en el más joven (su corta edad le haría inocente de un crimen tal).[151] Si el choque de Zeus con los hijos de Licaón sucedió en Trapezunte, en el sudoeste de Arcadia, (como indican Apolodoro y otras fuentes), el nombre de la ciudad se explicaría por la acción de Zeus de tirar al suelo la mesa (trapeza).[152] Este gesto es un motivo repetido en esta clase de historias, ya que simboliza una ruptura en el contacto entre dioses y hombres. Apolodoro menciona que algunos pueblos explicaban el gran diluvio como un castigo por las impiedades cometidas por los hijos de Licaón.
En otra versión se sugiere que Zeus visitó una vez a Licaón como huésped, ya que a menudo los dioses en los primeros tiempos se relacionaban así con los humanos, y que los hijos del rey fueron los que mezclaron carne humana y animal para probar si era o no realmente un dios.[153] Para ello mataron a su hermano pequeño, Níctimo, según señala una fuente.[154] Cabe hacer mención de una versión parcialmente racionalista, la de Nicolás de Damasco, un historiador que fue tutor de los hijos de Marco Antonio y Cleopatra. Para asegurarse de que su pueblo se comportaría rectamente, Licaón les dijo que Zeus los visitaba regularmente disfrazado para poner a prueba su modo de vida. Un día que el rey ofrecía un sacrificio, ya que afirmaba que estaba esperando la visita del dios, sus hijos mataron a un niño y mezclaron las carnes para probar si decía o no la verdad, ya que Zeus se daría cuenta si los visitaba. Se produjo entonces una violenta tormenta, con gran cantidad de rayos, aparentemente por orden de Zeus, y todos los asesinos del niño murieron entonces sin excepción.[155]
Otras fuentes afirman que fue el propio Licaón el que puso a prueba a Zeus dándole comida mezclada con carne humana un día que el dios le hizo una visita. El rey mató a su nieto Arcas (al que luego revivieron los dioses) y le dio su carne, o la de su hijo Níctimo o la de un prisionero molosio. En esta versión, la única anterior a época helenística que conservamos, y que entró en el Corpus atribuido a Hesíodo, Licaón estaba tan encolerizado con Zeus porque había seducido a su hija Calisto (vid. infra) que mató a un niño, aparentemente Arcas, y le sirvió su carne como comida. Parece que Zeus respondió tirando la mesa por los suelos y transformando a Licaón en un lobo, al igual que en la célebre versión de las Metamorfosis de Ovidio, en la que el rey intenta poner a prueba su divinidad sirviéndole carne humana. Ovidio estaba obligado a elegir esta versión de la historia por el tema central de su poema, dado que es la única en la que se produce una transformación.[156] Pausanias escuchó en Arcadia que Licaón terminó convertido en lobo (lykos) porque sacrificó un niño en el altar de Zeus Lykaios, y los propios arcadios vincularon esta historia con una extraña superstición acerca de un hombre lobo que estaba vinculada con el culto de Zeus Lykaios.[157] Se contaba que desde los tiempos de Licaón uno de los hombres que participaba en el sacrificio anual en el monte Licaón se convertiría en lobo después de probar la carne sacrificial, de la que se pensaba que contenía carne humana. Esos hombres lobo no estaban condenados a tener esa forma el resto de sus vidas, ya que podrían recuperar su forma humana al cabo de nueve años si en ese tiempo no probaban carne humana; si lo hacían no cabía posibilidad alguna de liberarse de su naturaleza bestial.[158] Es tentador pensar que la leyenda local sobre el sacrificio del niño hecho por Licaón sea la historia original de la que todas las variantes posteriores partieron, pero Pausanias recopiló esa narración en un período muy tardío (siglo II a.C.), de modo que no podemos asegurar que sea realmente antigua o producto de la invención posterior.
Calisto y Arcas
Calisto, la hija de Licaón, dejó su hogar para vagar por las montañas de Arcadia como una compañera virginal de caza de Ártemis. Zeus se enamoró de ella y bien la violó, bien la sedujo, pues quedó encinta de un varón, Arcas. Aunque esto acabó siendo una desgracia para Calisto, ya que terminó convertida en una osa, al menos sirvió para que Licaón no quedara sin descendencia después de perder a todos sus hijos. Arcas ascendió al trono inmediatamente después de la muerte de su abuelo, o después del reinado de Níctimo en aquellas fuentes en las que este hijo de Licaón escapa del destino de sus hermanos.
En las tradiciones primeras, Calisto no podía tener relación ninguna con Licaón. Parece probable que surgiera como una hipóstasis de Ártemis, ya que la diosa recibía culto en Arcadia bajo la invocación de Ártemis Kalliste («la más bella»), y terminó siendo una de las ninfas compañeras de la diosa. Se cuenta que Hesíodo la incluyó entre las ninfas, presumiblemente en el Catálogo (en contra de la Astronomía, que la menciona como hija de Licaón).[159] Según Apolodoro, el poeta arcaico de Corinto Eumelo la llamaba hija de Licaón, mientras que el épico Asio la hacía hija de Nicteo, y Ferécides la consideraba hija de un oscuro personaje arcadio llamado Ceteo (quizá un hijo de Licaón).[160] Al considerarla hija de Licaón, los mitógrafos podían construir un árbol genealógico unitario para la familia real arcadia en el que cada línea se podía llevar hasta Licaón o Pelasgo (vid. Tabla 20). No obstante es evidente que las genealogías acerca de la rama familiar de Arcas tenían un origen diferente de las de Licaón, ya que el primero se relaciona sólo con la Arcadia oriental, mientras que los hijos de Licaón sirvieron como epónimos para las ciudades de todas las partes de Arcadia.
Aunque se suele considerar que Calisto fue violada o seducida por Zeus mientras que acompañaba a Ártemis y que fue transformada en una osa (arktos) después y dio a luz a su hijo Arcas una vez transformada en animal, la historia tiene múltiples versiones, aunque todas ellas apartan de una o dos fuentes principales.
(i) En las versiones más sencillas de la historia, la transformación de Calisto obedecía a los celos de Hera y fue Ártemis quien la mató cuando estaba embarazada de Arcas. Algunos cuentan que Zeus la transformó en osa después de violarla a fin de confundir a su celosa esposa, quien le había visto persiguiendo a Calisto en el bosque y había intentado pillarlo en el acto. Mas al encontrarse con una osa en lugar de con una mujer, Hera al momento se dio cuenta de lo que había pasado e incitó a Ártemis a que diera muerte a la osa durante una cacería. Después de que Calisto muriera, Zeus rescató al bebé extrayéndolo del seno de la madre (al igual que Apolo con Asclepio, cf. p. 209) y se lo confió a Maya, otra de sus amantes arcadias (cf. p. 222), para que lo criara en las cuevas del monte Cilene.[161] En otras versiones, Hera es la que transforma a Calisto en osa como castigo por yacer con Zeus y Ártemis la mata, bien como favor a Hera o durante una cacería y sin darse cuenta de quién es. En otra versión Zeus manda a Hermes para que extraiga al niño de la madre muerta.[162]
(ii) En las versiones más elaboradas de la leyenda, Calisto da a luz a su hijo en los bosques al término de su gestación y sobrevive durante mucho tiempo transformada en osa hasta que su propio hijo Arcas le da muerte en una cacería. Ejemplo de esto es la versión de las Metamorfosis de Ovidio. Cuando Zeus se encontró con Calisto tumbada en la hierba, tomó la apariencia de Ártemis para acercarse a ella y la violó a pesar de su resistencia. Nueve meses después^Ártemis invitó a sus sirvientas a darse un baño con ella después de una cacería y se dio cuenta de que Calisto estaba encinta cuando la obligó a desnudarse. La diosa entonces la expulsó de su compañía y, al poco, ella dio a luz al niño. Hera entonces se enteró del deseo de Zeus hacia ella y el nacimiento del muchacho aumentó su resentimiento. Terminó convirtiéndola en osa y Calisto vagó por todo el territorio durante 15 años, hasta que un día su hijo se topó con ella durante una cacería. Sin sospechar quién era, se disponía a atravesarla con su lanza, cuando Zeus intervino y se llevó a ambos a los cielos, evitando así el matricidio, y convirtiéndolos en la constelación de la Osa Mayor y el Boyero (conocido en griego como Arktophylax o «Guardián de la Osa»).[163]
En las versiones que aporta la literatura astronómica, es la propia Ártemis la que opera la transformación sin darse cuenta de que Calisto estaba embarazada y ella da a luz a su hijo metamorfoseada en osa. Aunque debía haber versiones con finales similares al de Ovidio, pero con Calisto cazada por su hijo, las fuentes que conservamos son bastante más complejas y un tanto adulteradas. Por ejemplo, una cuenta que Calisto, después de su transformación, fue capturada en las montañas por algunos cabreros, que se la entregaron a Licaón junto con su hijo. Algún tiempo después, ella entró en el recinto de Zeus Lykaios, que era terreno prohibido para todo mortal bajo pena de muerte, y su hijo la habría cazado en compañía de otros arcadios si no hubiera intervenido Zeus y los hubiera transferido a las estrellas. En una versión algo diferente, Zeus se los llevó a los cielos cuando los arcadios los amenazaron.[164] Algunos datos de esta historia resultan bastante raros, pero la cuestión es demasiado compleja para tratarla aquí. Cabe señalar que hay fundamentos para suponer que la historia terminó distorsionada y que hay que tratar las versiones que han llegado a nosotros con cautela.
En otra fuente de la literatura astronómica, Licaón mata a Arcas cuando es un niño y sirve su carne a Zeus, porque le odiaba por haber seducido a su hija (o porque quería probar si el visitante era realmente un dios). Cuando se dio cuenta, Zeus, estupefacto, tiró la mesa por los suelos y transformó a Licaón en un lobo. A continuación, recompuso los pedazos del niño muerto y se lo entregó a un pastor para que lo criara. Cuando Arcas se hizo mayor, se encontró con su osa-madre durante una montería y la persiguió sin saber quién era realmente. Parece que en la caza se adentró en el recinto de Zeus Lykaios y el dios se llevó a ambos a las estrellas para evitar que los arcadios cayeran entonces sobre ellos.[165]
Anfión, un poeta cómico helenístico, compuso una versión humorística en la que Zeus asume la forma de Ártemis para acercarse a ella y seducirla. La engaña hasta tal punto que, cuando Ártemis le pregunta después por su embarazo, ella, ingenua, protesta y le dice a la diosa que ella es culpable. Ártemis, molesta por su respuesta, como era lógico, la transforma en osa. La versión que da Anfión sobre la seducción le sirvió a Ovidio, pero en la versión del latino, Calisto se da cuenta del engaño y se resiste todo lo que puede.[166]
Después de ascender al trono, Arcas dio su nombre a la tierra y a su pueblo, que hasta entonces recibían el nombre de pelasgos. En la versión de Pausanias, se cuenta que él mejoró las innovaciones de Pelasgo y que enseñó a su pueblo a tejer lana y a fabricar pan con el grano, con lo que dejaron de lado las pieles de oveja y la alimentación a base de bellotas. Pudo enseñarlos estas técnicas porque un oscuro héroe llamado Adristo le enseñó el arte de hilar y Triptólemo (el sirviente de Deméter en Eleusis, cf. p. 187) le instruyó en el cultivo del cereal, dispersando en la tierra el don de Deméter.[167] Bien de una ninfa local llamada Erato o Crisopeya (cf. p. 282) o de una mujer mortal, Leanira, hija de Amiclas, o Meganira, hija de Crocón, Arcas engendró dos hijos: Afidas y Élato, y en otras versiones un tercero de menor importancia, Azán,[168]
Afidas y sus descendientes en Tegea, entre ellos Auge y Anceo
El reino quedó dividido entre los hijos de Arcas después de la muerte de su padre: Afidas recibió la provincia de Tegea en el sudeste, Élato las tierras alrededor del monte Cilene en el noreste. Ambos generaron familias numerosas. Si se incluye a Azán entre los hermanos, él heredó el distrito de Azania, en el norte de Arcadia (pero, de todos modos, su linaje terminó una generación después, cf. p. 706).[169] Como se puede inferir por la naturaleza del reparto, la genealogía de Arcas y la familia asociada con él no cubren la Arcadia entera, sino sólo las regiones orientales. Se ha señalado que este sistema genealógico no era de origen arcadio, sino que surgió en Argos y por ello presenta una imagen de Arcadia desde el punto de vista de su vecino oriental. Aunque se formó un esquema de herencia que presentaba a los descendientes de Arcas de ambas ramas de la familia como gobernantes de toda Arcadia (o de su mayor parte) en sucesión directa, la seudohistoria que resulta de él es demasiado artificial como para ocuparnos aquí de ella: Pausanias da algunos datos de ello. Dentro de la intención del presente libro, nos centraremos en algunos de los héroes y heroínas arcadlos más relevantes, de los que la mayor parte de ellos son descendientes de Afidas y oriundos de Tegea. No debe sorprendernos que Tegea descuelle en la historia mítica por encima del resto, ya que fue la ciudad más importante de todo el territorio hasta la fundación de Megalópolis en el siglo IV a.C., y además mantuvo más relaciones con el resto del mundo griego, debido a que se encontraba en la llanura sudeste, y no en las montañas, y en el camino principal que llevaba de Argos a Esparta.
Afidas, que no tiene mitos propios, tuvo un hijo único, Aleo, que le sucedió como rey de Tegea. Aleo estableció el culto de Atenea Alea en Tegea[170] y consagró a su hija Auge al servicio de la diosa como sacerdotisa virgen. Cuando Heracles volvía de su campaña contra Hipocoonte en Esparta (cf. p. 367), cruzó Tegea y violó a la princesa sin darse cuenta de quién era y dejándola embarazada de un hijo, Télefo. Después de dar a luz al niño, Auge intentó esconderlo en el santuario de Atenea Alea. Entonces, a causa del sacrilegio, cayeron sobre el territorio una hambruna y una plaga terribles. Cuando los oráculos apuntaron a que el recinto sagrado había sido profanado, el rey se puso a la búsqueda y encontró al bebé. Ordenó que lo abandonaran en el monte Partenio y entregó a su hija al marinero Nauplio para que la vendiera como esclava en una tierra extranjera. Sin embargo, Nauplio fue mucho más gentil con ella y se la ofreció en matrimonio a Teutrante, el rico rey de Misia, en Asia Menor. Asimismo, el destino sonrió al niño ya que lo amamantó una liebre hasta que unos pastores se lo encontraron y lo rescataron. Los mitógrafos explicaban esto con una etimología un tanto retorcida: el nombre de Télefo provenía del hecho de haberse alimentado de la teta (thele) de una cierva (elaphos). Cuando creció, viajó a Delfos para preguntar al oráculo sobre su nacimiento y se le indicó que cruzara el mar y llegara a Misia, donde se reuniría con su madre. Como no tenía hijos propios, Teutrante adoptó a Télefo como hijo y heredero y le sucedió en el trono un poco antes de la guerra de Troya.[171] Para la historia que cuenta cómo lo hirió Aquiles cuando el ejército griego atacó su reino, cf. p. 578.
La leyenda de Auge aparece en varias fuentes distintas. En otra versión, Aleo se dio cuenta de que estaba embarazada y se negó a creerla cuando le dijo que había sido violada por Heracles. Pensando que el problema había surgido de una relación amorosa ilícita que ella había tenido, se la entregó a Nauplio y le pidió que la arrojara al agua en alta mar. Ella dio a luz al niño en el monte Partenio durante el viaje a la costa y lo escondió entre los arbustos. Nauplio se la llevó consigo a su ciudad natal, el puerto de Nauplia o Nauplio en la Argólida, y allí se la entregó a unos viajeros carios que partían para Asia Menor. La historia de Auge tuvo final feliz, ya que se la confiaron a Teutrante después de que llegaran a Asia. El niño abandonado fue amamantado por una liebre hasta que se lo encontraron unos hombres de campo que se lo entregaron a su señor, un rey local llamado Corito. Corito lo crio hasta que terminó por encontrarse con su madre según la historia contada anteriormente.[172] En una versión más sencilla, Auge se lo llevó consigo después de dar a luz en el monte Partenio y Nauplio se llevó a los dos consigo y los vendió a Teutrante, quien la tomó como esposa y adoptó al niño.[173]
Otra versión cuenta que Aleo, una vez descubierta la relación ilícita con Heracles y el parto de su hija, la encerró junto con su nieto en una cesta y los tiró al mar, pero lograron alcanzar la costa de Asia Menor sanos y salvos. Allí Auge se convirtió en la esposa de Teutrante.[174] La fuente más antigua que conservamos, un papiro con un fragmento del Catálogo atribuido a Hesíodo tiene una estructura completamente distinta: Teutrante tomó a Auge y la cuidó como una hija por indicación de los dioses. Heracles las sedujo en Asia de camino a Troya para reclamar los caballos de Laomedonte. Se indica, asimismo, que Auge era de origen arcadio.[175]
Aleo tuvo dos hijos, Licurgo y Cefeo, de los que se dice que gobernaron a la vez en Tegea en algún momento.[176] Licurgo aparece en la Ilíada como el que da muerte a Arítoo el Macero (Corynetes, un apelativo que comparte con un oponente de Teseo, cf. p. 449), un guerrero terrible del que se dice que solía abrirse camino a través de las filas enemigas a golpes de maza. Confiando en su astucia más que en la fuerza bruta, Licurgo le obligó a luchar en una senda estrecha donde no tenía espacio suficiente para mover su maza y le clavó su lanza en el diafragma.[177] Licurgo fue el padre de Anceo y el abuelo de Atalanta, dos arcadios valientes y de carácter cuyas aventuras les llevaron fuera de su provincia natal.
Anceo era un héroe musculoso que solía llevar una piel de oso y un hacha doble. Abandonó Arcadia para partir con los Argonautas. De acuerdo con Apolonio, Cefeo y Anfidamante, los dos hermanos menores de Licurgo, partieron con ellos, pero Licurgo se vio obligado a quedarse para cuidar de su anciano padre Aleo y mandó a su hijo en su lugar. Para explicar por qué Anceo llevaba esa vestimenta y esa arma tan toscas (que parecen imitar las de Heracles), Apolonio cuenta que Aleo intentó que se quedara en Arcadia y le escondió la armadura y las armas en el palacio y que él se tuvo que conformar con el hacha y la piel de oso como sustitutos.[178] A causa de su increíble fuerza, se le sentó en el mismo banco de remo que a Heracles y cuando se iba a sacrificar un par de bueyes a Apolo antes de comenzar el viaje, Anceo derribó a uno de ellos con un solo golpe de hacha mientras que Heracles hizo lo propio con su maza. Anceo tiene un papel importante además en la batalla entre los Argonautas y los bebricios (cf. p. 504), en la que su hacha no tiene descanso.[179] Se le recuerda principalmente, sin embargo, por su muerte gloriosa durante la caza del jabalí de Calidón, que le hirió mortalmente en el muslo cuando se acercaba a él para matarlo (cf. p. 541).[180] Hay buenas razones para creer que esta historia se remonta a la épica arcaica, dado que en una escena que representa la caza en el vaso François (circa 570 a.C.), se puede ver a Anceo en el suelo debajo del jabalí mientras Meleagro y Peleo se enfrentan a la bestia con su lanza. La bravura de Anceo era tal que, a pesar de la gravedad de su herida, siguió peleando con el jabalí, por ello los tegeos le honraban como a uno de sus mayores héroes. Cuando se reconstruyó el templo de Atenea Alea en el siglo IV a.C., el arquitecto y escultor Escopas plasmó el momento en un bajorrelieve del pedimento; en él aparecía Anceo herido ayudado por su hermano Époco.[181]
Anceo tuvo un hijo, Agapenor, que reinó en Tegea en la época de la guerra de Troya. La Ilíada indica que condujo a los arcadios a Troya en sesenta naves, que le fueron entregadas por Agamenón, ya que el pueblo arcadio no tenía relación directa con la marinería. De acuerdo con la tradición helenística y tardía, Agapenor, en su camino de regreso a Arcadia, terminó arrastrado hasta Chipre y decidió quedarse allí. Fundó entonces Pafos (es decir, el puerto de Nuevo Pafos) en la costa oeste.[182] Antes de su partida hacia Troya, los hijos de Alcmeón dieron muerte a los asesinos de su padre en el palacio de Tegea (cf. p. 430).
La leyenda de Atalanta en Arcadia y Beocia
Dos provincias distantes, Arcadia y Beocia, reclamaban para sí a la heroína Atalanta. La Atalanta arcadia era descendiente de Licurgo a través de uno de sus hijos, Yaso (o Yasio o Jasión), mientras que la Atalanta beocia era hija de Esqueneo, hijo de Atamante, el epónimo de la ciudad beocia de Esqueno.[183] Es difícil decir si eran o no personajes diferentes, o si fueron tradiciones alternativas las que terminaron por generar una Atalanta en diferentes territorios. En la medida en que podemos juzgar a partir de los datos que conservamos, la Atalanta que participó en la caza del jabalí de Calidón (cf. p. 541) y que fue abandonada por su padre al nacer (cf. infra) siempre fue arcadia, mientras que la leyenda sobre la carrera nupcial de Atalanta está asociada con una heroína beocia con ese nombre. Es posible, por tanto, que hubiera dos Atalantas distintas, pero, aunque este sea el caso, ambas terminaron por confundirse en una época muy antigua, por lo que consideramos conveniente tratar a ambas, la arcadia y la beocia, como un personaje único y no reparar en distinciones regionales.
Cuando Atalanta nació en Arcadia, su padre Yaso ordenó que se la abandonara en los montes porque sólo quería hijos varones. Fue abandonada en el monte Partenio y la amamantó una loba que había perdido sus cachorros hasta que se la encontraron casualmente unos cazadores. La criaron en las montañas y ella decidió quedarse allí y llevar una vida de virgen cazadora y habitar en una cueva. Cuando dos centauros borrachos, Roico e Hileo, se acercaron una vez a su cueva de noche con la intención de violarla, ella, que había visto sus antorchas y estaba alerta, los mató con dos flechas.[184] Demostró un valor y una habilidad semejantes en sus aventuras posteriores, confirmando que era capaz de medirse con cualquier héroe masculino. Aunque Diodoro y Apolodoro la incluyen en la lista de los Argonautas,[185] es difícil que la tradición más antigua la incluyera entre ellos. Apolonio cuenta que pidió formar parte de la expedición, pero que Jasón, al que se había encontrado en Arcadia y le había regalado una lanza, se opuso, pues tenía miedo de que los miembros de la tripulación se enamoraran de ella y lucharan entre sí.[186] Durante el período que media entre el viaje de los Argonautas y la caza del jabalí de Calidón, Atalanta viajó a Yolcos para competir en los juegos fúnebres en honor de Pelias y venció a Peleo en la competición de lucha (cf. p. 687).[187] Su papel en la cacería del jabalí de Calidón fue determinante y es su hazaña culminante: fue la primera en herir a la bestia y Meleagro, el líder de la cacería, quedó tan impresionado por su valentía que le entregó el premio, a pesar de que había sido él quien había dado muerte al jabalí.[188] Ella regresó a casa con los trofeos y los más duraderos, los enormes colmillos del jabalí, estaban a la vista en Tegea hasta que los expolió Augusto.[189]
Cuando el padre de Atalanta insistió en que debía sentar cabeza y casarse, ella intentó escapar al matrimonio obligando a sus pretendientes a competir en una carrera a riesgo de sus vidas. Si había sido abandonada de niña, como cuenta su leyenda arcadia, es difícil entender que sus padres tuvieran ocasión o motivo para presionarla a contraer matrimonio (aunque Apolodoro cuente un reencuentro entre ella y sus padres después de sus numerosas aventuras).[190] Es evidente que esta leyenda sobre la competición matrimonial surgió en relación con una Atalanta beocia que fue criada en su casa. Algunos fragmentos del Catálogo atribuido a Hesíodo atestiguan la historia y en ellos aparece su padre Esqueneo anunciando las condiciones del certamen.[191] En contraste con el modelo narrativo más frecuente, en el que es el padre el que compite con los pretendientes (como Enómao e Hipodamía), Atalanta se enfrenta ella misma para librarse de ellos. Según Apolodoro, trazo el curso de la carrera y clavó en mitad del recorrido una estaca. A continuación explicó a los pretendientes que ellos saldrían desde la estaca y ella desde la salida y completamente armada. Si alcanzaba a un pretendiente, lo atravesaría con su lanza por la espalda, pero quien llegara a la meta antes que ella tendría derecho a reclamarla como esposa.[192] Después de matar a un buen número de pretendientes, un joven la ganó con la ayuda de Afrodita. De acuerdo con la tradición beocia, el ganador fue Hipomenes, hijo de Megareo, rey de Onquesto (una ciudad en el sur de Beocia); en la tradición arcadia, fue Milanión (o Melanión), hijo de Anfidamante, sobrino de Licurgo y, por tanto, primo de Atalanta.[193]
El pretendiente vencedor, ya uno u otro, logró la victoria después de rogar a Afrodita, que simpatizaría con él como diosa del amor. Le dio unas manzanas de oro (en algunas versiones tres) y le dijo que las arrojara detrás de él durante la carrera, de modo que Atalanta se retrasaría cada vez que se agachara a recogerlas.[194] A menudo se cuenta que esas manzanas eran como las de las Hespérides que recogió Heracles (cf. p. 62); según Ovidio, la diosa se las trajo desde su gruta sagrada en Támaso, Chipre, en la que había un manzano con ramas y hojas doradas.[195] Hay otras versiones en las que Milanión se ganó el favor de Atalanta ayudándola en varias cacerías.[196]
A menudo se dice que Atalanta y su esposo fueron transformados en leones después de la boda. Los primeros testimonios que conservamos son del siglo IV a.C., pero quizá la historia sea anterior. En la versión que da Ovidio en las Metamorfosis, Hipomenes enfureció a Afrodita al no darle las gracias por las manzanas de oro, de modo que la diosa incitó a la pareja a copular en una cueva consagrada a la Madre de los Dioses (aquí Cibeles) mientras que viajaban de camino a casa. La Madre castigó tamaño sacrilegio convirtiéndolos en leones. En otra versión, seguramente de origen más antiguo, la pareja sufrió ese castigo porque cometieron sacrilegio en un recinto sagrado de Zeus, copulando en él durante una cacería.[197] Algunas fuentes latinas añaden que nunca pudieron hacer el amor de nuevo después de su transformación, ya que existía la extraña idea de que los leones no copulaban entre ellos, sino sólo con leopardos.[198] Se decía que Partenopeo (el Nacido de la Doncella, uno de los Siete contra Tebas) era hijo de Atalanta, ya fuera de su esposo Milanión, de Meleagro o de Ares.[199]
Cefeo y Équemo de Tegea
Cefeo, hijo de Aleo, era el hermano más importante de Licurgo, y se decía que había reinado en Tegea en algún tiempo. Al igual que su padre, se decía que había fundado uno de los más antiguos santuarios de Atenea en la ciudad, en este caso el de Atenea Polias (Guardiana de la ciudad). Si fuera así, es lógico que la diosa le ayudara a proteger la ciudad dándole un mechón de la cabeza de la gorgona que le volvería inexpugnable.[200] En las monedas de Tegea aparecía esta escena. Dado que no tenía menos de veinte hijos, Heracles le pidió ayuda cuando estaba buscando aliados para enfrentarse a Hipocoonte, rey de Esparta, que tenía doce o veinte hijos en edad militar. Cefeo y sus hijos ayudaron al héroe a conseguir su victoria (cf. p. 367), pero a expensas de sus propias vidas (o de las de todos excepto tres de ellos).[201] La historia del cabello de la gorgona aparece en otra fuente de modo distinto, ya que se dice que Cefeo no quería dejar la ciudad a menos que Heracles le diera un mechón del cabello de la gorgona como protección. Había recibido el mechón de manos de Atenea en una jarra de bronce y se lo había confiado a una hija de Cefeo, Estérope, diciendo que cualquier ejército invasor se retiraría al punto de la ciudad si ella lo levantaba tres veces sobre sus murallas, con cuidado de no mirarlo.[202] Parece que el mechón provocaba un pánico terrible a todo el que lo veía, pero no convertía en piedra, como la cabeza de la gorgona.
Otro héroe reseñable es Équemo, hijo de Eropo, un rey tardío de Tegea que fue nieto o bisnieto de Cefeo. Su fama se debía a que había dado muerte a Hilo, hijo de Heracles, en un combate singular en el Istmo de Corinto y así había impedido que los Heraclidas invadieran el Peloponeso en su primera (o segunda) intentona (cf. p. 379). A causa del gran servicio que el rey había realizado para los peloponesios en época legendaria, los tegeos solían tener el privilegio de comandar una de las alas siempre que servían en ejércitos del Peloponeso.[203] Según Píndaro, Équemo además había sido el vencedor en la competición de lucha en los primeros Juegos Olímpicos.[204] Se casó con Timandra, una hermana de Clitemnestra, que terminó siendo tan poco leal como las otras hijas de Tindáreo (cf. p. 677).[205]
Los descendientes de Élato y de Azán en el norte de Arcadia
La otra rama de la familia de Arcas era la que descendía de su hijo Élato (cf. p. 698). Era menos importante que la rama de Afidas, al menos desde un punto de vista panhelénico, dado que Élato heredó tierras más salvajes y aisladas que las que había alrededor de Tegea, en el escarpado noreste de Arcadia, en las inmediaciones del monte Cilene.[206] Este Élato no es el mismo que el capitán lapita que fue padre de Ceneo e Isquis (cf. p. 714), a pesar de que Isquis aparezca a veces como hijo del Élato arcadio.[207] No tiene mitos propios aparte de la historia que le hace vagar hasta la Grecia central para convertirse en el fundador de Elatea.[208] De los diversos hijos que se le adjudicaban, sólo dos interesan aquí: Epito y Estínfalo, que fue el ancestro de la mayoría de los héroes de esta rama.
La tumba de Epito, bajo el monte Cilene, aparece en la Ilíada como una estela en Arcadia.[209] Pausanias llegó hasta el lugar por sus connotaciones homéricas, pero no le agradó lo que vio, una mínima elevación sobre una base de piedra. Explica que Epito murió a causa de una mordedura de serpiente mientras se encontraba de caza en el monte Sepia y que fueron sus compañeros quienes lo enterraron allí porque vieron imposible regresar con su cadáver.[210] Píndaro se refiere a él y lo vincula con el nacimiento de Yamo, el ancestro mítico de la familia de los Yámidas, los adivinos de Olimpia. Después de dar a luz a Evadne, fruto de su relación con Poseidón, la ninfa laconia Pitane (epónima de una pequeña aldea cercana a Esparta) se la confió a Epito para que la cuidara. Cuando Evadne creció, Apolo la sedujo y tuvo un hijo con él. Aunque intentó ocultar su embarazo, su tutor se dio cuenta y marchó a Delfos para preguntar al oráculo. Evadne dio a luz al niño mientras Epito estaba fuera y lo abandonó en los montes, aunque muy a su pesar. Dos serpientes le salvaron por intercesión divina y le daban miel. Epito había descubierto por el oráculo que el bebé era hijo de Apolo y que estaba destinado a ser un gran adivino y además fundador de una familia de infalibles adivinos. Su madre pudo entonces recuperarlo y lo llamó Yamo porque había estado acunado en un lecho de pensamientos (viola tricolor).[211]
Según Píndaro, Epito reinó en Fésane, en la ribera del Alfeo en el sureste de Arcadia. Cuando creció, Yamo se introdujo en el río e imploró a su abuelo Poseidón y a su padre Apolo que se le concediera el destino que le había sido pronosticado. La voz de su padre resonó entonces y le indicó que debía marchar a Olimpia, donde el dios le concedería el don de la profecía. Cuando Heracles fundó los Juegos Olímpicos, Yamo profetizaba desde el altar de Zeus, como hicieron sus descendientes, los Yámidas, después de él.[212] Los Yámidas vaticinaban leyendo las entrañas de los animales sacrificados que eran quemados en el altar.
Estínfalo, el segundo de los hijos de Élato, era el epónimo de la ciudad de Estínfalo, debajo del monte Cilene.[213] Las lagunas de Estínfalo vecinas son célebres por ser uno de los trabajos dé Heracles, que las limpió de los pájaros que infestaban sus orillas (cf. p. 343). Durante el reinado de Estínfalo, Pélope partió a conquistar Arcadia, pero primero se ganó la amistad de Estínfalo, a quien consideraba invencible, y luego lo mató y desmembró. Cayó entonces una plaga sobre Grecia a causa de este crimen y fue el piadoso Éaco quien intercedió con los dioses a través de sus plegarias (cf. p. 684).[214] En algunas versiones, Estínfalo era el padre del mítico constructor Agamedes (cf. p. 716). Cabe mencionar aquí a dos de sus descendientes más lejanos. Epito, hijo de Hipótoo, gobernó en Arcadia después de la guerra de Troya[215] y encontró una muerte célebre a causa de un acto de impiedad. Esto sucedió en Mantinea, en la Arcadia oriental, donde los grandes constructores Trofonio y Agamedes (cf. pp. 715 y ss.) habían levantado un templo a Poseidón construido en madera y habían precintado la entrada con un hilo de lana para prohibir el acceso a todo mortal. Cuando se disponía a entrar, las olas golpearon sus ojos y lo dejaron ciego y al poco cayó muerto.[216] Cípselo, hijo y sucesor de Epito, era quien reinaba en Arcadia cuando los Heraclidas y los dorios ocuparon los principales reinos del Peloponeso. Al descubrir que uno de los comandantes heraclidas, Cresfonte, estaba aún soltero, Cípselo le ofreció a su hija Mérope como esposa, calculando que lograría mantener la independencia de su reino mediante una alianza matrimonial.[217] Cresfonte se convirtió en rey de Mesenia y tuvo varios hijos con Mérope, el más joven se llamó Epito, como el abuelo. Cuando un usurpador dio muerte a Cresfonte, Cípselo escondió a Epito en Arcadia hasta que se hizo lo suficientemente mayor como para vengar el asesinato y recuperar el trono (cf. p. 384).
Azán, el epónimo de la región de Azania, en el norte de Arcadia, aparece a menudo como el tercer hijo de Arcas. Su único hijo, Clítor, que no dejó heredero, era el epónimo de Clítor, la ciudad principal de Azania.[218] Cuando Azán viajó a Óleno, en la costa norte del Peloponeso para casarse con Hipólita, la hija del rey del lugar, Dexámeno, un centauro llamado Euritión intentó violar a la novia (una historia semejante a la de Hipodamía en Tesalia, cf. p. 713), pero lo mató Heracles, que estaba allí como invitado.[219] Se decía que los juegos que se celebraron después de la muerte de Azán fueron los primeros juegos fúnebres de la historia[220] cf. p. 536 para un incidente importante que sucedió en esos juegos.
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