De los milagros mas conocidos entre los
atribuidos a la intercesión de Santiago es el del Gallo y la Gallina, llamado también el Milagro del
ahorcado.
Desde la Alta Edad Media se dan diversas versiones. Desde el Siglo XVI hasta el Siglo XVIII se
advierte una preocupación entre los Obispos en el sentido de las formas de sociabilidad popular
que surgían en torno a las peregrinaciones, tanto en los caminos como en los centros de
peregrinación.
El consumo del alcohol en las tabernas cercanas a los santuarios, el aire festivo de muchas
romerías, y el contacto entre hombres y mujeres (la mayoría jóvenes) aparte del mercado sexual
existente, era considerado como un peligro para la moral y las costumbres por el clero
postridentino.
La historia que oían los peregrinos del Siglo XVI centraba su atención en la castidad y el empleo
de la narración funcionaba en el marco de un culto a un santo local, en este caso Santo Domingo
de la Calzada. A raíz de ello se construyo a petición del clero local en la misma catedral un
gallinero no lejos del sepulcro del santo, dando lugar a varias versiones, aquí contaremos la del
Siglo XVI. Esta versión esta compactada de una efectuada al comienzo del reinado de Carlos I, en
1533 incluida en un tomo que llevaba por nombre: "De las cosas memorables de España".
En la muy antigua ciudad que la gente llama Santo Domingo de la Calzada, vimos al gallo y a la
gallina. No sabemos de que color eran cuando vivían. Pero después de que fueron degollados y
asados, revivieron todos blancos mostrando así el gran poder de Dios y su gran Milagro, de cuya
veracidad ellos eran la prueba. Un cierto hombre bueno y amigo de Dios y su mujer, que también
era muy buena, fueron con su hijo, un muchacho honrado, hacia Santiago de Compostela y
llegaron cansados de andar a la ciudad.
Pararon en casa de un hombre que tenia una hija que era una mujer joven. Cuando esta vio al
hermoso muchacho se enamoró de él. Como este no quería casarse con ella a pesar de que esta
se lo preguntaba y le molestaba, su amor se convirtió en odio y quiso causarle mal. Cuando los
peregrinos querían irse, metió a escondidas una copa de su padre en la capa del joven.
Por la mañana cuando los peregrinos se habían marchado, la muchacha comenzó a gritar
diciéndoles a sus padres que les habían robado la copa. El juez al escuchar esto, decidió mandar
a sus ayudantes enseguida para que se trajesen a los peregrinos de vuelta, cuando todos les
dieron alcance, la muchacha consciente de su delito se acercó al joven y le arrancó la copa de su
capa.
Por ello como el robo quedaba demostrado, el muchacho fue llevado a un campo y fue ahorcado
tras una condena injusta y siendo inocente. Los padres afligidos y llorando por su hijo, siguieron
por el camino hacia Santiago, a donde llegaron. Después de cumplir allí su devoción, dieron
gracias a Dios y regresaron. Al pasar de nuevo por el sitio donde estaba ahorcado su hijo, la
madre que lloraba mucho, se acercó a él, aunque su marido le recomendaba que no lo hiciese.
Y el hijo que la respetaba enormemente, le dijo: "Madre, no llores por mí, por que estoy vivo,
puesto que la madre de Dios y Santiago, me sostienen y me protegen. Ve, queridísima madre, a
ver al juez que me condenó y dile que aun estoy vivo por que soy inocente, para que me deje
libre y pueda volver contigo".
La madre emocionada se dio prisa y, llorando de alegría, fue a ver al juez que estaba sentado a la
mesa e iba a cortar un gallo y una gallina asados que allí tenía. "Juez -le dijo-, mi hijo esta vivo,
ordena que lo liberen, por el amor de Dios".
Cuando el juez escuchó esto pensó que ella, por su amor de madre, lo había soñado y le
respondió sonriendo: "¿Que es todo esto buena mujer? No te engañes: tu hijo está tan vivo como
estas aves". Y nada más decir esto, el gallo y la gallina salieron volando de encima de la mesa y el
gallo cantó. El juez asombrado, salió enseguida, llamó a los clérigos y a los vecinos y juntos
fueron todos a donde se encontraba el mozo ahorcado encontrándolo vivo y muy feliz.
Se lo devolvieron a los padres y al volver a casa cogieron al gallo y a la gallina y los llevaron con
gran solemnidad a la Iglesia. Allí encerrados son considerados como cosa milagrosa y señal de
poder divino. Allí viven siete años y antes de morir tienen un pollito y una pollita del mismo color
y del mismo tamaño. Esto sucede en esta iglesia cada siete años. También provoca gran
admiración el hecho de que todos los peregrinos que pasan por la ciudad y que son
numerosísimos, llevan una pluma de este gallo y de esta gallina y que estos nunca se quedan sin
ellas.
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