jueves, 28 de marzo de 2019

Atis y Cibeles; los Curetes y los Coribantes

En la frontera de las creencias y el culto clásicos se encuentra la gran diosa asiática Cibeles (o Cíbele) con su compañero cultual Atis. De acuerdo con la leyenda cultual de Pesinunte, la ciudad en la que está el centro de su culto en Galacia (una provincia central de Asia Menor), obtuvo a su compañero en las siguientes circunstancias. Agdistis, un doble de Cibeles, brotó de la tierra en esa región después de que Zeus derramara su semen en ella mientras dormía (o mientras intentaba en vano acostarse con Cibeles). A pesar de que el recién nacido tenía órganos genitales masculinos y femeninos, los dioses (o en concreto Dioniso) le cortaron sus genitales masculinos para convertirlo en una mujer. Un almendro de belleza sin igual y con sus frutos en sazón surgió en el lugar en donde quedaron sus genitales. Cuando Nana, hija del río local Sangario, puso algunas de estas almendras (o una flor del árbol) en su vestido, éstas (o la flor) desaparecieron y se dio entonces cuenta de que estaba embarazada de un muchacho. Cuando lo dio a luz, lo abandonó, pero un macho cabrío se las arregló de algún modo para cuidarlo. El niño sobrevivió y creció convirtiéndose en un bellísimo joven cuyo nombre era Atis (Attis o Attes). Agdistis se enamoró de él y se puso realmente celosa cuando se concertó el matrimonio con la hija del rey de Pesinunte. Apareció en su boda y, provocándole la locura, él se cortó, en su frenesí, los genitales. La diosa comenzó a sentir grandes remordimientos y convenció a Zeus para que el cuerpo de Atis no degenerara, que su dedo pequeño siguiera moviéndose y su pelo no dejara de crecer. Este extraordinario cuento pretendía explicar, entre otras cosas, por qué los sacerdotes de Cibeles eran eunucos.[73]
En otra versión de la historia, Cibeles se enamora de Atis después de verlo junto al río Galo en Frigia y lo convierte en guardián de su templo, advirtiéndole que ha de mantenerse casto y fiel a ella en todo momento, pero él la abandona después de enamorarse de una ninfa de los bosques llamada Sagaritis. La diosa, airada, le vuelve loco y en ese estado él se corta los genitales.[74] En una versión racionalizada, Cibeles era una princesa frigia que fue abandonada por su padre al nacer, pero que sobrevivió y con el tiempo se convirtió en la amante secreta con un joven de la zona que se llamaba Atis, quedando embarazada como consecuencia de su relación. Sus padres la llamaron de regreso a casa, con la idea de que era virgen. Cuando su padre se enteró de la relación que tenía, mató a Atis y a sus criadas y dejó los cadáveres sin enterrar. Cibeles se volvió loca de pena y andaba de un lado a otro de la región en un estado de frenesí, dando golpes a un tambor (tympanon, como en los ritos de la diosa). Después, con el paso de los años, cuando los frigios estaban siendo destruidos por una plaga y por la hambruna, recibieron un oráculo que les ordenaba enterrar a Atis y rendir culto a Cibeles como diosa. Dado que el cuerpo del joven había ya desaparecido por la época, construyeron una imagen suya y le instituyeron ritos propiciatorios, de ahí el origen del culto.[75]
Tanto en el culto como en la leyenda, Cibeles está en muchos casos identificada con Rea (cf. p. 115). Por ello, sus siervos, los Coribantes, son muchas veces confundidos con los Curetes, que, como ya se ha explicado, son los criadores de Zeus recién nacido. A pesar de que estos dos grupos de figuras masculinas son muy semejantes en muchos aspectos, es importante distinguir sus tradiciones. La primera vez que aparecen los Curetes (kouretai), y en un pasaje un tanto sorprendente, es en un fragmento del Catálogo atribuido a Hesíodo, en el que están relacionados con los Sátiros, las Ninfas de las montañas y los «divinos Curetes, gozosos bailarines» y en el que se les da a todos ellos un origen común, aparentemente el de hijos de las hijas de Doro.[76] Para este autor, como para gran parte de la creencia posterior, son seres sobrehumanos de un orden inferior al de los dioses. Eran célebres en el mito por ser los demonios cretenses que amortiguaban los gritos del niño Zeus mediante ruidosas danzas de guerra enfrente de la cueva en la que estaba escondido (cf. p. 119). Aunque es Calímaco el primero que hace mención explícita de esta historia en época helenística, parece que Eurípides alude a ella en las Bacantes y que posiblemente la historia era muy antigua.[77] Como seres con una capacidad profética proverbial, aparecen también en un episodio de la mitología heroica advirtiendo a Minos, rey de Creta, de cómo encontrar a su hijo Glauco, que estaba perdido (cf. pp. 461-462). Apolodoro recuerda una curiosa historia en la que se cuenta que Zeus los mató por raptar a su hijo Épafo de Egipto (cf. p. 308); pero, dado que presumiblemente forman parte de un grupo de divinidades extranjeras, esto no puede ser entendido como una narración dentro de su mitología tradicional. El nombre de Curetes significa simplemente «jóvenes» o «jóvenes guerreros», y durante mucho tiempo se ha albergado la sospecha de que su historia principal no es sino un reflejo mitológico de los ritos anuales de los coros de Zeus para conseguir fertilidad. En el Himno a Zeus de Palecastro en Creta, que posiblemente pueda ser datado en el siglo VI a.C., un coro de esa clase invita al hijo de Crono con música y cantos (y, por ende, con danzas) a que regrese a su lugar de nacimiento en Dicte para el año siguiente y a «saltar» para traer fertilidad para los animales de la isla y sus cosechas, y para que traiga prosperidad a sus ciudades y barcos, etc. Es significativo que Zeus sea invocado en este poema como el gran Kouros que antaño estaba a la cabeza de sus daimones (es decir, los Curetes, cuya danza mítica es ahora imitada por los jóvenes del coro).[78]
Los Coribantes (¿los que giran?), en la medida en que las evidencias (la mayoría de ellas de fuentes tardías) nos permiten distinguirlos de los Curetes, eran asiáticos, y no cretenses, y daimones al servicio de Cibeles, la diosa anatolia. Hubo tantas especulaciones enfrentadas sobre su parentesco que resulta difícil encontrar dos autoridades que coincidan sobre ello. La mayoría de las veces aparecen como hijos de Rea o de Apolo, de uno u otro, o como hijos de un cierto Coribante, que era un hijo de Cibeles o de Core sin mediación de padre.[79] Están siempre asociados con danzas rituales, así como con misterios y sanaciones mágicas, aunque parece que estas últimas sólo se les enseñaban a las mujeres. En Platón se encuentran algunas alusiones muy interesantes a los ritos coribánticos, principalmente en un pasaje de las Leyes en el que explica cómo proporcionaban cura a las enfermedades mentales:[80] la cura era homeopática, ya que se suponía que los pacientes podían recuperar su equilibrio mental si su locura humana era desplazada por una locura divina inducida por la música y la danza extáticas. Los Coribantes no tienen mitos propios, excepto en aquellos casos en que se les identificó con los Curetes (como era prácticamente inevitable después de que Cibeles quedara identificada con Rea). Eurípides los menciona junto a los Curetes (seguramente identificados aquí) en relación con la infancia de Zeus y afirma que fueron ellos los inventores del tambor de Rea, evidentemente con la intención de golpearlo para las danzas que llevaban a cabo para proteger a Zeus.[81

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