De
todos los animales del folclore japonés, la serpiente desempeña el papel
principal, y las ideas supersticiosas referentes a la «cuerda que anda» todavía
siguen vigentes entre el pueblo. La serpiente, especialmente si es blanca, se
la considera la patrona de la riqueza y casi añorada como un símbolo de la
diosa Benten. Ya vimos uno de esos ejemplos en el relato de «Toda del saco de
arroz». Pero a menudo se representa a la serpiente como una criatura malvada y
vengativa. Una mujer celosa semeja, o se convierte, a una serpiente. En una
narración, una mujer que persigue a su huidizo amante se transforma en una
enorme serpiente al cruzar un río, y luego se enrosca y funde una campana de
bronce en la que se ha escondido el amante infiel.[79] En otra historia, un
guerrero renuncia a la vida activa y se hace monje porque al ver las sombras
arrojadas sobre una mampara de papel por su esposa y concubina, su cabellera se
transforma ante él en unas serpientes que pelean entre sí[80].
A
la serpiente también se la considera como un símbolo de la lujuria. Esta idea
dio pie a muchas historias sobre la adhesión de una serpiente a una mujer y el
consiguiente nacimiento de un niño, humano o semi-monstruo. Incluso se cree que
algunas familias descienden de tal unión y son protegidas por la serpiente
padre.
Podemos
añadir que existe la creencia de que muchos lagos y embalses tienen como genio
a una serpiente, aunque no siempre está claro si se trata de un dragón o del
verdadero reptil. Las historias referentes a esos genios son muy semejantes en
todo el Japón, y en distintas localidades se relata la misma historia. Estas
serpientes semimíticas poseen, al parecer, poderes milagrosos, especialmente
las que controlan el tiempo, y en épocas de sequía se les ofrecen presentes en
las orillas de sus lagos. Los genios masculinos suelen tentar a las mujeres,
atrayéndolas hacia el agua, mientras que las serpientes femeninas se aparecen
en forma de bellísimas mujeres y se casan con los hombres. A veces se presentan
como auténticas serpientes, aunque se supone que muchas tienen poder para
transformarse en monstruosos dragones.
Vamos
ahora a referir una de esas historias, la de la serpiente macho Nanzo-bo[81].
Erase un monje budista llamado Nanzo-bo. Este monje deseaba, lo mismo que
algunos budistas de la Edad Media, ser testigo de la otra vida y oír los
sermones del futuro Buda Maitreya que, según las profecías, cabía aparecer en
el mundo al cabo de varios miles de millones de años. Guiado por un oráculo
divino, decidió convertirse en dragón y gracias a esto sobrevivir en el agua
hasta que apareciese Maitreya, ya que un dragón vive tanto que es casi
inmortal. Para este fin se retiró a
la orilla de un lago, al pie del monte Kotowake, donde recitaba continuamente
el Loto de la Verdad y en virtud de
este acto disciplinario fue transformándose gradualmente en serpiente.
Un
día vio aproximarse una dama, que le dijo que se había sentido atraída por su
voz cuando recitaba aquel texto sagrado, por lo que deseaba cohabitar con
él[82]. Nanzo-bo se sorprendió ante aquella petición, pero al enterarse de que
ella era la serpiente genio del lago, accedió a su deseo, y vivieron juntos en
el agua. Unos días más tarde, la serpiente esposa le dijo:
—Hay
una serpiente macho en otro lago próximo que hace tiempo anhela casarse
conmigo. Si viene a visitarme seguramente le enojará mucho tu presencia.
Procura estar preparado.
No
tardó mucho en aparecer la otra serpiente, iniciándose de inmediato una pelea.
La serpiente atacó a Nanzo-bo con su cabeza de ocho caras, y Nanzo-bo se
defendió con su cabeza de nueve caras, ya que los ocho rollos de las sagradas
escrituras en la cabeza de Nanzo-bo se convirtieron en una cabeza cada uno, y
con la suya propia sumaron nueve. Nanzo-bo venció en el combate y el dragón rival
huyó derrotado a su lago, donde vivió como una serpiente de poca categoría.
[79]
Esta es la historia de Hidaka-gawa, muy conocido por su popular dramatización,
con la danza de la serpiente que la acompaña.
[80]
Esta es otra famosa historia de Kato-Saemon, el guerrero, asimismo dramatizada.
[81]
También llamado Nanso-bo. Es oscura la etimología de este nombre, aunque bo significa monje o sacerdote. Esta
historia se contaba en distintas localidades.
[82]
La idea budista es que el karma, que hace que uno se transforme en serpiente,
establece una camaradería con otras serpientes, lo que posibilita una relación
amorosa con una de ellas. Pese a sus piadosas intenciones. Nanzo-bo era en
realidad un animal.
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