Para el cumplimiento de determinadas funciones, los brujos disponen de diversas criaturas, especialmente aves. Estos animales, a los cuales de les han transmitido algunas cualidades mágicas, realizan misiones definidas por los brujos, evitando así estos últimos su comprometedora presencia en el lugar de los hechos.
El Coo es una de estas criaturas, cuyo aspecto es el de un ave de color pardusco, de grandes ojos redondos y brillantes, muy parecida en tamaño y formas a la lechuza, suponiéndose por esto que pueda tratarse de alguna de ellas, que ha sido tomada al servicio de un brujo.
En obscuras y tempestuosas noches el Coo avanza en vuelos verticales u oblicuos, hasta la solitaria casa de campo o de algún pequeño villorrio; se acerca a la ventana, débilmente iluminada por la tenue luz de una vela, o de un titilante mechero; agita sus alas y golpea con ellas los vidrios; por instantes se detiene, atrayendo la atención del enfermo que yace postrado en su humilde lecho, y la de sus familiares, que aterrados clavan la vista en la ventana, pues saben que esa siniestra figura, anuncia a través de sus ojos movedizos y chispeantes, el dictamen de la brujería, es decir el fatal y próximo desenlace de la convalecencia del enfermo.
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