domingo, 24 de marzo de 2019

De apariciones singulares

En la manifestación de la figura de la Virgen no siempre ha habido aparición de una
imagen física, como tampoco los primeros testigos del milagro han sido solamente
pastores, pescadores o gentes comunes.
1218, se apareció dos veces en sueños La Madre de Dios, en el año a san Pedro
Nolasco, san Raimundo de Peñafort y al rey Jaime I, y les convocó por fin a una
reunión en que se les aparecería directamente, como así hizo, para incitarles a crear la
orden de la Merced, destinada a redimir a los cautivos de los moros. A partir de los
rasgos que se pudieron apreciar en la milagrosa aparición, interpretados por diversos
escultores, se tallaron las imágenes que deberían representar a Nuestra Señora, y se
eligió al final la que más se le parecía. Éste fue el origen de la actual imagen de la
barcelonesa Virgen de la Merced.
Un rey en persona, el de Navarra, la Bureba y Nájera, García Sánchez III,
encontró mientras cazaba la imagen de Santa María gracias a un azor que, en
persecución de una paloma, entró en una gruta. La imagen, ante la que azor y paloma
permanecían apaciguados, tenía a sus pies una lámpara encendida y un jarrón con
azucenas frescas. Esto daría origen a la fundación del monasterio de Santa María la
Real, de Nájera.
En algunos casos han sido los propios ángeles los realizadores de la santa imagen.
Es el caso de la valenciana Virgen de los Desamparados, tallada por unos supuestos
mendigos de los que cada día se acercaban a una cofradía fundada por fray Juan Jofré
para ayudar a los huérfanos y menesterosos. Aquellos mendigos, que según decían
eran buenos conocedores del arte de la talla, se encerraron en una habitación con todo
lo necesario para esculpir la imagen. Cuando se abrió la puerta de la estancia, mucho
tiempo después, los supuestos mendigos habían desaparecido, pero quedaba una
imagen de la Virgen, tan hermosa y benéfica que en su presencia recobró la vista una
ciega que allí se encontraba.

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