domingo, 24 de marzo de 2019

Los fantasmas de la Casa de América y del museo Reina Sofía

Los más recientes fantasmas españoles se han manifestado en Madrid. En la
primavera de 1990, mientras se empezaba a rehabilitar el palacio de Linares para
acondicionarlo como Casa de América, fueron noticia unas misteriosas voces
infantiles que, llamando a su madre o, al contrario, declarando que nunca habían
tenido madre, atrajeron la curiosidad investigadora de gentes interesadas en los
fenómenos que parecen escapar a lo normal.
Las extrañas voces dieron pie a una historia según la cual el constructor y primer
propietario del palacio se habría enamorado de una mujer humilde y, tras casarse con
ella, habría sabido que era fruto de los amores de su propio padre, originando ese
conocimiento de su incestuosa unión mucho dolor, pues un vástago nacido de los
hermanos habría tenido que vivir en el palacio oculto a las miradas del mundo.
También se contaban historias aún más macabras, de baños que habrían sido
escenarios de sangrientos infanticidios.
El conocimiento de la verdad no solo demostró que nunca habían existido tales
amores incestuosos, sino que era una corriente de agua subterránea la que,
sometiendo el edificio a peculiares efluvios, hace que no deje de producirse entre sus
muros la continua e intermitente eclosión de figuras fantasmagóricas.
Lo que parece estar bien comprobado es que hay fantasmas verdaderos en el
edificio del arquitecto Sabatini, destinado originalmente a Hospital General, que
inauguró Carlos III en 1787. En el antiguo hospital, convertido en tiempos cercanos
en el Centro de Arte Reina Sofía, y que a lo largo de su historia fue también depósito
de cadáveres, tienen lugar sucesos misteriosos: los ascensores se ponen en marcha a
pesar de estar desconectados; puertas cerradas con llave se abren solas; se oyen en las
salas ruidos de pasos sin que puedan percibirse las personas que los originan; hay una
ascensorista que ha sentido el tacto de una mano invisible, y, sobre todo, algunas
noches aparecen espectrales procesiones de figuras con hábito religioso que recorren
solemnemente los corredores.
Un periódico de Madrid, Diario 16, se hizo eco de estos extraños fenómenos el
21 de abril de 1995, y se sabe que en 1998 un vigilante nocturno solicitó el traslado,
temeroso de las comitivas fantasmales de monjas que había tenido ocasión de
encontrar en sus rondas algunas noches.

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