1.
La raza de Partolón en Irlanda. La raza de plata en la mitología de
Hesíodo. 2. La doctrina céltica sobre el origen del hombre. 3. La creación del
mundo en la mitología céltica tal como nos la ha conservado la leyenda de
Partolón. 4. Lucha de la raza de Partolón contra los Fomoré. 5. Continuación de
la leyenda de Partolón. Los primeros celos, el primer duelo.
1.
La
raza de Partolón en Irlanda. La raza de plata en la mitología de Hesíodo.
La raza de plata, cuya característica dominante
consistía en la falta de inteligencia, fue, cronológicamente, la tercera de las
tres razas sucesivas que, según la mitología griega, habitaron el mundo antes
que los héroes de las guerras de Troya y Tebas. La educación de los niños
duraba un siglo, y, pese a los atentos cuidados de las madres, la estupidez de
los mismos persistía en la madurez y colmaba de males el poco tiempo que les
quedaba por vivir.[1]
La raza de plata es idéntica a la que los más
antiguos documentos irlandeses sitúan al principio de la historia mítica de su
país. La llaman "familia de Partolón" y, como la raza de plata de los
griegos, se distingue por su ineptitud.[2]
El documento más antiguo donde encontramos el nombre
de Partolón es la primera lista de historias épicas de Irlanda. En ella se lee
el título "Emigración de Partolón". La redacción de esta lista parece
datar aproximadamente del año 700 a. J.C. El siguiente texto donde aparece
Partolón es un pasaje de la "Historia de los bretones", de Nennius,
que parece haber sido escrito en el siglo X a mas tardar. En él leemos: En
último lugar llegaron a Irlanda los scots, que venían de España. El primero fue
Partolón, que llevaba consigo mil compañeros, tanto hombres como mujeres. Su
número creció hasta llegar a cuatro mil; entonces les atacó una enfermedad
epidémica y murieron todos en el término de una semana, sin que quedara
ninguno.
Ese breve resumen encierra una inexactitud. Más
adelante veremos que, según la fábula irlandesa, uno de los compañeros de
Partolón escapó al desastre final, y que su testimonio conservó la memoria de
los acontecimientos míticos que forman la historia de esta legendaria y
primitiva colonización de Irlanda.
2.
La
doctrina céltica acerca del origen del hombre.
Del texto de Nennius resulta un hecho curioso: que,
a partir del siglo X, el evemerismo irlandés cambió el carácter de la mitología
céltica. Según la doctrina céltica, el primer ancestro de los hombres es el
dios de la muerte,[3] dios que habita en una
lejana región allende el Océano; tiene por morada esas "islas
extremas" desde donde, según la enseñanza druídica, había llegado
directamente parte de los habitantes de la Galia.[4]
La noción de esta región mítica donde el ancestro de los hombres reina sobre
los muertos, es patrimonio común de las mitologías griega y céltica. Según
Hesíodo, los héroes que perecieron en las guerras de Tebas y Troya encontraron
una segunda existencia en los confines de la tierra, lejos de los
inmortales. Sobre ellos reina Cronos. Viven libres de preocupaciones en las
islas de los Todopoderosos y Bienaventurados, cerca del Océano de simas
profundas.[5]
Ahora bien, Cronos, bajo cuyo cetro encuentran esos
guerreros difuntos las alegrías de una vida mejor que la anterior, es el
ancestro primitivo al que tanto esos ilustres héroes como la totalidad de los
griegos hacen remontar su propio origen. Cronos es el padre de Zeus; y éste,
denominado "el padre", amo de todos los dioses, unido amorosamente
con Pandora, engendró al belicoso Graicos[6] del que descendió
la raza griega. Sobre este punto, por tanto, existe una gran analogía entre las
mitologías griega y céltica.
Según las creencias célticas, los muertos van a
habitar más allá del Océano, al sudoeste, allí donde el sol se oculta durante
la mayor parte del año, en una región maravillosa cuyas alegrías y seducciones
sobrepasan con mucho a las de este mundo. Los hombres proceden de ese país
misterioso, al que en irlandés se llamó tire beo o "tierras de los
vivos", tir n-aill, o "la otra tierra", mag mar,[7] o "gran
llanura", y también mag meld,[8] "llanura
agradable". En las creencias cristianas no existía correspondencia alguna
para ese nombre pagano, y el evemerismo de los cronistas cristianos de Irlanda
lo substituyó por el nombre latino de la península ibérica, Hispania. A
partir del siglo X, época en que escribió Nennius, ese nombre, ajeno a la
lengua geográfica de la Irlanda primitiva, ya había penetrado en la leyenda de
Partolón; y así fue como se llegó a considerar que este jefe mítico de los
primeros habitantes de la isla[9]
había llegado a ésta, junto con sus compañeros, procedente de España, y no del
país de los muertos.
3.
La
creación del mundo en la mitología céltica tal como nos la ha conservado la
leyenda de Partolón.
La leyenda de Partolón aparece mucho más
desarrollada en las fuentes irlandesas que en la versión de Nennius.
Tal como nos ha llegado a través de los relatos
irlandeses, la doctrina céltica no contiene enseñanza alguna sobre el origen de
la materia;[10] en cambio, nos presenta a
la tierra como tomando poco a poco su forma actual ante los ojos de las
diversas razas humanas que se sucedieron sobre ella. Así, por ejemplo, cuando
Partolón llegó a Irlanda, ésta sólo contaba con tres lagos, nueve ríos y una
sola llanura. Durante la vida de aquél, otros siete lagos vinieron a sumarse a
los tres primeros: encontramos los nombres He todos ellos en un poema de
Eochaid ua Flainn, muerto en 984.[11]
Existe una leyenda que nos relata el origen de uno de esos lagos. Partolón
tenía tres hijos, uno de los cuales. se llamaba Rudraige. Este murió; y al
cavar su fosa, se hizo surgir una fuente tan abundante que de ella resultó un
lago, al que se llamó Loch Rudraige.[12]
En tiempos de Partolón, el número de llanuras se
elevó de uno a cuatro. La única llanura que existía en Irlanda se llamaba Sen
Mag, "la vieja llanura". Cuando llegaron Partolón y sus
compañeros, en ella no crecía raíz ni rama de árbol,[13]
La versión evemerista de dicha leyenda que ha llegado hasta nosotros[14]
cuenta que los hijos de Partolón desmontaron terrenos hasta formar otras tres
llanuras; sin embargo, estamos seguros que el texto primitivo de aquella se
refería a la formación de las mismas como a un fenómeno espontáneo o milagroso.[15]
4.
Lucha
de la raza de Partolón contra los Fomoré.
Los integrantes de la raza de Partolón no se podían
privar de la guerra, tanto exterior como civil. Su guerra exterior se entabló
contra los Fomoré, a quienes se enfrentó en la batalla de Mag Itha. Aunque no
existe razón alguna para suponer que esta guerra constituya una adición a la
leyenda primitiva, en el catálogo más antiguo de la literatura épica irlandesa
no se menciona en absoluto la batalla de Mag Itha. La primera referencia a la
misma que conocemos pertenece a la segunda lista de los fragmentos que componían
dicha literatura, lista que fue escrita durante la segunda mitad del siglo X.
La batalla de Mag Itha enfrentó a Partolón con un
guerrero llamado Cichol Gri-cen-chos. Cen-chos quiere decir "sin
pies". Así pues, Cichol era semejante a Vitra, dios del mal que, según la
mitología védica, carece de manos y pies. Entre los adversarios de Partolón
participaron en el combate hombres que sólo tenían una mano y una pierna; estos
nos recuerdan al Aja Ekapad o No-nacido de un solo pie, y al Vyamsa o demonio
sin hombro de la mitología védica. Cichol, jefe de los adversarios de Partolón,
pertenecía a la raza de los Fomoré o dioses de la muerte, el mal y la noche,
que más tarde fueron vencidos por los Tuatha De Danann o dioses del día, el
bien y la vida. La estatura de los Fomoré era gigantesca; y, según un autor del
siglo XII, eran demonios. Un escritor irlandés del siglo XVII relata que estos
enemigos de Partolón habían llegado a Irlanda doscientos años antes que aquél,
a bordo de seis navíos que transportaban cincuenta hombres y cincuenta mujeres
cada uno. Vivían de la caza y de la pesca. Partolón los derrotó y liberó a
Irlanda del enemigo extranjero.
5.
Continuación de la leyenda de Partolón. Los primeros
celos, el primer duelo.
Una leyenda moderna relata uno de los disgustos que
sufrió este feliz guerrero. Un día sorprendió a su mujer en situación
comprometida con un joven. Al reprocharle severamente su acción, ésta le acusó
de injusticia, y le recitó el siguiente cuarteto:
Miel cerca de una mujer, leche cerca de un
niño;
Comida cerca de un héroe, carne cerca de
un gato;
Obrero en la casa cerca de las
herramientas,
Hombre y mujer solos en compañía, grande
es el peligro.
Partolón, fuera de sí, se apoderó del perro favorito
de su mujer y lo estrelló contra el suelo con tanta violencia que el pobre
animal murió. Este fue el primer acto de celos del que fue teatro Irlanda.
Partolón murió algún tiempo después. Fue entonces cuando Irlanda asistió a un
duelo por primera vez.
Dos de los hijos de Partolón,
llamados respectivamente Fer y Fergnia, tenían dos hermanas, Iain y Ain. Fer se
casó con Ain y Fergnia con Iain. Por entonces, el matrimonio constituía en
Irlanda una transacción comercial: las mujeres se vendían, y, en el momento de
su primer matrimonio, el precio de dicha venta pertenecía íntegramente al
padre, si éste vivía todavía; de lo contrario, una mitad del precio de venta de
la mujer pertenecía al miembro de la familia que hubiera heredado de aquél y la
otra mitad a la mujer en cuestión. Así pues, entre los hermanos Fer y Fergnia
se planteó la cuestión de cuál de los dos ejercería el derecho de jefe de
familia y percibiría la mitad del precio de venta de sus hermanas. Al no ser
capaces de llegar a un acuerdo, recurrieron a las armas para solventar el
entredicho. En la glosa del tratado de derecho conocido con el nombre de
"Senchus Mor", leemos que, cuando se quiere embargar una propiedad
femenina, hay que dejar pasar un intervalo de dos días entre la notificación
previa y el acto del embargo. Según este texto jurídico, el plazo será similar
cuando el embargo afecte a las armas que deban utilizarse en un combate del que
haya de resultar la solución de un proceso; y esta identidad entre ambos plazos
se debe, justamente, a que el primer duelo judicial que tuvo lugar en Irlanda
se llevó a cabo a propósito del derecho de las mujeres.
A ese respecto, la glosa cita los versos que
traducimos a continuación:
Los
dos hijos de Partolón, sin duda,
Fueron
quienes combatieron;
Fer y Fergnia el muy bravo
Son los nombres de los dos hermanos.
He aquí la traducción de otro cuarteto:
Fer y Fergnia fueron los guerreros,
He aquí lo que cuentan los ancianos;
Ain y Iain, que pusieron en movimiento al ejército,
Eran dos hijas principales de Partolón.
6.
Fin
de la raza de Partolón.
La historia de la raza de Partolón acaba con un
acontecimiento funesto: sus descendientes, que habían alcanzado el número de
cinco mil —mil hombres y cuatro mil mujeres—, fueron víctimas de una enfermedad
epidémica que comenzó un lunes y terminó el domingo siguiente; al cabo de sólo
una semana, de toda esa gente no quedaba con vida más que un individuo. Estos
desdichados murieron en la llanura de Senmag, la única que existía cuando
llegaron a Irlanda. Según el "Glosario" de Cormac, habían tomado la sabia
precaución de reunirse en esta llanura para que los sobrevivientes pudieran
enterrar más fácilmente a los muertos a medida que éstos perecían. Se dice que
el terrible fin de la raza de Partolón fue provocado por la cólera divina. En
efecto, Partolón no había abandonado su patria voluntariamente para emigrar a
Irlanda: sólo lo había hecho en cumplimiento de una sentencia que lo condenaba
al exilio. Y esa sentencia era justa, ya que era culpable de un doble
parricidio: había matado a su padre y a su madre. Su destierro no fue pena
suficiente para expiar tal crimen: para satisfacer la venganza divina, fue
necesaria la destrucción de toda su raza. También en la leyenda homérica vemos
perecer a todos los hijos de Níobe víctimas de las flechas que les lanzan Apolo
y Artemisa, irritados porque Níobe ha insultado a Latona.[16]
Según Hesíodo, la raza de plata, idéntica a la de Partolón, es aniquilada por
la cólera de Zeus.[17]
7.
Cronología
y leyenda de Partolón
Esta leyenda fue completada introduciendo en el
relato elementos cronológicos ajenos a la redacción primitiva, los cuales dotan
a Partolón de antepasados que lo ligan a las genealogías bíblicas. La versión
más antigua mencionaba las fechas sin indicar el año. Partolón, por ejemplo,
había llegado a Irlanda el primero de mayo. El primero de mayo es el día de la
fiesta de Beltené o del dios de la muerte, primer antepasado del género humano.
Según la tradición mas antigua, Partolón es hijo suyo, y llega a este mundo en
el día consagrado especialmente a su padre.
Esta indicación cronológica concuerda con la
principal indicación geográfica contenida en su leyenda: cuando llegó a
Irlanda, desembarcó en Inber Scené. Actualmente, Inber Scené se llama río de
Kenmar. Como se puede ver, se encuentra en el condado de Kerry, el extremo sudoeste
de Irlanda, frente a esa región misteriosa de allende el Océano donde los
celtas difuntos encontraban una nueva vida bajo el reinado de su primer
antepasado.
La raza de Partolón, que había desembarcado en
Irlanda el día dedicado al dios de los muertos, años más tarde fue alcanzada
por el golpe fatal precisamente durante la celebración de la misma fiesta. En
efecto, la peste se desencadenó un primero de mayo, y le bastaron siete días
para aniquilar a sus víctimas. Después de comenzar en un lunes su fúnebre obra,
la epidemia se detuvo el domingo siguiente, cuando sólo quedaba un
superviviente de las cinco mil personas que por entonces habitaban el país.
Pero cuando los irlandeses se convirtieron al
cristianismo ya no se admitió esta genealogía de Partolón, tan breve y
sencilla: resultó insuficiente. Fue preciso encontrar antepasados bíblicos para
este personaje mítico, y adjudicarle un lugar dentro del sistema cronológico
que los eruditos cristianos habían adoptado a raíz de los trabajos de Eusebio y
el renombre de San Jerónimo, la Biblia nos enseña que Jafet, hijo de Noé, fue
padre de Gomer y Magog. Los irlandeses imaginaron que uno de esos dos hijos de
Jafet —Gomer según unos, Magog según otros— fue padre o abuelo de Bath, quien
engendró a Fenius, llamado Farsaid o el Viejo. Fenius Farsaid, cuyo
nombre jurídico es Fené, es uno de los más célebres antepasados míticos de la
raza irlandesa; se cree que fue uno de los setenta jefes que edificaron la
torre de Babel. Uno de sus hijos fue Nel, quien desposó a Scota, hija de Faraón
(de ahí proviene el nombre de scots con que, entre otros, se designa a la raza
irlandesa). Scota dio a luz a Goidel Glas, origen del nombre Goidel, otro de
los que se aplican a los irlandeses. Goidel Glas fue padre de Esru. Esru vivió
en la época de Moisés y de la huida de Egipto. Así pues, según Bede, la mayor
autoridad cronológica de la Irlanda Medieval, desde el diluvio hasta la huida
de Egipto —es decir, a lo largo de 837 años—, se escalonaron siete
generaciones, a cada una de las cuales le corresponde una duración de 119 años.
De entre los muchos hijos que tuvo Esru, Sera fue padre de Partolón; y otro de
ellos generó las razas que posteriormente poblaron Irlanda.
No hay que exigirles demasiada lógica a los antiguos
cronistas irlandeses. Según el "Lebar Gabala", Partolón, nieto de un
contemporáneo de Moisés, llegó a Irlanda el sexagésimo año de la edad de
Abraham, es decir, trescientos treinta años antes de Moisés.[18]
En el mismo tratado se sitúa la llegada de Partolón trescientos años después
del diluvio. Esta misma fecha "trescientos años después del diluvio",
la encontramos ya en el poema de Eochaid ua Flainn que citáramos varias veces y
que fue escrito en la segunda mitad del siglo X. Según los irlandeses, esta
fecha debería corresponder al año sexagésimo de la era de Abraham según la
cronología de Bede; sin embargo, la concordancia no es exacta, ya que para ello
serían necesarios 437 años. A los cronistas irlandeses, lo mismo que a los
galos, no se les puede exigir demasiada precisión.
No se contentaron con fijar la fecha de la llegada
de Partolón, también quisieron determinar la duración de su raza. Según el
poema de Eochaid ua Flainn, habrían transcurrido tres siglos entre el primero
de mayo en que la raza de Partolón desembarcó en Inber Scené; en el extremo
sudoeste de Irlanda, y aquel otro primero de mayo en que se declaró la terrible
epidemia que habría de aniquilarla. Sin duda alguna, esta duración de
trescientos años, lo mismo que la concordancia con la era de Abraham y la relación
cronológica entre Partolón y el diluvio, se inspiró en el deseo de relacionar
la cronología irlandesa con la cronología bíblica. Nennius no conoció tales
divagaciones.
Según Nennius, los pictos llegaron a las islas
Orcadas, desde donde alcanzaron el norte de Gran Bretaña, ochocientos años
después de la época en que el sacerdote Heli fuera juez de Israel y Postumus
reinara sobre los latinos. Si nos atenemos a la cronología de San Jerónimo.
Heli y Postumus vivieron en el siglo XII a.J.C; en consecuencia, según Nennius,
la llegada de los pictos a las islas Orcadas y Gran Bretaña habría tenido lugar
en el siglo IV antes de nuestra era. Ahora bien —agrega Nennius— los pictos se
instalaron en Gran Bretaña en una época anterior a la de la llegada de los scots
a Irlanda; y, entre los scots, el primero en llegar fue Partolón. Así pues, si
nos remitimos a Nennius, resulta que la leyenda de Partolón hace referencia a
un hecho histórico que no se remonta más allá del siglo IV antes de nuestra
era.
Por lo tanto, Nennius difiere notablemente de las
fantásticas cronologías que fueron imaginadas más tarde. Por otra parte,
tampoco se atiene, respecto a las fechas, a doctrinas rigurosamente
determinadas; y no parece preocuparse en absoluto de coordinar consigo misma su
propia notación cronológica. Porque, más adelante, al hablar de un hecha que en
la historia mitológica de Irlanda se sitúa muy posteriormente a la llegada de
Partolón —concretamente, al referirse a la llegada de los hijos de Milé—, nos
dice que la misma tuvo lugar mil doce años después del cruce del Mar Rojo.
Ahora bien, según su propia cronología, el cruce del Mar Rojo habría tenido
lugar 1528 años antes de nuestra era; en consecuencia, los hijos de Milé
habrían desembarcado en Irlanda el año 516 a.J.C, mientras que Partolón, muy
anterior a los hijos de Milé, no habría tomado posesión de Irlanda antes del
siglo IV. Así pues, éste habría aparecido más de un siglo después que los hijos
de Milé, quienes, no obstante, son posteriores a él.
La causa de esta contradicción es fácil de
comprender. La cronología de los hijos de Milé se funda sobre tradiciones que
poseen un cierto valor histórico, como por ejemplo, listas de reyes. Mientras
que la leyenda de Partolón, en su forma más antigua, sólo ofrece un elemento de
cronología comparativa: la historia de Tuan mac Cairill, quien, hombre primero,
y luego ciervo, jabalí, buitre y salmón, vivió un total de trescientos veinte
años. Bajo sus cuatro primeras formas, cuya duración total fue de tres siglos,
fue testigo de todas las emigraciones que constituyen la historia más antigua,
la historia mitológica de Irlanda; después, bajo el imperio de la raza actual y
previo haberse transformado en salmón, volvió a convertirse en hombre y contó
cuanto había visto. Desde luego, esta fantástica y antigua leyenda no
constituye un fundamento particularmente sólido para el trabajo de los
cronólogos. Por lo tanto, Nennius no supo qué fecha atribuir a la llegada de
Partolón. Los sucesores de aquél han sido más audaces. Pero queremos destacar
que la leyenda de Tuan es inconciliable con la doctrina posteriormente adoptada
por los cronólogos cristianos, quienes atribuyen a la raza de Partolón una
duración de trescientos años y cuentan novecientos ochenta años entre la
llegada de éste y la de los hijos de Milé o raza actual, en lugar de los
trescientos que se mencionan en la leyenda de Tuan.
[1]
Hesíodo, "Los trabajos y los
días", versos 130-134.
[2]
Ver, en el capítulo siguiente,
par. 3 (p. 23) cómo se explica Tuan mac Cairill acerca de ella.
[3]
Galli se
omnes ab Dite patre prognatos prædicant, idque a druidibus proditum dicunt. César, "De bello gallico", l. VI, cap. 18, par. 1.
[4]
Alios quoque ab insulis extimis
confluxisse. Timagène, según Ammien Marcellin, l. XV,
cap. 9, par. 4; edic. Teubner-Gardthausen, t. I, p. 68.
[5]
Hesíodo. "Los trabajos y los
días", versos 168-171.
[6]
Hesíodo,
"Catálogos", fragmento 20, edición Didot, p. 49. Junto a esta
doctrina existe otra que considera a los griegos descendientes de Iápeto. Pero
si bien en esta otra concepción mitológica Iápeto se distingue de Cronos
—primer ancestro de los dioses— por su calidad de primer ancestro de los
hombres, aparece en cambio ante nuestros ojos como una especie de
desdoblamiento de aquél, ya que ambos son hijos de los mismos padres
("Teogonia", versos 134, 137); Iápeto es, junto con los demás
Titanes, el compañero de Cronos en la derrota y el exilio; y, como aquellos,
comparte su vida en el Tártaro ("Ilíada", VIII, 479; XIV, 279;
"Himno a Apolo", versos 335-339; "Teogonia", versos
630-735).
[7]
Los dos primeros nombres se
encuentran en la pieza titulada "Echtra Condla", Windisch,
"Kurzgefasste irische Grammatik", p. 119, 120;Mag mor, en
"Tochmarc Etaine", en Windisch, "Irische Texte", p. 132,
última línea.
[8]
Co-t-gairim
do Maig MeII, pieza titulada "Echtra Condla", en Windisch,
"Kurzgefasste irische Grammatik", p. 119; cf. "Serglige
Conculainn", en Windisch, "Irische Texte", p. 209, línea 30; y
214, nota 24.
[9] Novissime
autem Scoti venerunt a partibus Hispaniæ m Hiberniam. IMmus
autem venit Parthoíanus. "Historia Britonum",
atribuida a Nennius, en "Appendix ad opera edita ab Angelo Maio",
Romæ, 1871, p. 98. Keating desfigura aún más esta leyenda. Según este autor,
Partolón llega por mar desde Migdonia, Grecia; recorre el Mediterráneo, penetra
en "el Océano, costea España dejándola a la derecha y desembarca sobre la
costa sudoeste de Irlanda. No obstante, la genealogía conserva huellas de la
leyenda primitiva, ya que considera a Partolón hijo de Baathm es decir, del
mar. "Hijos del mar" es una fórmula poética que significa
"originario de una isla del mar".
[10]
El término consagrado entre los cristianos irlandeses para designar la
materia en tanto que creada, es duil, genitivo dulo.
[11]
Libro de Leinster, p. 5, col. 2, líneas 29-33, 37, 38.
[12]
Libro de Leinster, p. 5, col. 1, líneas 15-16. "Chronicum
Scotorum", edición Hennesy, p. 6.
[13]
Ni frith frem na flesc feda. Poema
de Eochaid ua Flainn, Libro de Leinster, p. 5, col. 2, línea 48.
[14]
Poema de Eochaid ua Flainn, ya citado en el Libro de Leinster, p. 5,
col. 2, líneas 26-28. El número de nuevas llanuras es de cuatro, tanto en la
prosa del "Lebar Gabala", Libro de Leinster, p. 5, col. 1, líneas
34-36, como en la obra de Girauld de Cambrie, "Topographia
hibernica", III, 2, edición Dimock, p. 141, línea 13.
[15]
La expresión consagrada es que esas llanuras ro-slechta, "fueron
golpeadas". Desde luego, ése no es el término más adecuado para expresar
la idea de un desmonte, a pesar de lo que haya podido decir Eochaid ua Flainn:
Ro slechta
maige a mor-chaill
Leis
ar-gaire di-a-grad-chlaind.
En poco
tiempo, su agradable progenitura
golpeó
llanuras fuera de grandes bosques en su comarca.
Libro de
Leinster, p. 5, col. 2, líneas 26 y 27.
[16]
"Ilíada", XXIV, 602-612.
[17]
"Los trabajos y los días", versos 136-139.
[18]
Según la cronología de Bede, el diluvio habría tenido lugar el año
1658 de la creación del mundo; el sexagésimo año de Abraham sería el 2083;
Moisés habría nacido el año 2413, y la salida de Egipto se habría llevado a
cabo en el año 2493.
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