1. Origen de Nemed: su llegada a
Irlanda. 2. El reinado de Nemed en Irlanda; sus primeras relaciones con los
Fomoré. 3. Qué eran los Fomoré. Diversos textos que les conciernen. 4. El
equivalente de los Fomoré en las mitologías griega y védica. 5. Combates de
Nemed contra los Fomoré. 6. Dominación tiránica de los Fomoré sobre la raza de
Nemed. El tributo de niños. Comparación con el Minotauro. 7. El ídolo Cromm
cruach o Cenn cruach y los sacrificios de niños en Irlanda. Los sacrificios
humanos en la Galia. 8. Tigernmas, dios de la muerte, desdoblamiento de Cromm
cruach. 9. El desastre de la torre de Connan según los documentos irlandeses.
10. El desastre de la torre de Conann según Nennius. Comparación con la
mitología griega.
1.
Origen
de Nemed. Su llegada a Irlanda.
Nennius, que no oyó hablar de Cessair ni de Fintan,
comienza la historia de Irlanda con la leyenda de Partolón, a la que sirven de
preámbulo las palabras siguientes: Los scots vinieron a Irlanda desde
España. Así pues, según él, Partolón es el primero de los scots que
llegaron a Irlanda desde España; y, después de proporcionar acerca de Partolón
algunos detalles de los que ya hemos hablado, Nennius continúa en estos
términos: El segundo en venir a Irlanda fue Nimetlh, hijo de un tal Agnomen.
Según se dice, navegó durante un año y medio; y finalmente, tras haber
naufragado, desembarcó en un puerto de Irlanda, Permaneció allí muchos años, y
luego se volvió a embarcar y emprendió con los suyos el regreso a España.
En ese texto, la palabra "España" es una
traducción erudita de las palabras irlandesas mag mor, "gran
llanura", trag mar, "gran ribera", mag meld, "llanura
agradable", mediante las cuales los paganos irlandeses designaban el país
de los muertos, lugar de origen y último asilo de los vivos. La sustitución por
la palabra España de esas expresiones mitológicas que testimoniaban creencias
antaño aceptadas, es obra del evemerismo cristiano. La leyenda de Tuan mac Cairill
se expresa de una forma que no deja lugar a dudas: El número de los
compañeros de Nemed terminó por alcanzar cuatro mil treinta hombres y cuatro
mil treinta mujeres. Entonces murieron todos. Murieron todos: he aquí lo
que la redacción antigua, hoy perdida, traducía por las palabras "hicieron
el viaje de la Gran llanura, de la Gran Ribera, o de la Llanura
agradable", fórmula donde Nennius ve la indicación de un regreso a España.
En la mayoría de los textos irlandeses la leyenda de
Nemed está mucho más desarrollada que en el de Nennius y que en el breve
resumen atribuido a Tuan. Y es que en aquellos se le solía adicionar un antiguo
relato que constituye uno de los elementos fundamentales de la mitología
irlandesa, relato que fue clasificado por Nennius de una manera totalmente
atípica. Nos referimos a la pieza titulada "Matanza de la torre de
Conann". Este trozo es uno de los más antiguos de cuantos componen la
literatura épica irlandesa, como lo prueba el hecho de que figure en la primera
de nuestras listas, que parece haber sido confeccionada hacia el año 700.
Nennius, en cambio, lo convierte en un episodio de la historia de los hijos de
Milé. Probablemente se trate de un error de su parte, ya que todos los
documentos irlandeses están de acuerdo en situar este legendario acontecimiento
en la historia de la raza de Nemed.
La mayor parte de los documentos nos presentan esta
historia con una cantidad de detalles agregados en diferentes fechas, todas
relativamente recientes. Así, por ejemplo, resulta que Nemed no viene de España
ni del país de los muertos, sino de una región de Escitia habitada por los
griegos. Después de zarpar con 44 navíos, había perdido 43 en el camino y
pasado un año y medio en el mar Caspio; y fue con ese único navío con el que
alcanzó las costas de Irlanda. Tal es lo que nos relata el "Libro de las
invasiones" hacia fines del siglo XI. En el siglo X se sabía —nos lo dice
Nennius— que Nemed, antes de alcanzar Irlanda, había permanecido un año y medio
en el mar; en el siglo XI la ciencia irlandesa había adquirido una noción
suplementaria: se estaba en condiciones de informar a través de qué mar se
había cumplido esta larga travesía. Se había descubierto que se trataba del mar
Caspio. Pero en el siglo XVII ese viaje a través del mar Caspio hasta Irlanda
resultó inadmisible para los sabios irlandeses: entonces sustituyeron el mar
Caspio por el Ponto Euxino. Keating dice: Cuando Nemed partió de Escitia
para dirigirse a Irlanda, se embarcó en un pequeño mar que toma sus aguas del
Océano; este pequeño mar se llama "mare Euxinum". Otro traductor
nos informa que, actualmente, el Ponto Euxino se llama Mar Negro. Sin
embargo —agrega—, es evidente que en este caso Keating ha cometido un
error, ya que Nemed se embarcó en el mar Báltico. Pero Keating habla
indudablemente del Ponto Euxino: Es —dice el historiador irlandés— el
límite entre la región noroeste del Asia y la región noreste de Europa. Y,
para demostrarnos que conoce geografía, agrega: los montes Rifeos están en
la región noroeste del Asia. Según Pomponius Mela, separan del océano
septentrional el pequeño mar que hemos mencionado. Nemed -dejó a mano derecha
los montes Rifeos, hasta que llegó al Océano, que está al norte; entonces tuvo
Europa a su mano izquierda hasta llegar a Irlanda. Un traductor moderno
puntualiza que por montes Rifeos se deben entender los Urales.
¿Quién era Agnomen, o Agnoman, el padre de Nemed?
Nennius no dice nada acerca de él. Según el "Lebar Gabala", se trata
de un griego de Escitia, descendiente de la raza de Fenius Farsaid. Este
Fenius, biznieto de Jafet por parte de Gomer según unos y de Magog según otros,
fue padre de Nel, que desposó a Scota, hija de Faraón, rey de Egipto; y de esta
unión nació Goidel Glas, ancestro de los goidels o de la raza irlandesa. Según
el prefacio del "Lebar Gabala", de Goidel Glas salió una familia que,
en una época remota, proporcionó a Escitia una dinastía real (evidentemente,
los scots, descendientes de Scota, eran idénticos a los escitas); y uno de los
miembros de esta dinastía fue Agnoman, que, condenado un día al exilio, murió
en una isla del mar Caspio. Agnoman es de la misma familia que Partolón. Este
es, como Agnoman, un descendiente de Fenius Farsaid y de Goidel Glas. Así pues,
las diversas razas que poblaron Irlanda sucesivamente se remontan a ancestros
comunes que descendían de Magog o de Gomer, hijos de Jafet; y, por lo tanto,
existe un perfecto acuerdo entre las tradiciones genealógicas irlandesas y las
genealogías bíblicas, si bien es cierto que todavía queda por demostrar la autenticidad
de las tradiciones genealógicas irlandesas fabricadas en el siglo XI.
La mayor parte de los textos irlandeses fija en
treinta años la duración del intervalo transcurrido entre la semana fatal en
que perecieron los descendientes de Partolón y el día en que Nemed desembarcó
sobre las costas de Irlanda, aunque también existe uno que atribuye a dicho
lapso una duración de veintidós años.
2.
El
reinado de Nemed en Irlanda; sus primeras relaciones con los Fomoré.
En la época de Nemed el suelo de Irlanda continuó
con las transformaciones iniciadas bajo Partolón. Aparecieron cuatro nuevos
lagos y doce nuevas llanuras. Uno de dichos lagos tuvo un origen idéntico al de
uno de los que surgieron en tiempos de Partolón. Annenn, uno de los hijos de
Nemed, murió: al cavar su fosa, del fondo de ésta surgió una fuente que fue
suficientemente abundante como para dar nacimiento a un lago, que, debido al
nombre del muerto, se llamó Loch Anninn.
Durante el reinado de Nemed se introdujo una
innovación: se fundaron las dos primeras fortalezas redondas, llamadas raith
en irlandés, que los reyes de Irlanda habitaron en adelante. El foso de una
de ellas fue cavado en un solo día por cuatro maravillosos obreros que eran
hermanos. A la mañana siguiente, Nemed los mató, porque le había asustado su
habilidad y temía encontrar en ellos enemigos demasiado poderosos. Se dice que
eran Fomoré, y lo que Nemed temía era que pudieran tomar demasiado fácilmente
el fuerte que habían construido. Los enterró allí mismo. No se había equivocado
al recelar de esa raza temible. En efecto, como Partolón antes que él, como más
tarde sus hijos, y, finalmente, los Tuatha De Danann, a él le tocaría sostener
una guerra terrible contra los Fomoré.
3.
Qué
son los Fomoré. Diversos textos que les conciernen.
Ya hemos dicho que los Fomoré son los dioses de la
Muerte y de la Noche. El evemerismo cristiano los ha convertido en piratas que
saqueaban Irlanda. Ya hemos dado algunas indicaciones respecto de sus guerras
con Partolón; también los habíamos mencionado precedentemente, en el curso de
nuestro primer capítulo. Ha llegado el momento de entrar en un desarrollo más
circunstanciado. Los eruditos irlandeses, que habían estudiado la Biblia, los
hacían descender de Cham. Esta genealogía, relativamente moderna, la
encontramos ya en el más antiguo de los manuscritos literarios irlandeses.
El autor de un tratado sobre los orígenes del género
humano inserto en el "Leabhar na h-Uidhre", que ha sido transcrito
hacia el año 1100, escribió un capítulo titulado "Historia de los
monstruos, es decir, de los Fomoré y los enanos". Empieza por relatar en
qué circunstancias, según el Génesis, Noé fue llevado a maldecir a su hijo
Cham. He aquí —agrega— cómo Cham fue el primer hombre al que haya
alcanzado una maldición después del diluvio. De él nacieron los enanos, los
Fomoré, los de cabeza de cabra y todos los seres deformes que existen entre los
hombres. He aquí por qué los descendientes de Cham fueron exterminados y su
país entregado a los hijos de Israel: fue a consecuencia de la maldición
pronunciada contra su padre. Cham es el primer antepasado de los monstruos.
Estos no descienden de Caín, como dicen los goidels; en efecto, ningún miembro
de la raza de Caín sobrevivió al diluvio, dado que el diluvio llegó
precisamente para ahogar a la raza de Caín. Los textos más antiguos nada
saben de esos orígenes bíblicos que la ciencia cristiana de Irlanda atribuyó a
los Fomoré: el "Libro de las invasiones" dice simplemente que los
Fomoré habían llegado por mar.
Por otra parte, el documento que acabamos de
traducir es muy importante. Su título anuncia que trata de los enanos y los
Fomoré, de donde podemos concluir, desde ahora, que los Fomoré eran gigantes; y
en efecto, Girauld de Cambrie, en un pasaje de su "Topographia Hibernica",
traduce por gigantibus el nombre de los Fomoré, que, en el pasaje
correspondiente del "Libro de las invasiones", forma el dativo plural
Fomorchaib.
La opinión de los sabios irlandeses que colocaban a
los Fomoré entre la descendencia de Caín o la de Cham se inspiró en los pasajes
de la Biblia que hablan de los gigantes antediluvianos y de los de Palestina,
originariamente poblada por los descendientes de Chanaan, hijo de Cham. Los
espías judíos, al venir de Palestina le decían al pueblo de Dios, que por
entonces erraba por el desierto: Hemos visto monstruos de la raza de los
gigantes; comparados con ellos, parecemos langostas.
Es sabido que los enanos y los gigantes ocupan un
lugar importante tanto en la literatura mitológica de la raza germánica como en
los modernos cuentos bretones. Los enanos, cuyo nombre irlandés es luchrupan,
literalmente "pequeño corpúsculo", rara vez aparecen en los
textos irlandeses. Respecto a ellos, M. Whitley Stokes ha citado un relato
legendario en el que se les ve enseñando a un rey irlandés el arte de
zambullirse y de pasearse con ellos bajo las aguas. Este cuento ha penetrado en
la glosa de un tratado de derecho, y esta glosa nos lo ha conservado.[1]
Esta referencia a los enanos puede ser considerada como una excepción. Por el
contrario, en la literatura épica irlandesa se menciona con mucha frecuencia a
los Fomoré. Hemos dicho, con Girauld de Cambrie, que son gigantes; pero no son
sólo eso, también son demonios. Según nos informa un cronista irlandés del
siglo XII, son verdaderos demonios con forma humana. El autor del "Libro
de las invasiones" agrega que entre ellos había monstruos que sólo tenían
una mano y un pie. Finalmente, la pieza que traducimos mas arriba une al nombre
de los Fomoré el de las gentes con cabeza de cabra, gobor-chind, que
parecen ser una subdivisión o desdoblamiento de los Fomoré, ya que no se los
menciona en el título, que sólo habla de los enanos y los Fomoré.
4.
El equivalente de los
Fomoré en las mitologías griega y védica.
Lo más importante de la leyenda de los Fomoré es su
guerra contra los dioses de la luz solar y de la vida, es decir, contra los
Tuatha De Danann. Monstruosos por su tamaño y su forma, ya que algunos de ellos
tienen una cabeza de cabra, mientras que otros sólo tienen un pie y una mano,
constituyen la expresión céltica de concepciones idénticas a las que, en la
mitología griega, han dado nacimiento a los monstruos que combaten a los dioses
solares. La mitología griega nos muestra a Zeus combatiendo a los gigantes, a
los que derrota y encadena. Los Lestrigones, a cuyas riberas llega el héroe
solar Ulises después de siete días de navegación y que matan y se comen a una
parte de los compañeros de aquél, también son gigantes,[2]
y ancestros del ogro que tanto espanto suele causar a los jóvenes oyentes de
algunos de nuestros cuentos.
Pero los gigantes no son lo más monstruoso que
presenta la mitología griega entre los adversarios de los héroes que
personifican al sol. La Quimera, que aparece ya en la "Ilíada"[3]
y que fue conocida por Hesíodo,[4]
tenía forma de león por delante, de dragón por detrás y de cabra en la mitad.[5]
También se la imagina con tres cabezas: la primera de león, la segunda de
cabra y la tercera de serpiente.[6] Los monumentos figurativos la representan con
una cola de serpiente que termina en una cabeza, y la dotan asimismo de otras
dos cabezas más: una de león, situada en el lugar habitual, y otra de cabra,
que se eleva en mitad del cuerpo. La Quimera era invencible y el fuego que
exhalaba causó la muerte de muchos hombres;[7]
finalmente, Belerofonte la mató.[8]
Debemos considerar a Tifón —nacido, sin mediar padre
alguno, de la celosa Hera—[9]
como un desdoblamiento de la Quimera. De sus hombros se elevan cien cabezas de
serpiente que emiten una sola voz: a veces se trata del mugido de un toro,
otras del rugido del león; otras, por fin, del grito de un perro joven. Zeus le
alcanzó con el rayo y lo precipitó en el Tártaro.[10]
A la misma familia pertenecen: Pitón, alumno de
Tifón, un dragón que causaba mucho mal a los hombres y al que Apolo mató con
sus flechas,[11] y la Hidra de Lerna, de
cuerpo enorme y nueve cabezas, que destruía los ganados y a la que Heracles
mató con la ayuda de Iolas.[12]
Finalmente, entre los monstruos que fueron vencidos
por los héroes solares de la mitología griega, debemos contar también al
Minotauro, hombre con cabeza de toro que cada año devoraba siete jóvenes y
siete muchachas atenienses, el cual fue muerto por Teseo. Más adelante
tendremos ocasión de referirnos nuevamente a este monstruo.
Todos esos seres temibles, de formas extrañas, que
matan a los hombres pero que son impotentes ante los semidioses como Ulises, y
sobre los que triunfan tanto los dioses como los semidioses —Belerofonte, Zeus,
Apolo, Heracles, Teseo-. nos ofrecen la versión griega de la concepción
indoeuropea que produjera en la India a los monstruos Vritra y Ahi, y, en
Irlanda, a los Fomoré. Como aquellos, los Fomoré presentan formas físicas
contrarias a las ordinarias leyes naturales. Superan la estatura humana y
algunos de entre ellos exhiben cuernos de cabra: al parecer, debemos reconocer
en estos últimos a los dioses cornudos que, en el continente, eran objeto de
honores por parte de los galos. Otros sólo tienen un brazo y un pie.
Constituyen un azote para los hombres, y las diversas razas que se sucedieron
en Irlanda se vieron precisadas a combatirlos: ya hemos mencionado la batalla
que les enfrentó a Partolón.
5.
Combates de Nemed contra los Fomoré.
También Nemed guerreó contra los Fomoré: los
enfrentó en cuatro combates, y salió vencedor en todos ellos. En la primera
batalla, cuya invención parece relativamente reciente, Nemed venció y mató a
dos reyes Fomoré llamados Gend y Sengand. Las otras tres batallas sólo se
mencionan en uno de los poemas que constituyen los más antiguos testimonios
irlandeses de esta vieja literatura. La primera batalla tuvo lugar en el
Ulster, la segunda en Connaught y la tercera en Leinster: son las batallas de
Murbolg, Badbgna y Cnamros. Existió un relato detallado de esta guerra. Los
combates entre Nemed y los Fomoré constituyeron el tema de una de las historias
que relataban los file, y el título de dicha historia está inscrito en
el breve catálogo que nos ha conservado una de las glosas del "Senchus
Mor"; el texto se perdió.
Nemed salió victorioso de esas tres pruebas; poco
tiempo después murió víctima de una enfermedad epidémica que acabó con la vida
de otras dos mil personas. Los textos irlandeses sitúan en esta época la
leyenda de la matanza de la torre de Conann.
6.
Dominación
tiránica de los Fomoré sobre la raza de Nemed. El tributo de niños. Comparación
con el Minotauro.
Privados de jefe, los descendientes de Nemed cayeron
bajo el yugo de los Fomoré y fueron víctimas de una espantosa tiranía. Los
Fomoré estaban encabezados por dos reyes: More, hijo de Dele, y Conann, hijo de
Febar. Según una doctrina evemerista recibida en Irlanda ya en el siglo XI,
Conann tenía una fortaleza que habría sido construida en la pequeña isla de
Tory, situada en la punta noroeste de Irlanda, frente a las riberas del condado
de Donegal. La tradición popular ha localizado en esta isla otras leyendas
relativas a los Fomoré, a las cuales nos referiremos oportunamente. Se dice que
los Fomoré habían fundado allí su asiento principal.
Desde allí dominaban toda Irlanda y exigían de ella
un impuesto anual excesivo: los dos tercios de los niños que nacieran y los dos
tercios del trigo y la leche que se produjeran durante el año. La percepción de
dicho impuesto se operaba la noche del primero de noviembre, es decir, de la
fiesta de Samain, que marca el fin del verano y el comienzo del
invierno, símbolo de la muerte. El pago se efectuaba en el lugar llamado Mag
cetne, que significa "la misma llanura"; esa llanura, siempre
idéntica, donde acaba todo lo viviente y donde los dioses de la muerte ejercen
su poderío: la misteriosa comarca donde van a habitar los hombres cuando
mueren. Keating cree que se trata de una llanura de Irlanda e indica su
situación. Al no comprender cómo podían los irlandeses llevarles a sus tiranos,
una vez al año, los dos tercios de la leche producida durante éste, Keating
imaginó que los Fomoré, en lugar de este extravagante impuesto, recogían
anualmente, de cada casa, tres medidas de crema, de trigo y de mantequilla; y
que una mujer a la que habían encargado la percepción de dicha tasa recorría
toda Irlanda para llevar a cabo esa misión.
El más opresivo y a la vez más característico de los
impuestos exigidos por los Fomoré es el que se pagaba en niños. Esta leyenda es
análoga a la leyenda ática de Teseo y el Minotauro. Lo mismo que algunos de los
Fomoré, el Minotauro es un personaje cornudo, aunque, en lugar de la cabeza de
cabra de aquellos, exhibe, sobre un cuerpo de hombre, una cabeza de toro. Como
los Fomoré, vive en una isla, que en el relato irlandés se llama Tor-inis y
que equivale a la isla de Creta en la fábula ateniense. El tributo anual que
exige el Minotauro consiste en siete jóvenes y siete muchachas: el genio griego
ha sabido guardar, incluso en esta horrible leyenda, la medida y la sabiduría
que, en general, constituyen la superioridad estética de sus concepciones.
Mientras que, en el texto irlandés, los Fomoré exigen la entrega de los dos
tercios de los niños nacidos durante el año. Y sin embargo no se puede
descartar la posibilidad de que en ciertas épocas de la historia de Irlanda los
niños recién nacidos hayan pagado este tributo a la muerte, ya sea debido a que
una muerte natural les haya sustraído al amor de sus padres o que hayan sido
inmolados a los dioses de la muerte en obediencia a las enseñanzas de una
religión cruel.
Los Fomoré son los dioses de la muerte, de la noche
y la tormenta, el más antiguo de los dos grupos divinos que se reparten los
homenajes de la raza céltica. Los Tuatha De Danann, dioses de la vida, del día
y el sol, constituyen el otro grupo, que, si creemos el dogma de los celtas, es
el más reciente de los dos, dado que, según la teoría céltica, la noche precede
al día.
En la concepción de los Fomoré encontramos la idea
de la muerte asociada a la de la noche. En la época de la conquista, César observó
esta misma asociación entre los galos. Los galos —dice— pretenden ser
descendientes de Dis Pater, es decir, del dios de la muerte. Dicen que se lo
han dicho los druidas. Debido a ello, cuando cuentan un espacio de tiempo
utilizan como unidad la noche y no el día, y cuando calculan las fechas de
nacimiento, el comienzo de los meses y de los años, siempre tienen cuidado de
colocar a la noche por delante del día.[13]
Así pues, en la doctrina druídica, la muerte precede
a la vida, la muerte engendra a la vida; y, como la muerte es idéntica a la
noche, y la vida idéntica al día, la noche precede y engendra al día. Asimismo,
en el mundo divino irlandés, los Fomoré, dioses de la noche y de la muerte, son
cronológicamente anteriores a los Tuatha De Danann, dioses del día y de la
vida, a quienes más tarde veremos aparecer en el curso de nuestra exposición.[14]
La reina de la noche es la luna, que se distingue
entre los astros por su forma de creciente, bajo la cual se presenta a nuestros
ojos la mayor parte del tiempo. Por lo tanto, el dios de la noche se distingue
de los demás por un creciente colocado sobre su frente, y ese creciente se
transforma en cuernos de vaca, de toro o de cabra. lo, la virgen con cuernos
del "Prometeo" de Esquilo, que más tarde se convierte en ternera; la
concepción del Minotauro con cabeza de toro de la fábula ateniense; la
concepción de los Fomoré con cabeza de cabra en la fábula irlandesa; y, en la
Galia, los numerosos dioses cornudos que hoy adornan una sala del museo de
Saint Germain, tienen todos un mismo origen. Y para rendir a los dioses de la
muerte el culto que exigen, es preciso inmolarles vidas humanas.
7.
El
ídolo Cromm cruach o Cenn cruach y los sacrificios de niños en Irlanda. Los
sacrificios humanos en la Galia.
Los legendarios Fomoré no fueron los únicos en
recibir de Irlanda un tributo de niños: en una época remota, un dios cuya
monumental imagen parece pertenecer a la historia reclamó un tributo similar.
En las vidas de San Patricio se habla de un dios
cuya estatua estaba adornada de oro y plata y rodeada de doce estatuas con
ornamentos de bronce: era la Cabeza Sangrienta, Cen cruach. El lugar donde ese
grupo divino, levantado al aire libre y sobre el suelo desnudo, recibía los
homenajes de sus fieles, se llamaba "Campo de la adoración", Mag
slechta.[15]
San Patricio fue al Campo de la adoración y amenazó con su cruz al
gran ídolo que era algo así como el rey de todos los ídolos de Irlanda. Según
la leyenda, éste se volvió para evitar el golpe, y desde entonces dejó de mirar
hacia el sur, como lo había hecho hasta aquel momento. Y, según el viejo
relato, todavía se ve la marca de la cruz del santo sobre el lado izquierdo de
la estatua, cosa maravillosa, ya que el santo no la golpeó, sino que se limitó
a amenazarla de lejos. En ese mismo momento, las demás estatuas se hundieron en
el suelo hasta la altura del cuello; y, según el relato hagiográfico, así es
como se encuentran todavía hoy.
En una época remota el ídolo del Campo de la
adoración, la "Cabeza sangrienta", Cenn cruach, como dice la leyenda
de San Patricio, la "Curva sangrienta" o el "Creciente
ensangrentado", Crom cruach, como se le nombra en otros textos, era objeto
de un culto terrible: en su honor se inmolaban víctimas humanas. El tributo era
el mismo que, según la leyenda, recibieran antaño los Fomoré. Las vidas de San
Patricio no hablan de esos espantosos sacrificios: cuando el apostolado del
famoso misionero trajo el cristianismo a Irlanda, ya habían sido abolidos; pero
no olvidados. El artículo del "Dinn-senchus" concerniente al Campo de
la adoración prueba que ese recuerdo todavía se conservaba cuando fue redactado
dicho tratado de geografía, cuyo manuscrito más antiguo data del siglo XII y
cuya primitiva redacción se atribuye al siglo VI.
Dice el viejo tratado: Aquí estaba un gran
ídolo... al que se llamaba "Curva sangrienta o Creciente
ensangrentado", Cromm cruach; él daba, en cada provincia, el poder y la
paz. ¡Qué lamentable desgracia! los bravos goidels lo adoraban; allí le pedían
buen tiempo para una parte del mundo... Por él mataban sin gloria a sus
primogénitos entre gritos y lamentos por su muerte, en la asamblea reunida
alrededor de Cromm Cruach. A cambio de sus niños pedían trigo y leche. ¡Qué
grandes eran su horror y sus gemidos! Delante de este ídolo se prosternaban los
goidels francos; debido a su culto, celebrado con tantas muertes, este sitio ha
recibido el nombre de Mag slecht(a), o "Campo de la adoración"...[16]
Lo mismo que las vidas de San Patricio, este texto
distingue dos categorías de ídolos en el monumento de Mag slechta. La
principal, Cromm o Cenn cruach, adornada de oro y plata según las vidas de San
Patricio, según el "Dinn-senchus" lo estaba solamente de oro; las
otras, que según las vidas de San Patricio estaban adornadas de bronce, según
el "Dinn-senchus" eran de piedra. En las vidas de San Patricio se
fija en doce el número de estas últimas; el "Dinn-senchus", en
cambio, sólo habla de tres, alineadas en orden, tres ídolos de piedra sobre
cuatro; después, para engañar amargamente a las muchedumbres, estaba la imagen
de oro de Cromm.
Los textos irlandeses sobre el sacrificio de niños
al ídolo de Crom cruach y acerca del tributo similar pagado a los Fomoré,
recuerdan los célebres versos latinos con que Lucano, dirigiéndose a los
druidas, canta el cruel culto rendido por éstos a tres divinidades galas, en la
época en que César acababa de terminar la conquista de la Galia y en que
comenzaba la guerra civil entre el conquistador y su rival Pompeyo:
Et
quibus immitis placatur sanguine diro
Teutates,
horrensque feris altaribus AEsus,
Et
Taranus[17]
scythicæ non mitior ara Dianæ.
También vosotros, que creéis calmar al despiadado
Teutates mediante un cruel derramamiento de sangre, al horrible AEsus el de los
salvajes altares, y a Taranus, cuyo culto no es más suave que el de la Diana
escita.
Antaño, la Diana escita había exigido que Agamenón
le ofreciera la vida de su hija. Para calmar su cólera fue necesario
sacrificarle la vida de Ifigenia, y esta leyenda llegó a ser suficientemente
popular entre los atenienses como para proporcionar a uno de sus más célebres
poetas, hacia fines del siglo V antes de nuestra era, el tema de una tragedia
que aún hoy causa admiración.[18]
Las exigencias de Taranus eran similares a las de la Diana escita. Tal es el
sentido del pasaje de Lucano, que completa, con esta alusión a las ceremonias
de la religión céltica, las nociones reunidas en los "Comentarios" de
César. Después de hablarnos de los inmensos cuévanos donde los druidas galos de
la época quemaban hombres vivos, César agrega que, según los druidas, ladrones,
bandidos y otros criminales constituían las víctimas preferidas de los dioses,
pero que a falta de éstos también se quemaba vivas a víctimas inocentes.[19]
De los versos de Lucano se desprende que esos inocentes a quienes se quemaba
vivos eran niños. Esta doctrina está perfectamente de acuerdo con el principio
de derecho céltico que otorgaba al padre derecho de vida y muerte sobre sus
hijos. Este principio, enunciado por César,[20]
perteneció más tarde al derecho del país de Gales, donde, en el transcurso del
siglo VI, San Teliavus salva la vida a siete niños a los que su padre había
arrojado a un río uno tras otro, debido a que era demasiado pobre para
alimentarlos.
El dios galo Taranus, al que Lucano compara en su
"Farsalia" con la Diana de Escitia, a la que Agamenón inmoló su hija,
es un dios del Rayo; junto con el Cromm cruach o Cenn cruach, el Creciente
ensangrentado, la Curva sangrienta, o la Cabeza sangrienta de Irlanda, está
comprendido en el grupo de los Fomoré, los dioses de la Muerte y de la Noche.
8.
Tigernmas, dios de la muerte, desdoblamiento de
Cromm cruach.
Crom cruach, el gran ídolo de Irlanda honrado, como
los Fomoré de la leyenda de Nemed, con un cruel tributo de sacrificios
infantiles, parece haber sido sobre todo un dios de la muerte. Es la única
conclusión que se puede extraer de la leyenda de Tigernmas, cuyo nombre, Tigernmas
por Tigern Bais, significa "Señor de la Muerte". En la
clasificación cronológica de las leyendas irlandesas que realizaron los
eruditos de la época cristiana, Tigernmas aparece como un rey de la raza de
Eremon, hijo de Milé, establecido en el norte de Irlanda. Es una parte de la
actual raza irlandesa. Los Cuatro Maestros saben incluso en qué época reinó
exactamente: fue desde el año 3580 hasta el 3656 de la creación del mundo. Pero
en otra parte Tigernmas es idéntico a Balar, dios del Rayo y de la Muerte, que
manda a los Fomoré y muere a la cabeza de éstos combatiendo a los Tuatha De
Danann en la segunda batalla de Mag Tured. En menos de un año, Tigernmas se
enfrentó en veintisiete batallas contra los descendientes de Eber, hijos de
Milé que ocupaban la Irlanda meridional. En el curso de esos combates perdió la
vida un considerable número de sus enemigos, y faltó poco para que destruyera totalmente
la raza de Eber. Finalmente, después de setenta y siete años de reinado, murió
en el "Campo de la adoración", en Mag Slechta, junto con las tres
cuartas partes de los habitantes de Irlanda, que habían venido con él a adorar
al gran ídolo de Cromm cruach. Era la noche del primero de noviembre o de la
fiesta de Samain; justamente la fecha en que, según otra leyenda, los
descendientes de Nemed pagaban a los Fomoré el duro tributo de los dos tercios
de los niños, los dos tercios del trigo, y los dos tercios de la leche que les
habían producido ese año. Los irlandeses sujetos a Tigernmas sólo habían venido
a Mag Slechta para honrar a Crom cruach, su dios, por medio de prosternaciones;
pero cumplieron dicha ceremonia tan a conciencia y con tanto ardor, que se
abrieron las frentes, rompieron las puntas de sus narices, sus rodillas y
codos, de tal modo que, finalmente, perecieron las tres cuartas partes de
ellos.
9.
El
desastre de la torre de Conann según los documentos irlandeses.
El mito de Tigernmas, señor de la Muerte, y de su
desastroso reinado sobre los descendientes de Milé, sólo constituye una
variación o una forma diferente del relato donde se cuenta la tiránica
dominación ejercida sobre los hijos de Nemed por los Fomoré y por su terrible
rey Conann, hijo de Febar, establecido en su torre —la torre de Conann, tur Conaind o Conainn, la
cual, según los evemeristas irlandeses, se encontraba situada en la isla de
Tory, en el extremo noroeste de Irlanda—. Los excesos de la tiranía de Conann
fomentaron una revuelta. Sesenta mil descendientes de Nemed, conducidos por los
tres jefes Erglann, Semul y Fergus Lethderg, atacaron a los Fomoré. Se trabó
una batalla y los descendientes de Nemed lograron tomar la torre: Conann, su
opresor, pereció a manos de Fergus Lethderg, el último de los tres jefes. Pero
More, hijo de Dele, amigo de Conann y como él jefe de los Fomoré, aunque llegó
demasiado tarde para salvar la vida del tirano, arrancó sin embargo la victoria
a los hijos de Nemed, los puso en fuga, los persiguió y se encarnizó tanto con
ellos, que de los sesenta mil del principio sólo treinta escaparon de la
muerte. Un poeta irlandés de la segunda mitad del siglo X ha cantado esta
guerra en unos versos que nos han sido conservados por un manuscrito del siglo
XII.
Asalto de la torre de Conann para combatir
Contra Conann el Grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí,
Llevando consigo tres jefes ilustres.
El autor nombra a los tres guerreros y luego
continúa así:
Por tierra y por mar partieron a
realizar las brillantes hazañas
Tres veces veinte mil:
Ese es el número de los de la raza de
Nemed
Que vinieron al asalto desde la ribera.
Asalto de la torre de Conann para
combatir,
Contra Conann el Grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí,
Llevando consigo tres jefes ilustres.
Torinis, isla de la Torre,
Fortaleza de Conann, hijo de Febar.
Por el mismo Fergus, héroe de veinte
hazañas,
Fue muerto Conann, hijo de Febar.
Llegó More, hijo de Dele;
Venía en socorro de Conann;
Conann cayó muerto ante él;
More hizo mucho daño.
Tres veces veinte naves a través del mar
Son las que trajo More, hijo de Dele,
Antes de que hubiesen ganado la orilla
Envolvió a la raza de Nemed, la de
poderosa fuerza.
Todos los hombres de Irlanda
participaron en el combate
Después de la venida de los Fomoré;
A todos los tragó el mar,
Excepto a solamente tres veces diez.
Siguen los nombres de los treinta guerreros de la
raza de Nemed que escaparon al desastre. Volvieron a establecerse en Irlanda,
que fue repartida entre sus tres jefes. No obstante, poco después, huyendo de
los impuestos y de una enfermedad epidémica que había acabado con dos de ellos,
abandonaron Irlanda.
Tres veces diez fueron luego a Irlanda
En rápida carrera;
Tres se repartieron el oeste
Después del asalto de la torre de
Conann.
Asalto de la torre de Conann para
combatir
Contra Conann el Grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí
Llevando tres jefes ilustres.
Para Bethach, el de glorioso renombre,
un tercio,
Desde Torinis hasta el Boyne;
El fue quien murió en la isla de
Irlanda,
Dos años después que Britan.
Para Semion, hijo de Erglan el Ilustre,
un tercio:
Desde el Boyne hasta Belach Conglas;
Para Britan, cuenta hua Flainn, un
tercio.
Desde Belach hasta la torre de Conann.
Asalto de la torre de Conann para
combatir
Contra Conann el grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí,
Llevando consigo tres jefes ilustres.
El final de este poema ha sido compuesto bajo la
influencia de ideas modernas que dejan de lado el primitivo mito céltico para
encontrar en cambio, en la raza de Nemed, a los antepasados de la población de
las Islas Británicas en los tiempos previos a la conquista sajona. Según el
"Libro de las invasiones", aquellos guerreros de la raza de Nemed que
escaparon al desastre de la torre de Conann se refugiaron primeramente en
Irlanda, para abandonar luego esta isla e instalarse más al este. Formaban tres
familias, una de las cuales —la de
Britan— pobló más tarde Gran Bretaña y dio su nombre a los bretones; las otras
dos volvieron a Irlanda: la primera con el nombre de Fir Bolg, la segunda con
el de M Tuatha De Danann.
Pero la creencia antigua era que la raza de Nemed
había perecido enteramente sin dejar descendencia. Tuan mac Cairill dice que
cuando Nemed y sus compañeros llegaron a Irlanda tuvieron tantos hijos y
su número creció de tal forma que
alcanzaron la cifra, de cuatro mil treinta hombres y cuatro mil
treinta mujeres; entonces murieron todos. Según Nennius, en cambio, la raza de
Nemed, proveniente de España, vivió muchos años en Irlanda y finalmente regresó
a su punto de partida. El relato de Nennius expresa la misma doctrina que la
leyenda de Tuan mac Cairill respecto del destino final de la raza de Nemed, ya
que, en los textos mitológicos irlandeses de la edad media, España toma el
lugar del país de los Muertos. El texto primitivo del relato que Nennius tuvo a
su disposición transportaba a la raza de Nemed desde Irlanda al país de los
Muertos, y no a España.
10.
El
desastre de la torre de Conann según Nennius. Comparación con la mitología
griega.
Después de las observaciones expuestas acerca de los
cuartetos del poema irlandés que relata la catástrofe de la torre de Conann,
vamos a comparar ese trozo con la redacción sensiblemente diferente que nos ha
dejado Nennius. Ya hemos dicho que, para este autor, la leyenda de la torre no
está ligada a la historia de la raza de Nemed, sino a la de los hijos de Milé.
Es fácil concebir el motivo de esta modificación. Ya hemos visto que, según la
versión cristiana del desastre de la torre de Conann, los restos del ejército
irlandés vuelven a su isla y luego van a establecerse más al este para regresar
más tarde, y que ellos son los antepasados de los habitantes de las Islas
Británicas en la época histórica. De ello se concluye que los guerreros que
tomaron por asalto la torre de Conann no pueden pertenecer a la raza de Nemed,
ya que, según las más antiguas versiones de la leyenda, todos los miembros de
esta raza perecieron o regresaron a España. He aquí el relato de Nennius.
A continuación vinieron de España tres hijos de Milé
con treinta naves cada una de las cuales transportaba a treinta hombres y sus
esposas. Permanecieron en Irlanda durante un año; después percibieron en medio
del mar una torre de vidrio sobre la cual veían algo parecido a hombres, quasi homines. Les hablaron, pero no obtuvieron respuesta. Después
de prepararse durante un año para atacar la torre, partieron con todos sus
navíos y todas sus mujeres, a excepción de un navío que había naufragado con su
carga de treinta hombres y treinta mujeres. Pero cuando desembarcaron en la
costa que rodeaba a la torre, el mar se levantó por encima de ellos y
perecieron entre las olas. La población que hoy habita Irlanda desciende de los
treinta hombres y treinta mujeres cuyo navío naufragó.
Al desplazar la leyenda de la torre a la historia de
los hijos de Milé, Nennius se apartó de los datos primitivos de la mitología
céltica; pero, en cambio, el sentido originario del mito aparece con mucha más
claridad en su versión que en otros textos irlandeses que han llegado hasta
nosotros. La torre es de vidrio, como la barca que, en la leyenda de Connlé,
utiliza el mensajero de la Muerte para buscar al hijo del rey supremo de
Irlanda y arrebatarlo al amor paternal. No son hombres lo que se ve sobre la
torre, es "algo parecido a hombres", quasi homines. Se trata
de las "sombras" de la mitología romana, las de la
mitología griega, que ofrecen la apariencia del cuerpo humano, pero privada de
la realidad que han perdido junto con la vida. Esas figuras humanas no hablan,
o, si poseen un lenguaje, éste es ajeno a los oídos de los guerreros
irlandeses. Porque esas formas humanas son idénticas a los
"silenciosos", los silentes de la poesía latina. Para
Virgilio, Ovidio, Lucano, Valerio Flaco y Claudio, los "silenciosos",
silentes, son los muertos. Por lo tanto, la torre de vidrio de que habla
Nennius, la torre de Conann de la literatura Irlandesa, es la fortaleza de los
muertos.
Ahora bien,
por una ley despiadada, los hombres —a excepción de algunos raros
elegidos— no pueden penetrar en la isla misteriosa del extremo Occidente donde
los celtas y la segunda edad de la mitología griega han situado la morada de
los muertos, sin morir a su vez. Ya en la "Odisea" el navío que lleva
a Ulises y sus compañeros no puede abordar Ogigia, sino que
naufraga; y todos aquellos a los que transporta mueren tragados por el
mar, menos el semidiós Ulises, único que puede alcanzar la isla tan lejana
donde vive la diosa escondida, Calipso, hija de Atlas, la columna del cielo.[21]
Pero en la "Odisea" no existe ninguna
noción belicosa asociada a la idea de esta isla lejana donde Ulises, que escapa
a la muerte por un privilegio personal, vive durante siete años lejos de las
miradas de los hombres y rodeado de los cuidados de la diosa, que lo ama. El
mito cambia de carácter cuando, en lugar de una diosa, es un dios masculino
quien toma el gobierno de la isla misteriosa que la poética imaginación de los
Indoeuropeos de Occidente sitúa en el poniente, en el extremo del mundo, en
esas regiones donde ni aún el más audaz de los navegantes osa aventurarse
jamás. Sobre esta isla reina Cronos; la poesía griega nos lo muestra ocupando
una "torre", , dice Píndaro—[22]
en la isla de los Bienaventurados, donde soplan las brisas del Océano, donde
brillan flores de oro, unas sobre los bellos árboles que crecen en la tierra,
otras sobre el agua donde nacen; y los habitantes trenzan guirnaldas con esas
flores para adornar sus manos y cabeza, esos habitantes son: Peleo, Cadmo,
Aquiles, y todos los héroes de la Grecia antigua.
Píndaro no nos habla de que alguien haya atacado la
mítica torre de los muertos. Pero el más antiguo monumento de la literatura
griega nos habla de los combates que tuvieron lugar en la morada de los muertos
cuando Heracles fue al Hades de sólidas puertas para sacar de este oscuro
dominio al perro del dios terrible que reina allí. Si Zeus, desde lo alto del
cielo, no hubiera enviado en su ayuda a la diosa Atenea,[23]
Heracles habría perdido la vida en las rápidas aguas del Styx; habría
sido tragado por las aguas y hubiera sufrido la misma muerte que los
descendientes de Nemed en el sitio de la torre de Conann. Así pues, en la
mitología griega se encuentran esparcidos gran parte de los elementos con que
ha sido construido el mito irlandés de la torre de Conann, esta fortaleza que,
levantada en la misteriosa isla de los Muertos, es conquistada por los
guerreros irlandeses al precio de la vida de la mayor parte de ellos. Sin
embargo, al crear el mito de la torre de Conann, Irlanda no ha tomado nada en
préstamo de Grecia. Los rasgos comunes de ambas mitologías provienen de un
viejo fondo común de leyendas greco-célticas anterior a la separación de las
razas, de aquella fecha desconocida en que, abandonando a los celtas el frío
valle del Danubio y las brumosas regiones de la Europa occidental, los helenos
o griegos fueron a habitar las llanuras cálidas y las espléndidas riberas de la
quasi-isla situada al sur de los Balcanes.
[1] "Ancient laws of Ireland",
t. I, p. 70, 72. Los enanos reciben el nombre de luchorpan,
luchorp y abac.
[2]
"Odisea", X, versos 110-129.
[3]
"Ilíada", VI, 179-183; XVI, 328, 329.
[4]
"Teogonia", 319-325.
[5]
"Ilíada", VI, 181.
[6]
"Teogonia", versos 321, 322.
[7]
"Ilíada", VI, 182; XVI, 329.
[8]
"Ilíada", VI, 183. No creo que esta leyenda tenga el origen
semítico que habitualmente se le atribuye. Ver Maury,
"Histoire des religions de la Gréce anti-que", t. III, p. 188.
[9]
"Himno a Apolo", versos 305-309; 351, 352.
[10]
"Teogonia", versos 820-868. Tifón, según Hesíodo, es hijo de
la Tierra y del Tártaro, mientras que, según Homero, Tifón es hijo de Hera.
Ello no es razón suficiente para poner en duda que se trata del mismo personaje
mitológico. Cf. Maury, "Histoire des religions de la Gréce
antique", t. I, p. 374-375.
[11]
Homero, "Himno a Apolo", versos 355 y siguientes; Decharme,
"Mythologie de la Grèce antique", págs. 99-102.
[12]
Apolodoro, libro II, cap. V, par. 2, según Didot-Müller,
"Fragmenta historicorum graecorum", t. I, p. 136. Cf. Hecáteo,
fragmento 347, ibid., p. 27. Cf. Maury, "Histoire des religions
de la Grèce antique", t. i, p. 136-137.
[13] Galli se omnes ab Dite patre prognatos
prædicant idque ab druidibus proditum dicunt. Ob eam causara spatia omnis
temporis non numero dierum, sed noctium finiunt; dies natales et mensium et
annorum initia sic observant ut noctem dies subsequatur. César, "De bello gallico", l. VI, c. XVIII,
pars. 1 y 2.
[14]
Ver c. VII.
[15]
Mag Slechta estaba situado en el Ulster, en el condado de Cavan y en
la baronía de Tullyhaw, cerca del pueblo de Bally Magauran.
[16]
Libro de Leinster, p. 213, col. 2, líneas 39 y siguientes.
[17]
M. Mowat parece haber probado que debe leerse Taranus, genitivo
singular, y no Taranis.
[18]
La "Ifigenia en Aulide", de Eurípides, fue representada por
primera vez después de la muerte del autor, acaecida el año 406 a.J.C.
[19]
"De bello gallico", libro VI, c. XVI, pars. 4 y 5.
[20] Ibid., c. XIX, par. 3.
[21]
"Odisea", libro VII, versos 244-255.
[22]
Píndaro, "Olímpicas", II, verso 70 edic. Schneidewin,
t. I, p. 17. "
[23]
Ilíada", libro VIII, versos 367-369.
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