jueves, 14 de diciembre de 2017

EMIGRACIÓN DE NEMED Y MATANZA DE LA TORRE DE CONANN.

1. Origen de Nemed: su llegada a Irlanda. 2. El reinado de Nemed en Irlanda; sus primeras relaciones con los Fomoré. 3. Qué eran los Fomoré. Diversos textos que les conciernen. 4. El equivalente de los Fomoré en las mitologías griega y védica. 5. Combates de Nemed contra los Fomoré. 6. Dominación tiránica de los Fomoré sobre la raza de Nemed. El tributo de niños. Comparación con el Minotauro. 7. El ídolo Cromm cruach o Cenn cruach y los sacrificios de niños en Irlanda. Los sacrificios humanos en la Galia. 8. Tigernmas, dios de la muerte, desdoblamiento de Cromm cruach. 9. El desastre de la torre de Connan según los documentos irlandeses. 10. El desastre de la torre de Conann según Nennius. Comparación con la mitología griega.


1.

Origen de Nemed. Su llegada a Irlanda.


Nennius, que no oyó hablar de Cessair ni de Fintan, comienza la historia de Irlanda con la leyenda de Partolón, a la que sirven de preámbulo las palabras siguientes: Los scots vinieron a Irlanda desde España. Así pues, según él, Partolón es el primero de los scots que llegaron a Irlanda desde España; y, después de proporcionar acerca de Partolón algunos detalles de los que ya hemos hablado, Nennius continúa en estos términos: El segundo en venir a Irlanda fue Nimetlh, hijo de un tal Agnomen. Según se dice, navegó durante un año y medio; y finalmente, tras haber naufragado, desembarcó en un puerto de Irlanda, Permaneció allí muchos años, y luego se volvió a embarcar y emprendió con los suyos el regreso a España.
En ese texto, la palabra "España" es una traducción erudita de las palabras irlandesas mag mor, "gran llanura", trag mar, "gran ribera", mag meld, "llanura agradable", mediante las cuales los paganos irlandeses designaban el país de los muertos, lugar de origen y último asilo de los vivos. La sustitución por la palabra España de esas expresiones mitológicas que testimoniaban creencias antaño aceptadas, es obra del evemerismo cristiano. La leyenda de Tuan mac Cairill se expresa de una forma que no deja lugar a dudas: El número de los compañeros de Nemed terminó por alcanzar cuatro mil treinta hombres y cuatro mil treinta mujeres. Entonces murieron todos. Murieron todos: he aquí lo que la redacción antigua, hoy perdida, traducía por las palabras "hicieron el viaje de la Gran llanura, de la Gran Ribera, o de la Llanura agradable", fórmula donde Nennius ve la indicación de un regreso a España.
En la mayoría de los textos irlandeses la leyenda de Nemed está mucho más desarrollada que en el de Nennius y que en el breve resumen atribuido a Tuan. Y es que en aquellos se le solía adicionar un antiguo relato que constituye uno de los elementos fundamentales de la mitología irlandesa, relato que fue clasificado por Nennius de una manera totalmente atípica. Nos referimos a la pieza titulada "Matanza de la torre de Conann". Este trozo es uno de los más antiguos de cuantos componen la literatura épica irlandesa, como lo prueba el hecho de que figure en la primera de nuestras listas, que parece haber sido confeccionada hacia el año 700. Nennius, en cambio, lo convierte en un episodio de la historia de los hijos de Milé. Probablemente se trate de un error de su parte, ya que todos los documentos irlandeses están de acuerdo en situar este legendario acontecimiento en la historia de la raza de Nemed.
La mayor parte de los documentos nos presentan esta historia con una cantidad de detalles agregados en diferentes fechas, todas relativamente recientes. Así, por ejemplo, resulta que Nemed no viene de España ni del país de los muertos, sino de una región de Escitia habitada por los griegos. Después de zarpar con 44 navíos, había perdido 43 en el camino y pasado un año y medio en el mar Caspio; y fue con ese único navío con el que alcanzó las costas de Irlanda. Tal es lo que nos relata el "Libro de las invasiones" hacia fines del siglo XI. En el siglo X se sabía —nos lo dice Nennius— que Nemed, antes de alcanzar Irlanda, había permanecido un año y medio en el mar; en el siglo XI la ciencia irlandesa había adquirido una noción suplementaria: se estaba en condiciones de informar a través de qué mar se había cumplido esta larga travesía. Se había descubierto que se trataba del mar Caspio. Pero en el siglo XVII ese viaje a través del mar Caspio hasta Irlanda resultó inadmisible para los sabios irlandeses: entonces sustituyeron el mar Caspio por el Ponto Euxino. Keating dice: Cuando Nemed partió de Escitia para dirigirse a Irlanda, se embarcó en un pequeño mar que toma sus aguas del Océano; este pequeño mar se llama "mare Euxinum". Otro traductor nos informa que, actualmente, el Ponto Euxino se llama Mar Negro. Sin embargo —agrega—, es evidente que en este caso Keating ha cometido un error, ya que Nemed se embarcó en el mar Báltico. Pero Keating habla indudablemente del Ponto Euxino: Es —dice el historiador irlandés— el límite entre la región noroeste del Asia y la región noreste de Europa. Y, para demostrarnos que conoce geografía, agrega: los montes Rifeos están en la región noroeste del Asia. Según Pomponius Mela, separan del océano septentrional el pequeño mar que hemos mencionado. Nemed -dejó a mano derecha los montes Rifeos, hasta que llegó al Océano, que está al norte; entonces tuvo Europa a su mano izquierda hasta llegar a Irlanda. Un traductor moderno puntualiza que por montes Rifeos se deben entender los Urales.
¿Quién era Agnomen, o Agnoman, el padre de Nemed? Nennius no dice nada acerca de él. Según el "Lebar Gabala", se trata de un griego de Escitia, descendiente de la raza de Fenius Farsaid. Este Fenius, biznieto de Jafet por parte de Gomer según unos y de Magog según otros, fue padre de Nel, que desposó a Scota, hija de Faraón, rey de Egipto; y de esta unión nació Goidel Glas, ancestro de los goidels o de la raza irlandesa. Según el prefacio del "Lebar Gabala", de Goidel Glas salió una familia que, en una época remota, proporcionó a Escitia una dinastía real (evidentemente, los scots, descendientes de Scota, eran idénticos a los escitas); y uno de los miembros de esta dinastía fue Agnoman, que, condenado un día al exilio, murió en una isla del mar Caspio. Agnoman es de la misma familia que Partolón. Este es, como Agnoman, un descendiente de Fenius Farsaid y de Goidel Glas. Así pues, las diversas razas que poblaron Irlanda sucesivamente se remontan a ancestros comunes que descendían de Magog o de Gomer, hijos de Jafet; y, por lo tanto, existe un perfecto acuerdo entre las tradiciones genealógicas irlandesas y las genealogías bíblicas, si bien es cierto que todavía queda por demostrar la autenticidad de las tradiciones genealógicas irlandesas fabricadas en el siglo XI.
La mayor parte de los textos irlandeses fija en treinta años la duración del intervalo transcurrido entre la semana fatal en que perecieron los descendientes de Partolón y el día en que Nemed desembarcó sobre las costas de Irlanda, aunque también existe uno que atribuye a dicho lapso una duración de veintidós años.

2.

El reinado de Nemed en Irlanda; sus primeras relaciones con los Fomoré.


En la época de Nemed el suelo de Irlanda continuó con las transformaciones iniciadas bajo Partolón. Aparecieron cuatro nuevos lagos y doce nuevas llanuras. Uno de dichos lagos tuvo un origen idéntico al de uno de los que surgieron en tiempos de Partolón. Annenn, uno de los hijos de Nemed, murió: al cavar su fosa, del fondo de ésta surgió una fuente que fue suficientemente abundante como para dar nacimiento a un lago, que, debido al nombre del muerto, se llamó Loch Anninn.
Durante el reinado de Nemed se introdujo una innovación: se fundaron las dos primeras fortalezas redondas, llamadas raith en irlandés, que los reyes de Irlanda habitaron en adelante. El foso de una de ellas fue cavado en un solo día por cuatro maravillosos obreros que eran hermanos. A la mañana siguiente, Nemed los mató, porque le había asustado su habilidad y temía encontrar en ellos enemigos demasiado poderosos. Se dice que eran Fomoré, y lo que Nemed temía era que pudieran tomar demasiado fácilmente el fuerte que habían construido. Los enterró allí mismo. No se había equivocado al recelar de esa raza temible. En efecto, como Partolón antes que él, como más tarde sus hijos, y, finalmente, los Tuatha De Danann, a él le tocaría sostener una guerra terrible contra los Fomoré.

3.

Qué son los Fomoré. Diversos textos que les conciernen.


Ya hemos dicho que los Fomoré son los dioses de la Muerte y de la Noche. El evemerismo cristiano los ha convertido en piratas que saqueaban Irlanda. Ya hemos dado algunas indicaciones respecto de sus guerras con Partolón; también los habíamos mencionado precedentemente, en el curso de nuestro primer capítulo. Ha llegado el momento de entrar en un desarrollo más circunstanciado. Los eruditos irlandeses, que habían estudiado la Biblia, los hacían descender de Cham. Esta genealogía, relativamente moderna, la encontramos ya en el más antiguo de los manuscritos literarios irlandeses.
El autor de un tratado sobre los orígenes del género humano inserto en el "Leabhar na h-Uidhre", que ha sido transcrito hacia el año 1100, escribió un capítulo titulado "Historia de los monstruos, es decir, de los Fomoré y los enanos". Empieza por relatar en qué circunstancias, según el Génesis, Noé fue llevado a maldecir a su hijo Cham. He aquí —agrega— cómo Cham fue el primer hombre al que haya alcanzado una maldición después del diluvio. De él nacieron los enanos, los Fomoré, los de cabeza de cabra y todos los seres deformes que existen entre los hombres. He aquí por qué los descendientes de Cham fueron exterminados y su país entregado a los hijos de Israel: fue a consecuencia de la maldición pronunciada contra su padre. Cham es el primer antepasado de los monstruos. Estos no descienden de Caín, como dicen los goidels; en efecto, ningún miembro de la raza de Caín sobrevivió al diluvio, dado que el diluvio llegó precisamente para ahogar a la raza de Caín. Los textos más antiguos nada saben de esos orígenes bíblicos que la ciencia cristiana de Irlanda atribuyó a los Fomoré: el "Libro de las invasiones" dice simplemente que los Fomoré habían llegado por mar.
Por otra parte, el documento que acabamos de traducir es muy importante. Su título anuncia que trata de los enanos y los Fomoré, de donde podemos concluir, desde ahora, que los Fomoré eran gigantes; y en efecto, Girauld de Cambrie, en un pasaje de su "Topographia Hibernica", traduce por gigantibus el nombre de los Fomoré, que, en el pasaje correspondiente del "Libro de las invasiones", forma el dativo plural Fomorchaib.
La opinión de los sabios irlandeses que colocaban a los Fomoré entre la descendencia de Caín o la de Cham se inspiró en los pasajes de la Biblia que hablan de los gigantes antediluvianos y de los de Palestina, originariamente poblada por los descendientes de Chanaan, hijo de Cham. Los espías judíos, al venir de Palestina le decían al pueblo de Dios, que por entonces erraba por el desierto: Hemos visto monstruos de la raza de los gigantes; comparados con ellos, parecemos langostas.
Es sabido que los enanos y los gigantes ocupan un lugar importante tanto en la literatura mitológica de la raza germánica como en los modernos cuentos bretones. Los enanos, cuyo nombre irlandés es luchrupan, literalmente "pequeño corpúsculo", rara vez aparecen en los textos irlandeses. Respecto a ellos, M. Whitley Stokes ha citado un relato legendario en el que se les ve enseñando a un rey irlandés el arte de zambullirse y de pasearse con ellos bajo las aguas. Este cuento ha penetrado en la glosa de un tratado de derecho, y esta glosa nos lo ha conservado.[1] Esta referencia a los enanos puede ser considerada como una excepción. Por el contrario, en la literatura épica irlandesa se menciona con mucha frecuencia a los Fomoré. Hemos dicho, con Girauld de Cambrie, que son gigantes; pero no son sólo eso, también son demonios. Según nos informa un cronista irlandés del siglo XII, son verdaderos demonios con forma humana. El autor del "Libro de las invasiones" agrega que entre ellos había monstruos que sólo tenían una mano y un pie. Finalmente, la pieza que traducimos mas arriba une al nombre de los Fomoré el de las gentes con cabeza de cabra, gobor-chind, que parecen ser una subdivisión o desdoblamiento de los Fomoré, ya que no se los menciona en el título, que sólo habla de los enanos y los Fomoré.

4.

 El equivalente de los Fomoré en las mitologías griega y védica.


Lo más importante de la leyenda de los Fomoré es su guerra contra los dioses de la luz solar y de la vida, es decir, contra los Tuatha De Danann. Monstruosos por su tamaño y su forma, ya que algunos de ellos tienen una cabeza de cabra, mientras que otros sólo tienen un pie y una mano, constituyen la expresión céltica de concepciones idénticas a las que, en la mitología griega, han dado nacimiento a los monstruos que combaten a los dioses solares. La mitología griega nos muestra a Zeus combatiendo a los gigantes, a los que derrota y encadena. Los Lestrigones, a cuyas riberas llega el héroe solar Ulises después de siete días de navegación y que matan y se comen a una parte de los compañeros de aquél, también son gigantes,[2] y ancestros del ogro que tanto espanto suele causar a los jóvenes oyentes de algunos de nuestros cuentos.
Pero los gigantes no son lo más monstruoso que presenta la mitología griega entre los adversarios de los héroes que personifican al sol. La Quimera, que aparece ya en la "Ilíada"[3] y que fue conocida por Hesíodo,[4] tenía forma de león por delante, de dragón por detrás y de cabra en la mitad.[5] También se la imagina con tres cabezas: la primera de león, la segunda de cabra y la tercera de serpiente.[6]  Los monumentos figurativos la representan con una cola de serpiente que termina en una cabeza, y la dotan asimismo de otras dos cabezas más: una de león, situada en el lugar habitual, y otra de cabra, que se eleva en mitad del cuerpo. La Quimera era invencible y el fuego que exhalaba causó la muerte de muchos hombres;[7] finalmente, Belerofonte la mató.[8]
Debemos considerar a Tifón —nacido, sin mediar padre alguno, de la celosa Hera—[9] como un desdoblamiento de la Quimera. De sus hombros se elevan cien cabezas de serpiente que emiten una sola voz: a veces se trata del mugido de un toro, otras del rugido del león; otras, por fin, del grito de un perro joven. Zeus le alcanzó con el rayo y lo precipitó en el Tártaro.[10]
A la misma familia pertenecen: Pitón, alumno de Tifón, un dragón que causaba mucho mal a los hombres y al que Apolo mató con sus flechas,[11] y la Hidra de Lerna, de cuerpo enorme y nueve cabezas, que destruía los ganados y a la que Heracles mató con la ayuda de Iolas.[12]
Finalmente, entre los monstruos que fueron vencidos por los héroes solares de la mitología griega, debemos contar también al Minotauro, hombre con cabeza de toro que cada año devoraba siete jóvenes y siete muchachas atenienses, el cual fue muerto por Teseo. Más adelante tendremos ocasión de referirnos nuevamente a este monstruo.
Todos esos seres temibles, de formas extrañas, que matan a los hombres pero que son impotentes ante los semidioses como Ulises, y sobre los que triunfan tanto los dioses como los semidioses —Belerofonte, Zeus, Apolo, Heracles, Teseo-. nos ofrecen la versión griega de la concepción indoeuropea que produjera en la India a los monstruos Vritra y Ahi, y, en Irlanda, a los Fomoré. Como aquellos, los Fomoré presentan formas físicas contrarias a las ordinarias leyes naturales. Superan la estatura humana y algunos de entre ellos exhiben cuernos de cabra: al parecer, debemos reconocer en estos últimos a los dioses cornudos que, en el continente, eran objeto de honores por parte de los galos. Otros sólo tienen un brazo y un pie. Constituyen un azote para los hombres, y las diversas razas que se sucedieron en Irlanda se vieron precisadas a combatirlos: ya hemos mencionado la batalla que les enfrentó a Partolón.

5.

Combates de Nemed contra los Fomoré.


También Nemed guerreó contra los Fomoré: los enfrentó en cuatro combates, y salió vencedor en todos ellos. En la primera batalla, cuya invención parece relativamente reciente, Nemed venció y mató a dos reyes Fomoré llamados Gend y Sengand. Las otras tres batallas sólo se mencionan en uno de los poemas que constituyen los más antiguos testimonios irlandeses de esta vieja literatura. La primera batalla tuvo lugar en el Ulster, la segunda en Connaught y la tercera en Leinster: son las batallas de Murbolg, Badbgna y Cnamros. Existió un relato detallado de esta guerra. Los combates entre Nemed y los Fomoré constituyeron el tema de una de las historias que relataban los file, y el título de dicha historia está inscrito en el breve catálogo que nos ha conservado una de las glosas del "Senchus Mor"; el texto se perdió.
Nemed salió victorioso de esas tres pruebas; poco tiempo después murió víctima de una enfermedad epidémica que acabó con la vida de otras dos mil personas. Los textos irlandeses sitúan en esta época la leyenda de la matanza de la torre de Conann.

6.

Dominación tiránica de los Fomoré sobre la raza de Nemed. El tributo de niños. Comparación con el Minotauro.


Privados de jefe, los descendientes de Nemed cayeron bajo el yugo de los Fomoré y fueron víctimas de una espantosa tiranía. Los Fomoré estaban encabezados por dos reyes: More, hijo de Dele, y Conann, hijo de Febar. Según una doctrina evemerista recibida en Irlanda ya en el siglo XI, Conann tenía una fortaleza que habría sido construida en la pequeña isla de Tory, situada en la punta noroeste de Irlanda, frente a las riberas del condado de Donegal. La tradición popular ha localizado en esta isla otras leyendas relativas a los Fomoré, a las cuales nos referiremos oportunamente. Se dice que los Fomoré habían fundado allí su asiento principal.
Desde allí dominaban toda Irlanda y exigían de ella un impuesto anual excesivo: los dos tercios de los niños que nacieran y los dos tercios del trigo y la leche que se produjeran durante el año. La percepción de dicho impuesto se operaba la noche del primero de noviembre, es decir, de la fiesta de Samain, que marca el fin del verano y el comienzo del invierno, símbolo de la muerte. El pago se efectuaba en el lugar llamado Mag cetne, que significa "la misma llanura"; esa llanura, siempre idéntica, donde acaba todo lo viviente y donde los dioses de la muerte ejercen su poderío: la misteriosa comarca donde van a habitar los hombres cuando mueren. Keating cree que se trata de una llanura de Irlanda e indica su situación. Al no comprender cómo podían los irlandeses llevarles a sus tiranos, una vez al año, los dos tercios de la leche producida durante éste, Keating imaginó que los Fomoré, en lugar de este extravagante impuesto, recogían anualmente, de cada casa, tres medidas de crema, de trigo y de mantequilla; y que una mujer a la que habían encargado la percepción de dicha tasa recorría toda Irlanda para llevar a cabo esa misión.
El más opresivo y a la vez más característico de los impuestos exigidos por los Fomoré es el que se pagaba en niños. Esta leyenda es análoga a la leyenda ática de Teseo y el Minotauro. Lo mismo que algunos de los Fomoré, el Minotauro es un personaje cornudo, aunque, en lugar de la cabeza de cabra de aquellos, exhibe, sobre un cuerpo de hombre, una cabeza de toro. Como los Fomoré, vive en una isla, que en el relato irlandés se llama Tor-inis y que equivale a la isla de Creta en la fábula ateniense. El tributo anual que exige el Minotauro consiste en siete jóvenes y siete muchachas: el genio griego ha sabido guardar, incluso en esta horrible leyenda, la medida y la sabiduría que, en general, constituyen la superioridad estética de sus concepciones. Mientras que, en el texto irlandés, los Fomoré exigen la entrega de los dos tercios de los niños nacidos durante el año. Y sin embargo no se puede descartar la posibilidad de que en ciertas épocas de la historia de Irlanda los niños recién nacidos hayan pagado este tributo a la muerte, ya sea debido a que una muerte natural les haya sustraído al amor de sus padres o que hayan sido inmolados a los dioses de la muerte en obediencia a las enseñanzas de una religión cruel.
Los Fomoré son los dioses de la muerte, de la noche y la tormenta, el más antiguo de los dos grupos divinos que se reparten los homenajes de la raza céltica. Los Tuatha De Danann, dioses de la vida, del día y el sol, constituyen el otro grupo, que, si creemos el dogma de los celtas, es el más reciente de los dos, dado que, según la teoría céltica, la noche precede al día.
En la concepción de los Fomoré encontramos la idea de la muerte asociada a la de la noche. En la época de la conquista, César observó esta misma asociación entre los galos. Los galos —dice— pretenden ser descendientes de Dis Pater, es decir, del dios de la muerte. Dicen que se lo han dicho los druidas. Debido a ello, cuando cuentan un espacio de tiempo utilizan como unidad la noche y no el día, y cuando calculan las fechas de nacimiento, el comienzo de los meses y de los años, siempre tienen cuidado de colocar a la noche por delante del día.[13]
Así pues, en la doctrina druídica, la muerte precede a la vida, la muerte engendra a la vida; y, como la muerte es idéntica a la noche, y la vida idéntica al día, la noche precede y engendra al día. Asimismo, en el mundo divino irlandés, los Fomoré, dioses de la noche y de la muerte, son cronológicamente anteriores a los Tuatha De Danann, dioses del día y de la vida, a quienes más tarde veremos aparecer en el curso de nuestra exposición.[14]
La reina de la noche es la luna, que se distingue entre los astros por su forma de creciente, bajo la cual se presenta a nuestros ojos la mayor parte del tiempo. Por lo tanto, el dios de la noche se distingue de los demás por un creciente colocado sobre su frente, y ese creciente se transforma en cuernos de vaca, de toro o de cabra. lo, la virgen con cuernos del "Prometeo" de Esquilo, que más tarde se convierte en ternera; la concepción del Minotauro con cabeza de toro de la fábula ateniense; la concepción de los Fomoré con cabeza de cabra en la fábula irlandesa; y, en la Galia, los numerosos dioses cornudos que hoy adornan una sala del museo de Saint Germain, tienen todos un mismo origen. Y para rendir a los dioses de la muerte el culto que exigen, es preciso inmolarles vidas humanas.

7.

El ídolo Cromm cruach o Cenn cruach y los sacrificios de niños en Irlanda. Los sacrificios humanos en la Galia.


Los legendarios Fomoré no fueron los únicos en recibir de Irlanda un tributo de niños: en una época remota, un dios cuya monumental imagen parece pertenecer a la historia reclamó un tributo similar.
En las vidas de San Patricio se habla de un dios cuya estatua estaba adornada de oro y plata y rodeada de doce estatuas con ornamentos de bronce: era la Cabeza Sangrienta, Cen cruach. El lugar donde ese grupo divino, levantado al aire libre y sobre el suelo desnudo, recibía los homenajes de sus fieles, se llamaba "Campo de la adoración", Mag slechta.[15] San Patricio fue al Campo de la adoración y amenazó con su cruz al gran ídolo que era algo así como el rey de todos los ídolos de Irlanda. Según la leyenda, éste se volvió para evitar el golpe, y desde entonces dejó de mirar hacia el sur, como lo había hecho hasta aquel momento. Y, según el viejo relato, todavía se ve la marca de la cruz del santo sobre el lado izquierdo de la estatua, cosa maravillosa, ya que el santo no la golpeó, sino que se limitó a amenazarla de lejos. En ese mismo momento, las demás estatuas se hundieron en el suelo hasta la altura del cuello; y, según el relato hagiográfico, así es como se encuentran todavía hoy.
En una época remota el ídolo del Campo de la adoración, la "Cabeza sangrienta", Cenn cruach, como dice la leyenda de San Patricio, la "Curva sangrienta" o el "Creciente ensangrentado", Crom cruach, como se le nombra en otros textos, era objeto de un culto terrible: en su honor se inmolaban víctimas humanas. El tributo era el mismo que, según la leyenda, recibieran antaño los Fomoré. Las vidas de San Patricio no hablan de esos espantosos sacrificios: cuando el apostolado del famoso misionero trajo el cristianismo a Irlanda, ya habían sido abolidos; pero no olvidados. El artículo del "Dinn-senchus" concerniente al Campo de la adoración prueba que ese recuerdo todavía se conservaba cuando fue redactado dicho tratado de geografía, cuyo manuscrito más antiguo data del siglo XII y cuya primitiva redacción se atribuye al siglo VI.
Dice el viejo tratado: Aquí estaba un gran ídolo... al que se llamaba "Curva sangrienta o Creciente ensangrentado", Cromm cruach; él daba, en cada provincia, el poder y la paz. ¡Qué lamentable desgracia! los bravos goidels lo adoraban; allí le pedían buen tiempo para una parte del mundo... Por él mataban sin gloria a sus primogénitos entre gritos y lamentos por su muerte, en la asamblea reunida alrededor de Cromm Cruach. A cambio de sus niños pedían trigo y leche. ¡Qué grandes eran su horror y sus gemidos! Delante de este ídolo se prosternaban los goidels francos; debido a su culto, celebrado con tantas muertes, este sitio ha recibido el nombre de Mag slecht(a), o "Campo de la adoración"...[16]
Lo mismo que las vidas de San Patricio, este texto distingue dos categorías de ídolos en el monumento de Mag slechta. La principal, Cromm o Cenn cruach, adornada de oro y plata según las vidas de San Patricio, según el "Dinn-senchus" lo estaba solamente de oro; las otras, que según las vidas de San Patricio estaban adornadas de bronce, según el "Dinn-senchus" eran de piedra. En las vidas de San Patricio se fija en doce el número de estas últimas; el "Dinn-senchus", en cambio, sólo habla de tres, alineadas en orden, tres ídolos de piedra sobre cuatro; después, para engañar amargamente a las muchedumbres, estaba la imagen de oro de Cromm.
Los textos irlandeses sobre el sacrificio de niños al ídolo de Crom cruach y acerca del tributo similar pagado a los Fomoré, recuerdan los célebres versos latinos con que Lucano, dirigiéndose a los druidas, canta el cruel culto rendido por éstos a tres divinidades galas, en la época en que César acababa de terminar la conquista de la Galia y en que comenzaba la guerra civil entre el conquistador y su rival Pompeyo:

Et quibus immitis placatur sanguine diro
Teutates, horrensque feris altaribus AEsus,
Et Taranus[17] scythicæ non mitior ara Dianæ.

También vosotros, que creéis calmar al despiadado Teutates mediante un cruel derramamiento de sangre, al horrible AEsus el de los salvajes altares, y a Taranus, cuyo culto no es más suave que el de la Diana escita.
Antaño, la Diana escita había exigido que Agamenón le ofreciera la vida de su hija. Para calmar su cólera fue necesario sacrificarle la vida de Ifigenia, y esta leyenda llegó a ser suficientemente popular entre los atenienses como para proporcionar a uno de sus más célebres poetas, hacia fines del siglo V antes de nuestra era, el tema de una tragedia que aún hoy causa admiración.[18] Las exigencias de Taranus eran similares a las de la Diana escita. Tal es el sentido del pasaje de Lucano, que completa, con esta alusión a las ceremonias de la religión céltica, las nociones reunidas en los "Comentarios" de César. Después de hablarnos de los inmensos cuévanos donde los druidas galos de la época quemaban hombres vivos, César agrega que, según los druidas, ladrones, bandidos y otros criminales constituían las víctimas preferidas de los dioses, pero que a falta de éstos también se quemaba vivas a víctimas inocentes.[19] De los versos de Lucano se desprende que esos inocentes a quienes se quemaba vivos eran niños. Esta doctrina está perfectamente de acuerdo con el principio de derecho céltico que otorgaba al padre derecho de vida y muerte sobre sus hijos. Este principio, enunciado por César,[20] perteneció más tarde al derecho del país de Gales, donde, en el transcurso del siglo VI, San Teliavus salva la vida a siete niños a los que su padre había arrojado a un río uno tras otro, debido a que era demasiado pobre para alimentarlos.
El dios galo Taranus, al que Lucano compara en su "Farsalia" con la Diana de Escitia, a la que Agamenón inmoló su hija, es un dios del Rayo; junto con el Cromm cruach o Cenn cruach, el Creciente ensangrentado, la Curva sangrienta, o la Cabeza sangrienta de Irlanda, está comprendido en el grupo de los Fomoré, los dioses de la Muerte y de la Noche.

8.

Tigernmas, dios de la muerte, desdoblamiento de Cromm cruach.


Crom cruach, el gran ídolo de Irlanda honrado, como los Fomoré de la leyenda de Nemed, con un cruel tributo de sacrificios infantiles, parece haber sido sobre todo un dios de la muerte. Es la única conclusión que se puede extraer de la leyenda de Tigernmas, cuyo nombre, Tigernmas por Tigern Bais, significa "Señor de la Muerte". En la clasificación cronológica de las leyendas irlandesas que realizaron los eruditos de la época cristiana, Tigernmas aparece como un rey de la raza de Eremon, hijo de Milé, establecido en el norte de Irlanda. Es una parte de la actual raza irlandesa. Los Cuatro Maestros saben incluso en qué época reinó exactamente: fue desde el año 3580 hasta el 3656 de la creación del mundo. Pero en otra parte Tigernmas es idéntico a Balar, dios del Rayo y de la Muerte, que manda a los Fomoré y muere a la cabeza de éstos combatiendo a los Tuatha De Danann en la segunda batalla de Mag Tured. En menos de un año, Tigernmas se enfrentó en veintisiete batallas contra los descendientes de Eber, hijos de Milé que ocupaban la Irlanda meridional. En el curso de esos combates perdió la vida un considerable número de sus enemigos, y faltó poco para que destruyera totalmente la raza de Eber. Finalmente, después de setenta y siete años de reinado, murió en el "Campo de la adoración", en Mag Slechta, junto con las tres cuartas partes de los habitantes de Irlanda, que habían venido con él a adorar al gran ídolo de Cromm cruach. Era la noche del primero de noviembre o de la fiesta de Samain; justamente la fecha en que, según otra leyenda, los descendientes de Nemed pagaban a los Fomoré el duro tributo de los dos tercios de los niños, los dos tercios del trigo, y los dos tercios de la leche que les habían producido ese año. Los irlandeses sujetos a Tigernmas sólo habían venido a Mag Slechta para honrar a Crom cruach, su dios, por medio de prosternaciones; pero cumplieron dicha ceremonia tan a conciencia y con tanto ardor, que se abrieron las frentes, rompieron las puntas de sus narices, sus rodillas y codos, de tal modo que, finalmente, perecieron las tres cuartas partes de ellos.

9.

El desastre de la torre de Conann según los documentos irlandeses.


El mito de Tigernmas, señor de la Muerte, y de su desastroso reinado sobre los descendientes de Milé, sólo constituye una variación o una forma diferente del relato donde se cuenta la tiránica dominación ejercida sobre los hijos de Nemed por los Fomoré y por su terrible rey Conann, hijo de Febar, establecido en su torre —la torre de Conann, tur        Conaind o Conainn, la cual, según los evemeristas irlandeses, se encontraba situada en la isla de Tory, en el extremo noroeste de Irlanda—. Los excesos de la tiranía de Conann fomentaron una revuelta. Sesenta mil descendientes de Nemed, conducidos por los tres jefes Erglann, Semul y Fergus Lethderg, atacaron a los Fomoré. Se trabó una batalla y los descendientes de Nemed lograron tomar la torre: Conann, su opresor, pereció a manos de Fergus Lethderg, el último de los tres jefes. Pero More, hijo de Dele, amigo de Conann y como él jefe de los Fomoré, aunque llegó demasiado tarde para salvar la vida del tirano, arrancó sin embargo la victoria a los hijos de Nemed, los puso en fuga, los persiguió y se encarnizó tanto con ellos, que de los sesenta mil del principio sólo treinta escaparon de la muerte. Un poeta irlandés de la segunda mitad del siglo X ha cantado esta guerra en unos versos que nos han sido conservados por un manuscrito del siglo XII.

Asalto de la torre de Conann para combatir
Contra Conann el Grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí,
Llevando consigo tres jefes ilustres.

El autor nombra a los tres guerreros y luego continúa así:

Por tierra y por mar partieron a realizar las brillantes hazañas
Tres veces veinte mil:
Ese es el número de los de la raza de Nemed
Que vinieron al asalto desde la ribera.

Asalto de la torre de Conann para combatir,
Contra Conann el Grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí,
Llevando consigo tres jefes ilustres.

Torinis, isla de la Torre,
Fortaleza de Conann, hijo de Febar.
Por el mismo Fergus, héroe de veinte hazañas,
Fue muerto Conann, hijo de Febar.
Llegó More, hijo de Dele;
Venía en socorro de Conann;
Conann cayó muerto ante él;
More hizo mucho daño.

Tres veces veinte naves a través del mar
Son las que trajo More, hijo de Dele,
Antes de que hubiesen ganado la orilla
Envolvió a la raza de Nemed, la de poderosa fuerza.

Todos los hombres de Irlanda participaron en el combate
Después de la venida de los Fomoré;
A todos los tragó el mar,
Excepto a solamente tres veces diez.

Siguen los nombres de los treinta guerreros de la raza de Nemed que escaparon al desastre. Volvieron a establecerse en Irlanda, que fue repartida entre sus tres jefes. No obstante, poco después, huyendo de los impuestos y de una enfermedad epidémica que había acabado con dos de ellos, abandonaron Irlanda.

Tres veces diez fueron luego a Irlanda
En rápida carrera;
Tres se repartieron el oeste
Después del asalto de la torre de Conann.

Asalto de la torre de Conann para combatir
Contra Conann el Grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí
Llevando tres jefes ilustres.

Para Bethach, el de glorioso renombre, un tercio,
Desde Torinis hasta el Boyne;
El fue quien murió en la isla de Irlanda,
Dos años después que Britan.

Para Semion, hijo de Erglan el Ilustre, un tercio:
Desde el Boyne hasta Belach Conglas;
Para Britan, cuenta hua Flainn, un tercio.
Desde Belach hasta la torre de Conann.

Asalto de la torre de Conann para combatir
Contra Conann el grande, hijo de Febar;
Los hombres de Irlanda fueron allí,
Llevando consigo tres jefes ilustres.

El final de este poema ha sido compuesto bajo la influencia de ideas modernas que dejan de lado el primitivo mito céltico para encontrar en cambio, en la raza de Nemed, a los antepasados de la población de las Islas Británicas en los tiempos previos a la conquista sajona. Según el "Libro de las invasiones", aquellos guerreros de la raza de Nemed que escaparon al desastre de la torre de Conann se refugiaron primeramente en Irlanda, para abandonar luego esta isla e instalarse más al este. Formaban tres familias, una de las cuales   —la de Britan— pobló más tarde Gran Bretaña y dio su nombre a los bretones; las otras dos volvieron a Irlanda: la primera con el nombre de Fir Bolg, la segunda con el de M         Tuatha De Danann.
Pero la creencia antigua era que la raza de Nemed había perecido enteramente sin dejar descendencia. Tuan mac Cairill dice que cuando Nemed y sus compañeros llegaron a Irlanda tuvieron tantos hijos y su número creció de tal forma que  alcanzaron  la cifra, de  cuatro mil treinta hombres y cuatro mil treinta mujeres; entonces murieron todos. Según Nennius, en cambio, la raza de Nemed, proveniente de España, vivió muchos años en Irlanda y finalmente regresó a su punto de partida. El relato de Nennius expresa la misma doctrina que la leyenda de Tuan mac Cairill respecto del destino final de la raza de Nemed, ya que, en los textos mitológicos irlandeses de la edad media, España toma el lugar del país de los Muertos. El texto primitivo del relato que Nennius tuvo a su disposición transportaba a la raza de Nemed desde Irlanda al país de los Muertos, y no a España.

10.

El desastre de la torre de Conann según Nennius. Comparación con la mitología griega.


Después de las observaciones expuestas acerca de los cuartetos del poema irlandés que relata la catástrofe de la torre de Conann, vamos a comparar ese trozo con la redacción sensiblemente diferente que nos ha dejado Nennius. Ya hemos dicho que, para este autor, la leyenda de la torre no está ligada a la historia de la raza de Nemed, sino a la de los hijos de Milé. Es fácil concebir el motivo de esta modificación. Ya hemos visto que, según la versión cristiana del desastre de la torre de Conann, los restos del ejército irlandés vuelven a su isla y luego van a establecerse más al este para regresar más tarde, y que ellos son los antepasados de los habitantes de las Islas Británicas en la época histórica. De ello se concluye que los guerreros que tomaron por asalto la torre de Conann no pueden pertenecer a la raza de Nemed, ya que, según las más antiguas versiones de la leyenda, todos los miembros de esta raza perecieron o regresaron a España. He aquí el relato de Nennius.
A continuación vinieron de España tres hijos de Milé con treinta naves cada una de las cuales transportaba a treinta hombres y sus esposas. Permanecieron en Irlanda durante un año; después percibieron en medio del mar una torre de vidrio sobre la cual veían algo parecido a hombres, quasi homines. Les hablaron, pero no obtuvieron respuesta. Después de prepararse durante un año para atacar la torre, partieron con todos sus navíos y todas sus mujeres, a excepción de un navío que había naufragado con su carga de treinta hombres y treinta mujeres. Pero cuando desembarcaron en la costa que rodeaba a la torre, el mar se levantó por encima de ellos y perecieron entre las olas. La población que hoy habita Irlanda desciende de los treinta hombres y treinta mujeres cuyo navío naufragó.
Al desplazar la leyenda de la torre a la historia de los hijos de Milé, Nennius se apartó de los datos primitivos de la mitología céltica; pero, en cambio, el sentido originario del mito aparece con mucha más claridad en su versión que en otros textos irlandeses que han llegado hasta nosotros. La torre es de vidrio, como la barca que, en la leyenda de Connlé, utiliza el mensajero de la Muerte para buscar al hijo del rey supremo de Irlanda y arrebatarlo al amor paternal. No son hombres lo que se ve sobre la torre, es "algo parecido a hombres", quasi homines. Se trata de las "sombras" de la mitología romana, las  de la mitología griega, que ofrecen la apariencia del cuerpo humano, pero privada de la realidad que han perdido junto con la vida. Esas figuras humanas no hablan, o, si poseen un lenguaje, éste es ajeno a los oídos de los guerreros irlandeses. Porque esas formas humanas son idénticas a los "silenciosos", los silentes de la poesía latina. Para Virgilio, Ovidio, Lucano, Valerio Flaco y Claudio, los "silenciosos", silentes, son los muertos. Por lo tanto, la torre de vidrio de que habla Nennius, la torre de Conann de la literatura Irlandesa, es la fortaleza de los muertos.
Ahora bien,  por una ley despiadada, los hombres —a excepción de algunos raros elegidos— no pueden penetrar en la isla misteriosa del extremo Occidente donde los celtas y la segunda edad de la mitología griega han situado la morada de los muertos, sin morir a su vez. Ya en la "Odisea" el navío que lleva a Ulises y sus compañeros no puede abordar Ogigia, sino  que  naufraga; y todos aquellos a los que transporta mueren tragados por el mar, menos el semidiós Ulises, único que puede alcanzar la isla tan lejana donde vive la diosa escondida, Calipso, hija de Atlas, la columna del cielo.[21]
Pero en la "Odisea" no existe ninguna noción belicosa asociada a la idea de esta isla lejana donde Ulises, que escapa a la muerte por un privilegio personal, vive durante siete años lejos de las miradas de los hombres y rodeado de los cuidados de la diosa, que lo ama. El mito cambia de carácter cuando, en lugar de una diosa, es un dios masculino quien toma el gobierno de la isla misteriosa que la poética imaginación de los Indoeuropeos de Occidente sitúa en el poniente, en el extremo del mundo, en esas regiones donde ni aún el más audaz de los navegantes osa aventurarse jamás. Sobre esta isla reina Cronos; la poesía griega nos lo muestra ocupando una "torre", , dice Píndaro—[22] en la isla de los Bienaventurados, donde soplan las brisas del Océano, donde brillan flores de oro, unas sobre los bellos árboles que crecen en la tierra, otras sobre el agua donde nacen; y los habitantes trenzan guirnaldas con esas flores para adornar sus manos y cabeza, esos habitantes son: Peleo, Cadmo, Aquiles, y todos los héroes de la Grecia antigua.
Píndaro no nos habla de que alguien haya atacado la mítica torre de los muertos. Pero el más antiguo monumento de la literatura griega nos habla de los combates que tuvieron lugar en la morada de los muertos cuando Heracles fue al Hades de sólidas puertas para sacar de este oscuro dominio al perro del dios terrible que reina allí. Si Zeus, desde lo alto del cielo, no hubiera enviado en su ayuda a la diosa Atenea,[23] Heracles habría perdido la vida en las rápidas aguas del Styx; habría sido tragado por las aguas y hubiera sufrido la misma muerte que los descendientes de Nemed en el sitio de la torre de Conann. Así pues, en la mitología griega se encuentran esparcidos gran parte de los elementos con que ha sido construido el mito irlandés de la torre de Conann, esta fortaleza que, levantada en la misteriosa isla de los Muertos, es conquistada por los guerreros irlandeses al precio de la vida de la mayor parte de ellos. Sin embargo, al crear el mito de la torre de Conann, Irlanda no ha tomado nada en préstamo de Grecia. Los rasgos comunes de ambas mitologías provienen de un viejo fondo común de leyendas greco-célticas anterior a la separación de las razas, de aquella fecha desconocida en que, abandonando a los celtas el frío valle del Danubio y las brumosas regiones de la Europa occidental, los helenos o griegos fueron a habitar las llanuras cálidas y las espléndidas riberas de la quasi-isla situada al sur de los Balcanes.


[1] "Ancient laws of Ireland", t. I, p. 70, 72. Los enanos reciben el nombre de luchorpan, luchorp y abac.
[2] "Odisea", X, versos 110-129.
[3] "Ilíada", VI, 179-183; XVI, 328, 329.
[4] "Teogonia", 319-325.
[5] "Ilíada", VI, 181.
[6] "Teogonia", versos 321, 322.
[7] "Ilíada", VI, 182; XVI, 329.
[8] "Ilíada", VI, 183. No creo que esta leyenda tenga el origen semítico que habitualmente se le atribuye. Ver Maury, "Histoire des religions de la Gréce anti-que", t. III, p. 188.
[9] "Himno a Apolo", versos 305-309; 351, 352.
[10] "Teogonia", versos 820-868. Tifón, según Hesíodo, es hijo de la Tierra y del Tártaro, mientras que, según Homero, Tifón es hijo de Hera. Ello no es razón suficiente para poner en duda que se trata del mismo personaje mitológico. Cf. Maury, "Histoire des religions de la Gréce antique", t. I, p. 374-375.
[11] Homero, "Himno a Apolo", versos 355 y siguientes; Decharme, "Mythologie de la Grèce antique", págs. 99-102.
[12] Apolodoro, libro II, cap. V, par. 2, según Didot-Müller, "Fragmenta historicorum graecorum", t. I, p. 136. Cf. Hecáteo, fragmento 347, ibid., p. 27. Cf. Maury, "Histoire des religions de la Grèce antique", t. i, p. 136-137.
[13] Galli se omnes ab Dite patre prognatos prædicant idque ab druidibus proditum dicunt. Ob eam causara spatia omnis temporis non numero dierum, sed noctium finiunt; dies natales et mensium et annorum initia sic observant ut noctem dies subsequatur. César, "De bello gallico", l. VI, c. XVIII, pars. 1 y 2.
[14] Ver c. VII.
[15] Mag Slechta estaba situado en el Ulster, en el condado de Cavan y en la baronía de Tullyhaw, cerca del pueblo de Bally Magauran.
[16] Libro de Leinster, p. 213, col. 2, líneas 39 y siguientes.
[17] M. Mowat parece haber probado que debe leerse Taranus, genitivo singular, y no Taranis.
[18] La "Ifigenia en Aulide", de Eurípides, fue representada por primera vez después de la muerte del autor, acaecida el año 406 a.J.C.
[19] "De bello gallico", libro VI, c. XVI, pars. 4 y 5.
[20] Ibid., c. XIX, par. 3.
[21] "Odisea", libro VII, versos 244-255.
[22] Píndaro, "Olímpicas", II, verso 70 edic. Schneidewin, t. I, p. 17. "
[23] Ilíada", libro VIII, versos 367-369.

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