A
dos kilómetros hacia el oriente de Graneros está el "Cerro Grande",
el mayor de todos, cubierto por péumos, espinos y litres, es el último en
despedir el sol poniente. Abajo crecen arbustos que adornan las campiñas.
En el
pequeño flanco, casi en la cima del monte, existe una cueva, cuya entrada tiene
la forma de un "escodén". Aquí entran los Viernes, cientos de
"chonchones" que se conocen también con el nombre de
"Tué-Tué", por ser éste el grito característico de esta ave nocturna,
parecida a la lechuza, que encarna a los brujos.
La abertura
de la caverna, que antes permanecía abierta, ahora está cerrada. Tiene a su
alrededor una pequeña partidura redonda, especie de timbre, que tocan los
brujos cuando llegan para abrir la puerta. Han tomado esta precaución, según
ellos, porque la gente de hoy es
más intrusa y
novedosa que la antigua.
Los Tué-Tué, convertidos en brujos entran uno por uno y se van descolgando por la cavidad subterránea hasta llegar al "salón" donde se reúnen y tratan los acontecimientos últimos de la secta provincial.
Concurren a la cueva de "Cerro Grande", brujos de, Machalí, Doñihue, Larmahue, Graneros, Rengo, Rancagua, Almahue Viejo, Rinconada, Cerrillos, Quinta, Coltauco y Tagua, los que al despuntar el alba empiezan a salir. Su griterío se escucha a lo largo y ancho de la comarca; entonces los pobladores, para que no se acerquen dicen: "Martes hoy, Martes mañana, Martes toda la semana".
Si alguien los siente y les ofrece alimentos o prendas de vestir, vuelven al día siguiente convertidos en seres humanos a cobrar lo ofrecido y en caso de que no se acceda, la burla es castigada con males o enfermedades que solo curan los "machis".
Los Tué-Tué, convertidos en brujos entran uno por uno y se van descolgando por la cavidad subterránea hasta llegar al "salón" donde se reúnen y tratan los acontecimientos últimos de la secta provincial.
Concurren a la cueva de "Cerro Grande", brujos de, Machalí, Doñihue, Larmahue, Graneros, Rengo, Rancagua, Almahue Viejo, Rinconada, Cerrillos, Quinta, Coltauco y Tagua, los que al despuntar el alba empiezan a salir. Su griterío se escucha a lo largo y ancho de la comarca; entonces los pobladores, para que no se acerquen dicen: "Martes hoy, Martes mañana, Martes toda la semana".
Si alguien los siente y les ofrece alimentos o prendas de vestir, vuelven al día siguiente convertidos en seres humanos a cobrar lo ofrecido y en caso de que no se acceda, la burla es castigada con males o enfermedades que solo curan los "machis".
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