Recuerdo que un día de lluvia en que viajábamos por la zona
del Guairá tuvimos que quedarnos a pasar la noche en un pequeño poblado a la
vera de la ruta. Volvíamos hacia la capital luego de visitar a unos parientes
de la campaña y nos quedamos en una especie de pulpería. Allí se daba de comer
y además nos ofrecían, por poco dinero, un lugarcito donde dormir. La noche era
fría y como no queríamos arriesgarnos hicimos el alto y nos quedamos.
Comimos un caldo ava riquísimo que la dueña de casa había
preparado durante horas. Y después de la cena, casi todos los que allí habíamos
parado, nos quedamos en la mesa charlando largamente acerca de las leyendas de
nuestra tierra.
Surgió entonces la famosa leyenda de Santo Tomás, el santo
de los agricultores.
Algunos sugirieron que la leyenda era antiquísima y que en
realidad no era de Santo Tomás sino del primogénito de Rupave y Sypave, el
patriarca Tume Arandu, cuyas hazañas al trascender las épocas le fueron
variando el nombre así se conocen historias de Paí Tume, Pai Zume o Chume. Hay
quien le llama karai Zume o sus variantes. Decían éstos que los evangelizadores
que llegaron a América aprovecharon la similitud fonética y entonces hicieron
creer a los indios que se trataba de su Santo Tomás, aunque otros sostienen que
se trata de San Bartolomé. Las similitud fonética de los nombres fue lo que
posibilitó la apropiación de una historia con raíces indígenas con fines
evangelizadores. Coincide esto conque al parecer, Pai Tume (yo prefiero
llamarlo con su nombre original Tume Arandu) fue quien enseñó a los guarani el
cultivo de la mandioca y sus preparados. En otros lugares dicen que en realidad
lo que enseñó fue el cultivo del maíz y en otros que fue él quien enseñó las propiedades
y usos de la yerba mate. Démosle chance a todas las posibilidades.
La confusión adquiere ribetes de acertijo cuando nos
encontramos con los cientos de textos que al tema se refieren de manera
diversa. Inclusive el famoso Pai Tume o como se llame se convierte en personaje
serial protagonizando los famosos “casos” que abundan en la literatura oral de
nuestro país. Así las cosas la discusión se planteó larga y distendida. Todos
parecían tener la razón y todos parecían no tenerla. ¿Cómo encontrar un punto
de concordancia más o menos sensato tratándose de un tema de origen legendario,
mitológico, fantástico y espiritual?
Hay quien dice que Pai Tume en realidad fue el Santo que
habría llegado a América por caminos diversos según las fuentes. La historia ubica
al santo en la época anterior a Cristo. Las condiciones históricas entonces
entran a tallar y por descarte se llega a la conclusión de que el santo no pudo
haber llegado por mar sino a pie a través del estrecho de Bering. Esta teoría
“razonable” se desbarata cuando se buscan los antecedentes locales. Casi todos
coinciden en que el santo habría llegado desde el Brasil y aún han mostrado el
camino que siguió a través de las selvas.
Hay quien dice que todas esas discusiones de folkloristas y
literatos no tienen ningún sentido y son un verdadero mamarracho. Pero hay
quien afirma que todas las historias conocidas tienen una parte de la verdad.
Pero, ¿cómo armar ese gigantesco rompecabezas?
Tarea improbable y casi imposible.
A través de Rosicrán, uno de los más informados folkloristas
paraguayos de este siglo, sabemos por su Ñande Ypy kuéra que Tume Arandu, hacia
el final de su vida se refugió en una gruta donde se unió por primera y única
vez a una mujer y donde poco después murió.
En fin, aquella noche se la dedicamos al, llamémoslo así,
Santo Tomás criollo.
Discutimos y nos divertimos mucho con las diferentes
versiones que de la huella de un pie impresa en la roca de un cerro aún existe.
Nos reímos porque algunos autores dicen que es una patada de furia dada por Tau
para anunciar su venganza a los guarani, otros dicen que la famosa huella es
del pombéro y los más audaces que es la huella de Pai Tume.
No hay manera de construir un relato definitivo sobre este
tema.
Lo cierto es que la imagen de un hombre diferente que dejó
sus enseñanzas a los guarani ha sobrevivido durante siglos en el inconsciente
colectivo. Haya enseñado a plantar y usar la mandioca, haya enseñado a plantar
y usar el maíz, o haya conjurado la yerba mate sacándole el veneno que Aña había
cargado en ella, Pai Tume, Pai Sume, Karai Chume o Zume o Tume Arandu, o Santo
Tomás, o San Bartolomé, siempre se hallan vinculados al hombre de campo, a su
trabajo y al desarrollo de las tareas que ayudan a cultivar el espíritu.
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