jueves, 14 de diciembre de 2017

LOS TUATHA DE DANANN DESPUÉS DE LA CONQUISTA DE IRLANDA POR LOS HIJOS DE MILE. SEGUNDA PARTE: LOS DIOSES LUG, OGME, DIAN-CECHT Y GOIBNIU.


1. En la leyenda de Cuchulainn, Lug desempeña el mismo papel que Zeus en la de Heracles. 2. La caza de los pájaros misteriosos. 3. El palacio encantado. Nacimiento de Cuchulainn. 4. El mortal Sualtam y el dios Lug, padres ambos de Cuchulainn. 5. Lug y Conn Cetchathach, rey supremo de Irlanda en el siglo II de nuestra era. 6. A pesar de lo que más tarde hayan dicho los cristianos, Lug era un dios. 7. Ogmé u Ogmios el campeón. 8. Dian-Cecht el médico. 9. Goibniu el herrero y su festín.


1.

En la leyenda de Cuchulainn, Lug desempeña el mismo papel que Zeus en la de Heracles.

Teóricamente, Dagdé es el dios supremo. Pero Lug, el dios bajo cuya advocación se pusiera la gran fiesta del primero de agosto; que mató a Balar, el dios de la muerte, con una piedra arrojada con su honda; Lug, el doctor supremo y maestro de todas las artes, parece gozar, en la mitología céltica, de un rango superior al de Dagdé. En la mitología griega, Heracles, el héroe modelo, es hijo de Alcmena, mujer de Anfitrión. Este último es el padre aparente; pero, en realidad, el verdadero padre del héroe al que la poesía atribuirá tantas maravillosas hazañas no es otro que Zeus.[1] Irlanda posee un mito similar: en la versión irlandesa, Heracles se llama Cuchulainn; el nombre de Alcmena es Dechteré, y el de Anfitrión, Sualtam. Pero aquí es Lug —o sea, Hermes, el dios que en la mitología grecolatina se llama Mercurio— quien toma el lugar de Zeus: Cuchulainn es hijo suyo, y no de Dagdé. La mitología céltica no es una copia de la mitología griega: aunque proveniente de creencias primitivamente idénticas a aquellas de las que deriva la mitología griega, ha desarrollado los elementos provistos por la fábula fundamental de una manera tan independiente como original.

2.

La caza de los pájaros misteriosos.

Un día que los grandes señores del Ulster estaban reunidos alrededor de su rey Conchobar en Emain Macha, capital de esta provincia, llegó a la llanura vecina de Emain una bandada de pájaros. Esos pájaros se comían la hierba y las plantas sin dejar siquiera las raíces. Los habitantes del Ulster se entristecieron mucho al ver destruidos sus bienes de esa manera, y el rey hizo preparar nueve carros para emprender la caza de dichos pájaros. Cazar pájaros era una de las ocupaciones habituales del rey y de los grandes señores del Ulster: perseguían a los pájaros en carro; y, como no se conocía el arco, les lanzaban venablos con la mano o piedras con una honda.
Al frente de los nueve carros estaba el de Conchobar, que se subió a él. Su hermana Dechteré, una robusta joven, se sentó a su derecha para servirle de cochero. Los carros restantes eran los de los principales guerreros del Ulster: Conall Cernach, Fergus mac Roig, Celtchar, hijo de Uithechar, Bricriu el Pendenciero, y otros cuatro cuyos nombres se han olvidado. Persiguieron a los pájaros durante todo el día, avanzando sin encontrar obstáculos.
Por entonces no había en los campos de Irlanda fosos ni setos. Según la tradición, el más antiguo reparto de tierras se remonta a la época de Diarmait y Blathmac, hijos de Aed Slane que, según Tigernach, fueron reyes supremos de Irlanda
desde el 654 hasta el 665. Se dice que entonces el territorio de Irlanda fue dividido en tantas porciones iguales como hombres había, y que cada uno de ellos recibió nueve surcos de pantanos, nueve surcos de tierra y nueve surcos de bosques. Pero parece que el resultado de la operación no fue muy feliz, ya que una multitud de pequeñas explotaciones sucedió a la explotación en común que había constituido la regla hasta entonces, lo cual provocó una hambruna: hasta los más ricos se vieron reducidos al ayuno, y sobrevino una epidemia que aniquiló a las tres cuartas partes de la población. Los historiadores irlandeses han designado a esta epidemia con el nombre de Buide Conaill.
Pero volvamos a Conchobar y a sus compañeros de cacería. Decíamos que persiguieron a los. pájaros hasta muy lejos sin encontrar obstáculos en su carrera. Esos pájaros eran muy hermosos, y, mientras volaban, iban cantando. Estaban divididos en nueve grupos, cada uno de los cuales contaba con veinte pájaros. Volaban por parejas, y los dos pájaros que encabezaban cada grupo estaban amarrados entre sí con un yugo de plata; los demás también estaban unidos dos a dos, pero no con un yugo, sino con una cadena de plata.
Llegó la noche sin que los cazadores lograran capturar uno solo de los pájaros que perseguían. Caía una nieve espesa. Conchobar ordenó desuncir las bestias y buscar una casa donde pudieran encontrar abrigo hasta el día siguiente.

3.

El palacio encantado. Nacimiento de Cuchulainn.

Conall Cernach y Bricriu el Pendenciero partieron en busca de un refugio; descubrieron una casa aislada que parecía haber sido construida recientemente y entraron en ella. Les pareció muy pequeña y pobre: dentro había sólo un hombre y una mujer, que les dieron la bienvenida. Conall y Bricriu regresaron junto a sus compañeros y les dijeron: Hemos descubierto una casa, pero es indigna de vosotros. Estaremos muy incómodos y no tendremos qué comer.
Sin embargo, a falta de algo mejor, el rey y sus guerreros se decidieron a buscar abrigo en esa casa. Y, ¡cosa extraña!, esta pequeña habitación, que apenas parecía suficientemente grande como para un hombre y una mujer, pareció ensancharse cuando entraron; y adquirió suficiente cabida, no sólo para ellos, sino también para sus armas, caballos, cocheros y carros. Les fueron servidos los manjares más abundantes, gustosos y variados: algunos les eran familiares, pero otros eran totalmente extraordinarios, tal como no los habían probado jamás.
Esta casa era uno de esos palacios mágicos que, según las leyendas célticas, crean a veces los dioses cuando quieren ejercer sobre los hombres una acción visible. Tanto en los cuentos galeses, como bretones y franceses se habla de estos palacios.
Un tiempo después Dechteré dio a luz, y Lug se le apareció en sueños para ponerla al tanto de su paternidad. Fue Lug quien envió a los pájaros maravillosos, provocó la cacería y levantó la mísera casita donde el rey Conchobar, su hermana Dechteré y sus compañeros encontraron una hospitalidad tan brillante como inesperada.

4.

El mortal Sualtam y el dios Lug, padres ambos de Cuchulainn.

Sin embargo, Lug no era el esposo de Dechteré: cuando dio a luz, ésta estaba casada con uno de los principales personajes de la corte de su hermano Conchobar. Su esposo se llamaba Sualtam, y consideraba a Cuchulainn hijo suyo. Justamente el violento ardor de sus sentimientos paternales fue causa de un accidente que le costó la vida. Pero Sualtam no fue el único en ofrecer a Cuchulainn los cuidados que inspira el afecto paterno: también el dios Lug velaba con igual ternura sobre la vida del héroe al que Irlanda canta desde hace tantos siglos.
Acompañado de su cochero Loeg, Cuchulainn, cubierto de heridas, se enfrenta al ejército de Ailill y Medb, que penetra en el reino del Ulster. Este ejército reúne a los guerreros de cuatro de las cinco grandes provincias de Irlanda que se han aliado contra la quinta, que es el Ulster; y de todos los
hombres del Ulster, uno solo sostiene el peso de la guerra: Cuchulainn. Ha provocado a combate singular a los principales guerreros del ejército enemigo y los ha vencido en una sucesión de duelos; pero está acribillado de heridas y abrumado de fatiga.
Entonces Loeg, su cochero, ve aproximarse a un guerrero. El cráneo de éste, descubierto en parte, muestra una corona de cabellos rubios y ensortijados; un blanco broche de plata fija a su pecho una capa verde; los hilos de oro que adornan su túnica la tiñen de un amarillo rojizo. En el centro de su escudo negro, la saliente de un umbo de bronce brilla con el fulgor de la plata. Extrañamente, ese guerrero atraviesa el ejército enemigo sin dirigir la palabra a nadie y sin que nadie le hable: entre tantos hombres como hay reunidos, ninguno parece verlo.
Cuchulainn se dio cuenta de que se trataba de un side, un dios amigo que conocía sus males y se había apiadado de él. Eres un bravo, ¡oh Cuchulainn!, le dijo el extranjero. No he hecho nada extraordinario, respondió aquél. Vengo a ayudarte, continuó el guerrero. ¿Quién eres?, preguntó Cuchulainn. Soy tu padre de los side —contestó el desconocido—. Soy Lug, hijo de Ethné. El dios sumió a Cuchulainn en un sueño mágico que duró tres días y tres noches, y vendó y curó sus heridas.

5.

Lug y Conn Cetchathach, rey supremo de Irlanda en el siglo II de nuestra era.

Por tanto, el dios Lug del ciclo mitológico, el vencedor de Balar, dios de la muerte, reaparece vivo y todopoderoso en el ciclo de Conchobar y Cuchulainn. Volvemos a encontrarlo en el ciclo osiánico. La pieza a la que vamos a referirnos ha sido retocada por un escritor cristiano; pero resulta fácil determinar en qué consisten las adiciones introducidas entre los datos primitivos de la leyenda.
Conn Cetchathach, rey supremo de Irlanda en la segunda mitad del siglo II d.J.C, se encontraba una mañana, al amanecer, sobre las murallas de Tara, su residencia real. El azar le hizo pisar una piedra mágica llamada Fal que antaño fuera traída a Irlanda por los Tuatha De Danann cuando vinieron a establecerse en la isla, antes de la llegada de los hijos de Milé. En cuanto el pie de Conn tocó dicha piedra, ésta soltó un grito tan poderoso que no sólo fue oído por Conn y quienes le rodeaban, sino por toda Tara y fuera de ésta, hasta los límites de la llanura que la rodeaba, llamada Breg.
En ese momento se encontraban junto a Conn tres druidas que se contaban entre los oficiales de su guardia personal. Interrogados por aquél acerca del significado del grito de la piedra, su nombre, procedencia, el lugar donde iría a parar luego y por quién había sido llevada a Tara, los druidas solicitaron un plazo de cincuenta y tres días; y cuando expiró ese plazo, uno de ellos estuvo en condiciones de responder a todas las preguntas, excepto a una —que, lamentablemente, era la más importante—: ¿qué significaba el grito de la piedra? A ese respecto sólo pudo proporcionar indicaciones incompletas. La piedra ha profetizado —dijo—. No ha gritado una sola vez: yo he contado varios gritos, y el número de éstos es el de los reyes de tu raza que habrá hasta el fin del mundo. Pero en cuanto a sus nombres, no puedo decírtelos.
Un momento después el rey y todos los presentes advirtieron que los rodeaba una niebla; y muy pronto fue tal la oscuridad que no era posible distinguir cosa alguna. Entonces oyeron el paso de un jinete que se les acercaba: éste les disparó tres venablos, mientras Conn y el druida principal gritaban, espantados e impotentes. Pero el misterioso jinete dejó de amenazarlos, se aproximó a ellos, saludó a Conn y le invitó a acompañarlo a su casa.
Conn aceptó y siguió al desconocido hasta una hermosa llanura donde se levantaba una poderosa fortaleza. Delante de la puerta crecía un árbol de oro; Conn vio en la fortaleza un espléndido palacio. El desconocido le hizo entrar. El rey irlandés fue recibido por una mujer joven que llevaba una corona de oro y fue conducido por su guía hasta una sala que contenía una cuba de plata con aros de oro, llena de cerveza. Allí había también un trono sobre el que su guía tomó asiento: Conn no había visto jamás un hombre tan alto y hermoso.
Entonces, éste le habló así: Soy Lug, hijo de Ethné, nieto de Tigernmas. Y a continuación anunció cuánto duraría el reinado de Conn y en qué batallas debería combatir; predijo el nombre de sus sucesores, la duración y los principales acontecimientos de sus reinados.

6.

A pesar de lo que más tarde hayan dicho los cristianos, Lug era un dios.

El autor cristiano al que debemos el retoque de esta pieza que ha llegado hasta nosotros, pone en boca de Lug las siguientes palabras: Yo no soy un scal, es decir, uno de esos seres demoníacos que poseen el privilegio de la inmortalidad: pertenezco a la raza de Adán; y aunque hoy me encuentro ante vos, no por eso he dejado de sufrir la ley de la muerte. He aquí una adición relativamente moderna cuya finalidad ha consistido en conseguir que el clero cristiano tolerara este extraño relato. Lug, que predijo para Conn Cetchathach la historia de ese mismo príncipe y la de sus sucesores, es el dios que mató de una pedrada a Balar en la batalla de Mag Tured y que más tarde engendró al famoso héroe Cuchulainn. El palacio mágico donde recibió a Conn es el mismo donde, dos siglos antes, alojara durante una noche a Conchobar, rey del Ulster, a su hermana Dechteré y a otros ocho guerreros con sus carros y caballos, y donde les hiciera servir un festín tan suculento que en el palacio de los reyes del Ulster no se había visto jamás algo comparable a aquello.
Ya hemos dicho que le estaba consagrado el primer día de agosto; las ceremonias religiosas que se celebraban ese día atraían a multitud de personas, y se convirtieron en ocasión de asambleas públicas en las que el comercio, los asuntos políticos, los juicios y los juegos se repartían el interés de los asistentes. César lo considera el más importante de los dioses galos: a sus ojos, es idéntico a Mercurio. Ya en tiempos de César se le había levantado un gran número de estatuas en la Galia.[2]
El nombre de Lugudunum, o "fortaleza de Lugus", en irlandés Lug, pertenecía a cuatro ciudades de la Galia muy importantes hoy en día: Lyon, Saint-Bertrand-de-Comminges, Leyde y Laón.
Bajo el imperio romano Lugudunum perdió su segunda u y se escribió Lugdunum, nombre verosímilmente idéntico al Lugidunum que el geógrafo Ptolomeo señala en Germania y que, fundado por los galos, en la época de Ptolomeo —a comienzos del siglo II de nuestra era— había caído en manos de los germanos victoriosos.
Probablemente debamos reconocer también el nombre del dios Lugus o Lug en el primer término de un compuesto geográfico de Gran Bretaña, Lugu-vallum; esa palabra designaba a una ciudad acerca de cuyo exacto emplazamiento no sabemos que se haya llegado a un acuerdo, pero que se encontraba cerca del muro de Adriano. A partir del siglo VII se menciona una abadía de Irlanda llamada Lug-mag o "campo de Lug".
Los irlandeses paganos pretendían que Lug habitaba en su isla, e incluso decían dónde estaba situado el palacio subterráneo que, según ellos, le habría asignado Dagdé a guisa de morada cuando Irlanda fue conquistada por los hijos de Milé.

7.

Ogmé u Ogmios el campeón.

Entre los dioses que desempeñan un papel en el ciclo mitológico, hay tres respecto de los cuales no se conoce texto alguno que los cite en la epopeya heroica y que, sin embargo, seguían ocupando un lugar en el pensamiento de los irlandeses cristianos. Se trata de Ogmé, Dian-Cecht y Goibniu. Ogmé u Ogma, el Ogmios de Lucien, es el héroe que, en la batalla de Mag Tured, se apoderó de la espada del rey Fomoré Tethra. Se le apodaba "el de la faz solar", grian-ainech. Se le atribuía la invención de la escritura ogámica que sirvió para las inscripciones funerarias de la época pagana y cuya tradición no fue perdida por los monjes irlandeses del siglo IX ni por los escribas de tiempos posteriores. Se lo consideraba hijo de Elada —cuyo nombre significa "composición poética" o "ciencia"— y hermano de Dagdé. También se tenía la pretensión de conocer la ubicación del sid o palacio subterráneo que Dagdé asignara a Ogmé después de la conquista de Irlanda por los hijos de Milé: tal es la doctrina antigua a su respecto. A partir del siglo XI, Ogmé dejó de ser considerado un dios para ser clasificado entre los guerreros que habrían muerto en la segunda batalla de Mag Tured. También se dijo que había sido enterrado en Brug na Boinné, localidad situada a considerable distancia de Mag Tured. Se trata de dos leyendas contradictorias y de diferente origen, pero ambas relativamente modernas.

8.

Dian-Cecht el médico.

Dian-Cecht, o el dios "del rápido poder", es un hijo de Dagdé. El file Corpré —otro personaje mitológico que, mediante una sátira, lograra el destronamiento del Fomoré Bress— era nieto de Dian-Cecht por parte de madre. Dian-Cecht curó, con la ayuda de Creidné, la herida que el dios Nuadu recibiera cuando combatía contra los Fir Bolg al frente de los Tuatha De Danann. Es el médico de los Tuatha De Danann; y, durante largo tiempo, fue en Irlanda el dios de la medicina.
El manuscrito 1395 de la biblioteca de Saint-Gall contiene un folio de pergamino sobre uno de cuyos lados se ha pretendido representar a San Juan Evangelista; escribas irlandeses del siglo VIII o IX escribieron en la otra cara encantamientos en parte cristianos y en parte paganos. En uno de esos encantamientos se leen estas palabras: Admiro la curación que Dian-Cecht dejó en su familia, para que la salud venga a quienes él ayude. Así pues, los irlandeses cristianos de los siglos VIII y IX todavía consideraban a Dian-Cecht como una potencia sobrenatural, y lo invocaban cuando estaban enfermos.

9.

Goibniu el herrero y su festín.

Ya hemos visto a Goibniu fabricando los hierros para las lanzas de los Tuatha De Danann en la batalla mítica de Mag Tured. El manuscrito de Saint-Gall que acabamos de citar contiene, en la página ya mencionada, un encantamiento destinado a asegurar la conservación de la mantequilla; y, en esta pieza, se pronuncia el nombre de Goibniu por tres veces: ¡Ciencia de Goibniu! ¡Del gran Goibniu! ¡Del muy grande Goibniu! ¿Por qué esta triple invocación respecto de la mantequilla?
Los irlandeses de los siglos VIII y IX consideraban a Goibniu como una especie de dios de la cocina; y, en efecto, el festín de Goibniu era el que les aseguraba la inmortalidad a los Tuatha De Danann. Ese festín consistía principalmente en cerveza, y esta cerveza presenta en Irlanda una sorprendente analogía con el néctar asociado a la ambrosía entre los griegos.[3] ¿A qué se debía que en Irlanda Goibniu, el herrero divino cuyo nombre deriva de goba, gobann, "herrero", estuviera encargado de preparar la bebida maravillosa que daba inmortalidad a los. dioses? Lo ignoramos, pero se trata sin duda de un mito muy antiguo que parece haber sido compartido con la raza helénica, ya que en el primer canto de la "Ilíada", Hefesto —herrero como Goibniu— es quien sirve de beber a los dioses.[4]
El clero cristiano de Irlanda parece haber tenido menos confianza en la ciencia del herrero Goibniu que el escriba desconocido a quien debemos la transcripción del encantamiento destinado a conservar la mantequilla al que acabamos de referirnos. La plegaria que el "Libro de los himnos" atribuye a San Patricio pide el socorro de Dios contra los sortilegios de las mujeres, los herreros y los druidas, contra toda ciencia que pierda al alma del hombre; y dentro de esta ciencia maldita está comprendida la "ciencia" de Goibniu, invocada por el encantamiento de Saint-Gall en los siglos VIII y IX, es decir, la ciencia del herrero divino que conservaba la mantequilla de sus adoradores humanos y que, por medio de su festín, aseguraba a los dioses la inmortalidad. Se trata de una ciencia diabólica a la que el santo apóstol de Irlanda consideraba enemiga.

[1]      Hesíodo, "El escudo de Hércules", versos 27 y siguientes.
[2]      Deum máxime Mercurium colunt; hujus sunt plurima simulacra; hunc omnium inventorem artium ferunt, hunc viarum atque itinerum ducem, hunc ad questus pecuniæ mercaturasque habere vim maximam arbitrantur. "De bello gallico", l. VI, c. 17, par. 1.
[3]      "Odisea", l. V, versos 93, 199; l. IX, 359.
[4]      "Ilíada", l. I, versos 597-600.

No hay comentarios:

Publicar un comentario