jueves, 14 de diciembre de 2017

El árbol de la sal

Hay una planta en el norte de nuestro país, mal llamada árbol, que los mocovíes la conocen con el nombre de Iobec Mapic. Se trata de una especie de helecho que alcanza aproximadamente dos metros de altura.
La leyenda cuenta que cuando Cotaá (Dios) creó el mundo, también creó esta planta para que le sirviera de alimento al hombre.
Cuando la primera especie fue depositada en la tierra, ésta se multiplicó rápidamente en grandes matas y los nombres pudieron consumirla en abundancia.
Neepec (el diablo), que no perdía de vista a Cotaá espiando todo lo que hacía, sintió tanta envidia, que se propuso destruirlas de alguna manera.
Voló por el aire con la rapidez de un rayo hasta las salinas más cercanas, llenó un gran cántaro de agua salada y con la misma rapidez la arrojó sobre las matas con la intención de quemarlas con el salitre.
Sucedió entonces que las raíces absorbieron el agua; la sal se mezcló con la savia y las hojas tomaron el mismo gusto.
Una vez más, Neepec fue vencido con sus propias armas, porque la planta no perdió su utilidad, ya que con ella sazonan las carnes de los animales salvajes y otros alimentos.

Cuento del Chaco

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